Ayer viví una de las vergüenzas más grandes desde mi entrada a esta empresa. Tuve que pararme enfrente de un montón de ejecutivos con camisas fajaditas y actuar -sí, ¡actuar!- dos pares dos de comerciales de radio, con todo y las entonaciones adecuadas al decir “¡Muero por tener ese celular multifuncional y multiorgásmico!"
Al momento recordé, como muchas otras veces durante las exposiciones de la universidad, el segundo exacto en que me quedé congelada en primer semestre. Estaba exponiendo algo, una perogrullada seguramente, y de repente ya no supe qué decir y me quedé callada. Acto seguido: correr, correr como el viento.
Desde entonces DETESTO hablar en público. Casi siempre aplico paliativos instantáneos: alcohol, drogas duras, imaginarlos cubiertos de crema chantilly, improvisar de manera absurda hasta que el tema se ha agotado completamente, o simplemente alegar una enfermedad venérea que me impide usar la garganta en otra actividad que no sea languidecer en la cama.
Claro que ayer no me quedaba de otra. Así que lo hice, lucí muy imbécil por los primeros 10 segundos, y luego adquirí una seguridad renovada que me hizo brincar hacia la mesa circular y agitar los brazos oscilatoriamente mientras gritaba “¡Todos estamos perdidos! ¡El Apocalipsis está muy cerca!”.
Ahora ya nada me da miedo en la vida.
Luego está el asunto de los famosos “Goal Settings”, que no pensé tuviera que hacer en el cortísimo tiempo que llevo aquí. Pero ¡ajá! La coreana simpática creyó que era necesario que los hiciera el día exacto que teníamos que entregarlos, con semanas de ventaja por parte de mis compañeritos que llevaban días atorados y exigían una junta donde se explicara cómo debían hacerse. Uf: esa frase fue realmente larga.
Así que me senté y los escribí y fui muy inteligente y capacitada. Lo más genial, no obstante, fue escuchar a la Chica Fashion levantar la cabeza cada tanto y preguntar cómo se decía “contagiar” en inglés y luego otras palabras como “optimismo” y “buena onda en el ambiente de trabajo”. Si esos no son los mejores objetivos laborales en el mundo de los objetivos laborales, entonces no sé cuáles son los mejores objetivos laborales en el mundo de los objetivos laborales.
¡Oh! Y además soy la más joven de la empresa, por lo que los ejecutivitos de camisas fajadas consideran oportuno preguntarme cuál sería el celular que yo elegiría, y me veo en la obligación de responderles cosas como “el rosa tiene más punch”, porque es lo que podría esperarse de una veinteañera que es tan pero tan joven que es casi posible que no tenga capacidad de discernimiento, y tampoco distinga entre el celular rosa y el celular rosa con un toque de negro. Uf: esa frase fue aún más larga.
En general, las alegrías opacan los estropicios. En realidad, no ha habido estropicios. En contraparte, ya me voy a comer. Comida gratis.
Actualización: La cosa más graciosa acaba de pasar en el baño. Mientras me lavaba las manos, una de las ejecutivitas de ayer entró y me preguntó cómo había salido todo (en materia de guiones, no de lo que acababa de purificar segundos atrás) y mientras se lo decía, ella entró al baño y comenzó a orinar tan fuerte, ¡eran como las cataratas del Niágara!, que casi no podía alzar la voz para explicarle...
Al momento recordé, como muchas otras veces durante las exposiciones de la universidad, el segundo exacto en que me quedé congelada en primer semestre. Estaba exponiendo algo, una perogrullada seguramente, y de repente ya no supe qué decir y me quedé callada. Acto seguido: correr, correr como el viento.
Desde entonces DETESTO hablar en público. Casi siempre aplico paliativos instantáneos: alcohol, drogas duras, imaginarlos cubiertos de crema chantilly, improvisar de manera absurda hasta que el tema se ha agotado completamente, o simplemente alegar una enfermedad venérea que me impide usar la garganta en otra actividad que no sea languidecer en la cama.
Claro que ayer no me quedaba de otra. Así que lo hice, lucí muy imbécil por los primeros 10 segundos, y luego adquirí una seguridad renovada que me hizo brincar hacia la mesa circular y agitar los brazos oscilatoriamente mientras gritaba “¡Todos estamos perdidos! ¡El Apocalipsis está muy cerca!”.
Ahora ya nada me da miedo en la vida.
Luego está el asunto de los famosos “Goal Settings”, que no pensé tuviera que hacer en el cortísimo tiempo que llevo aquí. Pero ¡ajá! La coreana simpática creyó que era necesario que los hiciera el día exacto que teníamos que entregarlos, con semanas de ventaja por parte de mis compañeritos que llevaban días atorados y exigían una junta donde se explicara cómo debían hacerse. Uf: esa frase fue realmente larga.
