En diciembre del 2007 me tracé ocho propósitos ineludibles y obligatorios para el año 2008. En el post en cuestión afirmé que, de no cumplir con uno de ellos, cualquiera estaba invitado para burlarse de mí sin piedad. He aquí el recuento:
1. Darme de alta en Hacienda.
Lo hice. Ahora debo una suma cuantiosa a ese organismo corrupto. Um. Quizás nunca debí hacerlo. Um.
2. Finalizar mi servicio social.
El periodo más odiado y temido de todo estudiante de universidad, en donde una institución cualquiera nos tortura con trabajo monótono y no remunerado. El mío lo hice en el Instituto Queretano de la Cultura y las Artes, como reportera. Entrevisté a artistillas del mundo cultural queretano, generalmente becados para contribuir con su sapiencia a las artes en general. Lo digo sin vergüenza: entrevisté a mucho tarado con un léxico pobre y sin la habilidad para ver a la gente a los ojos mientras habla. Pero también a muchas lumbreras, y algunas personas simpáticas cuyas salitas decoradas con figurillas y comentarios fuera de lugar todavía me alegran. Es increíble que todavía en enero de este año haya estado sentada en la oficina de mi jefa, una eminencia del periodismo cultural exiliada en Querétaro, y haya sentido un poco de rabia por entregar notas que le parecían tontas e incompletas. Claro que luego mejoré.
No terminé las horas reglamentarias, lo confieso ahora. Tenía mucha apuración por irme de la ciudad y ya estaba con otro trabajo, así que un día de abril llegué con los papeles de la universidad para que la Eminencia los firmara. No objetó. Faltaba más.
Las hice en el periódico El Corregidor, de Querétaro. Originalmente entré como coeditora de (¡horror!) la sección Municipios, pero no pasó mucho tiempo antes de que TODOS ahí -hasta la señora que hacía la limpieza, una sujeta muy simpática por cierto- se dieran cuenta de que trataban con la Más Grande Periodista de México en Ciernes. Exagero (es bueno para mi autoestima). La realidad es que el director general y su servilleta simpatizamos de inmediato, porque en una conversación nombré a Kapuściński y obtuve sus favores ipso facto. Entonces hice algunos reportajes que tuvieron tanto éxito que fueron enviados a la última plana de la sección más cutre en el día de menos venta. Fue maravilloso.
Terminé mis prácticas antes que todos mis compañeritos de generación porque me aboqué a un horario de ocho a diez horas diarias y con algunos fines de semana investigando en pirámides olvidadas los secretos arqueológicos más fenomenales del universo. Así que en abril ya estaba lista para…
La cual versó sobre la literatura chilena post-dictadura, un tema fascinante y de gran incidencia en la realidad sociopolítica de México. En realidad, me mudé al DF con la mitad de la investigación a cuestas, pero en mi trabajito de acá tenía tantas horas libres que no fue difícil escribir sobre Barthes y las pantallas plasma al mismo tiempo. Acabé algunas horas antes de que tuviera que enviar el mamotreto de sepetecientas páginas por mail a mi tutor, quien me lo regresó algunas semanas después con sesudas observaciones basadas únicamente en su aversión hacia mi persona (lágrima lágrima). Aún así, no me fue mal porque ¿quién puede refutar a Rafael Gumucio y compañía? Las autoridades de mi facultad ciertamente no.
Lo hice el domingo 13 de abril de 2008. Llegué a las 11 de la noche. El clima estaba despejado.
6. Encontrar trabajo en el Distrito Federal
Mi primera chamba acá fue como copy o redactora publicitaria en Samsung. Oh Alá. Conocí los horribles secretos de la publicidad, atrocidad soportable en comparación con la de aguantar a los coreanos y su perenne olor a ajo. Puaj. Había un agradable ambiente de trabajo, no lo niego, y conocí a gente a todo dar que aún hoy me cae bien y de la que no hablaría mal a menos que tuviera que hacerlo. Tenían la costumbre de hacer bolitas consuetudinarias en la salita de peloteo cada que la ocasión lo ameritara, y todos le hacíamos burla conjunta a mi compañero de cubículo, apodado El Carbohidrato por sus grandes proporciones.
Sin embargo, a los tres meses me di cuenta de que mi futuro no estaba ahí. Fue un trabajo agarrado por desesperación, sin emoción alguna. Sabía, en el fondo, que no planeaba hacer una carrera en publicidad, así que conforme pasaban los días resolví renunciar. Esta decisión fue, oh, dolorosa y difícil en muchos sentidos, porque en todo momento pensaba que estaba tirando la toalla de la forma más vil y que no estaba esforzándome lo suficiente.
A la larga fue una buena decisión.
Desde entonces soy miembro honorario del mundo del freelance. A mí me ha ido bien en la feria, así que no puedo hablar mal al respecto. He trabajado en proyectos disímbolos, desde una página web para niños con contenidos ecológicos hasta un programa de risa a la Monty Python. Y en una revista haciendo como que edito.
La verdad, lo confieso, me va bien. Muy bien.