Así que me senté y los escribí y fui muy inteligente y capacitada. Lo más genial, no obstante, fue escuchar a la Chica Fashion levantar la cabeza cada tanto y preguntar cómo se decía “contagiar” en inglés y luego otras palabras como “optimismo” y “buena onda en el ambiente de trabajo”. Si esos no son los mejores objetivos laborales en el mundo de los objetivos laborales, entonces no sé cuáles son los mejores objetivos laborales en el mundo de los objetivos laborales.
¡Oh! Y además soy la más joven de la empresa, por lo que los ejecutivitos de camisas fajadas consideran oportuno preguntarme cuál sería el celular que yo elegiría, y me veo en la obligación de responderles cosas como “el rosa tiene más punch”, porque es lo que podría esperarse de una veinteañera que es tan pero tan joven que es casi posible que no tenga capacidad de discernimiento, y tampoco distinga entre el celular rosa y el celular rosa con un toque de negro. Uf: esa frase fue aún más larga.
En general, las alegrías opacan los estropicios. En realidad, no ha habido estropicios. En contraparte, ya me voy a comer. Comida gratis.
Actualización: La cosa más graciosa acaba de pasar en el baño. Mientras me lavaba las manos, una de las ejecutivitas de ayer entró y me preguntó cómo había salido todo (en materia de guiones, no de lo que acababa de purificar segundos atrás) y mientras se lo decía, ella entró al baño y comenzó a orinar tan fuerte, ¡eran como las cataratas del Niágara!, que casi no podía alzar la voz para explicarle...
11 comentarios:
Es la mejor idea para un comercial que he visto, bueno no pero seria curioso: “Celular rosa” es tan bueno que puedes hablar sin problemas con el aunque tengas las cataratas del Niágara a un lado.
Lo sabía: entre más alto escalan socialmente esas ejecutivas más fuerte orinan
Yo nunca he tenido problemas al hablar en público, si hay algo q me encantaba en la escuela era exponer, hablo mucho-mucho (pero soy sustancial ja!) y mi voz es fuerte, clara e inconfundible...
Eso suele pasar cuando eres la más joven en un lugar, quieren verte como el target, y te inundan con preguntas que te hacen pensar que ellos te creen "una veinteañera que es tan pero tan joven que es casi posible que no tenga capacidad de discernimiento",
Yo no entiendo cómo la gente se pone a platicar mientras orina, es sumamente desagradable.
Ja ja me reí con este post...
No me imagino lo incómodo de tu situación, pero a mí me chocan los coworkers que se ponen a contarte su vida y obra en el baño.
Esas cosas me bloquean la cabeza y lo único que se me ocurre preguntar es "Que calor esta haciendo últimamente vdd?". Y salir corriendo lo más pronto que puedo.
La conversación casual en el baño no da para más. O yo soy muy neurótica, cualquiera de las dos.
Anyway, muy chido tu post.
yo tenía una co-worker en el jospital onde trabajaba que mientras estaba en el baño en su "asunto" cuando acababa gritaba aleluya...
Era estreñida la pobre snif
La Ventaja De Tener Pene
De que cuando un co-worker te diga su vida, con un chantaje, diciéndole que te gustaría tirártel@ y que eres zoofílico y te gustaría tener un abordamiento, se alejan.
Las Desventajas
Que a veces te toman la palabra.
Que pinche asco. Le hubieras lanzado un par de bolas de papel mojadas
¿Entusiasmo por las anodinas presentaciones publicitarias? ¿Goal settings? ¿Fan de los comics? ¿Qué te está pasando, Liliancita? Te estamos perdiendo. Ya sólo falta que quieras ir al concierto de Miranda.
Tus pousts son terriblemente anecdóticos y autoreferentes, pero escribes insultantemente bien, así que no hay daño. Síguele, con confianza.
obvio!!! los celulares rosas rulean!!!
jajaja, si, las conversaciones en el baño son incomodas, aunque debo confesar que cuando mis ganas son tantas que sé que al momento de desahogar se oirá mas o menos como la de tu compañerita, entonces soy yo misma quien empiezo la conversación para tratar de mitigar dicho sonido incómodo... creo que no resulta pero al menos da menos pena, jajaja
saludos!!!
jajaja que risa con el update, cambio mi manera de ver a las ejecutivas.
Cuando hablo en público depende mucho de quien sea ese público para sentirme a gusto...aunque pensándolo bien últimamente no lo hago tan mal. O eso creo yo jaja
Nunca me ha gustado platicar en el baño NUNCA neta...
Las conversaciones de baño son lo más incómodo, no entiendo por qué a las demás mujeres les gusta ir acompañadas. Lo odio.
A mi me pasó que en uno de esos escasos días que voy al a oficina me encontré a la de Recursos humanos en el baño y empezó la plática polite mientras ella entraba al baño, luego me freakée y me fui... creo que la dejé hablando sola, espero no anote eso en mi registro.
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