7. Encontrar departamento.
Mi camarada Petronila se aventó la peligrosa puntada de vivir conmigo durante siete meses. No soy una mala ‘compañera de cuarto’ (este terminajo y el de roommate me dan urticaria), pero sí una mala persona. No cierto.
Pero la verdad es que me encuentro muy bien en la soledad. Y también, aunque últimamente parezca una virtud y sea blandida por todos como descripción hip y contracultural de sus personalidades, poseo muchas neurosis. Si usted me conoce, dará fe de ello. Cosas como la posición de los cubiertos en el escurridor y el olor del champú por la mañana pueden llegar a alterarme en grados inimaginables. Por supuesto, no lo demuestro, así que me trago mis corajes y después exploto con pataletas y lagrimitas y bebidas arrojadas a la cara. Es verdad.
Así que renté mi propio departamento, para hacer de él un campo de concentración con la ropa tirada en el piso y cuya única dictadora sería yo. Claro que a veces me apachurro porque es difícil sostener una conversación con la cafetera, pero en general me la paso bien yo sola. Y además me gusta llegar a pie a todos lados, empresa que ahora es posible dada la jotísima ubicación de mi refugito.
8. Titularme.
Adelante: búrlense. No lo logré. A lo más que llegué fue a enviar mi carta al consejo y a que éste aprobara mi solicitud de titulación, pero todo el tramitaje aburrido lo fui postergando indefinidamente hasta que de pronto se acabó el año, yo entré al Hi5 de algunos de mis compañeritos de generación (oh, ocio maldito) y me enteré que tres de ellos ya se habían titulado. Pensé, dentro de toda mi egolatría y ánimo competitivo de pacotilla, que nadie lo haría antes que yo. Pero lo hicieron.
Me gradué, sí; tengo mi certificadito que en las fotos sostuve al revés, todos los créditos cursados y todo en su lugar para que nomás vaya a servicios escolares y lleve a cabo algunos trámites y ya estuvo, pero no lo hice, ¡no lo hice! Así que merezco sus burlas.
En general, 2008 fue un año extraordinario en todos los sentidos, buenos y malos. Sin duda, el año más importante de mi vida, en el que experimenté más transformaciones en doce meses de las que tuve antes en cualquier periodo.
Me divertí. Mis propios errores me dieron bofetadas en la cara, de los que espero haber aprendido algo. Celebré. Aprendí cosas no tan agradables sobre mi carácter. Tuve aventuras idiotas. Y accidentes idiotas. Conocí gente asombrosa. Me hice de enemigos innecesariamente, que luego conocí en fiestas y a los que tuve el cinismo de decirles "no me arrepiento de nada". O no. Confronté la realidad de ser adulto. Perdí cosas y personas, cuya ausencia todavía no supero del todo.
Me gusta pensar que logré levantarme, cambiar muchas cosas de mi circunstancia que no me complacían, y obtener algunos logros, como si la vida fuera un videojuego y en cada misión hubiera secretitos, llavecitas y puntajes qué desbloquear. Creo que algo así no se repetirá, al menos no pronto.
Extrañamente, no tengo ningún propósito definido para el 2009. No es que me confunda qué es lo que sigue ahora. Sencillamente, ya no me place moverme de donde estoy. Así que, si tuviera algún propósito, seguramente sería el de mantenerme. Mantenerme donde estoy.
10 comentarios:
Yo no creo que sea cínico decir "no me arrepiento de nada"...más bien creo que es sabio, pero si me pongo a explicar el por qué digo eso, lo más seguro es que se rían de mí, así que me aguanto.
Sí, leí su recuento ególatra e íntimo, lo leí todito, y por eso puedo platicarle la risa me dio al ver que usté también les llama "compañeritos" y usa los diminutivos divertidamente, jaja
Le deseo un buen 2009
Larga vida ex-rumi (aúnque te cage la palabra), fui testido de muchos de esos eventos y espero estar en mas, muchos mas!
Felicidades por todos tus logros alcanzados, muchos sabemos que te mereces eso y mas mucho mas.
Pues que mal que no hayas cumplido con tus propósitos, pero igual así son las cosas, suceden y ya.
Que buena onda que estuviste en el Corregidor, yo publiqué allí semanalmente 8 meses durante el 2005, pero sin pena ni gloria.
Un saludo
Hasta me siento orgullosa de ti ...
yo no puedo burlarme porque también estoy a un paso y no me he titulado... pero a pesar de eso creo que tus logros (ególatras o no), son bastante destacables, así que brindo por eso... que el año próximo (a pesar de la crisis) te traiga muchas más satisfacciones.
Saludos y un abrazo.
así pasa cuando nos va bien esta chido el standby un rato -casi nos fue igual mija, igual nada más pendiente lo de la puta titulación ñe
Chale pinche envidia: en un año hiciste más o menos lo mismo que yo pero en toda mi vida ja ja: ¡felicidades!
dios, sabía que existía gente con metas tan concretas, pero no sabía que existían personas que las cumplieran
felicidades
Mantenerse a veces es lo más difícil.
Muy feliz año nuevo, mi queridísima Lilián.
Encontré un Torrent con todas las tiras de Ghost World... creo que es un libro pero ya lo leí.
Es que esos "lucs" de la Edin son la onda.
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