El clímax del día fue cuando quise golpear a un par de gordas que estaban delante de nosotras y que comentaban lo poco originales que resultaban las indumentarias del 97.8% de los asistentes y para ilustrarlo ponían el ejemplo de los estampados predominantes: cuadriculado y rayado. Y como Fani y yo traíamos rayas y cuadros, respectivamente, me enojé tanto que estuve a punto de comentar: "Oyes, ¿por qué habrá tanta gente gorda y fea?". Pero luego le vi sus dieciocho piercings labiales y me retracté. No eran ni las cinco y no estaba dispuesta a sufrir una fractura frontal fulminante... FUM.
En realidad, había todo menos gente gorda y fea. No. Pululaban las hordas asesinas de niños Ibero con peinados perfectos y atuendos muy bonitos y coloridos.
Las hamburguesas costaban ¡55 pesos!
Había gente fumando mota en cualquier rincón.
La experiencia de ir al baño era sublime y catártica. Por supuesto, al salir uno procuraba no mirar a su acompañante a los ojos y se hacía el firme juramento de no hablar de esa experiencia horrípida nunca jamás.
Y lo más importante: un frío fantasmagórico e implacable. Sufrí tanto, ¡Oh! Y en el número de The Rapture mi muela enojosa palpitó y palpitó hasta que desfallecí y me llevaron en camilla a una ambulancia donde me aplicaron sueros de ultratumba y me regresaron a la vida con una potente pastilla que me hizo ver estrellitas y me reconcilió con la humanidad.
Interpol: sublime. Pero qué digo: yo soy MUY fan. Y cuando digo muy fan, quiero decir: soy una grupi de mierda.
En medio de toda esa gente mi muela decía: "¡Iré por ti, grandísima bastarda. Iré por ti!".
Foto de Toni François
Supongo que querrán saber cómo estuvieron las bandas y qué tan fantásticas sonaron y qué clase de problemas tecnológicos hubo, pero... ¿No les parece más importante saber que las hamburguesas costaban 55 malditos pesos? ¿No les parece aborrecible?
Errr. Hay mucha tela de dónde cortar, en serio. Pero ahora no quiero balconear a nadie. La compañía fue a todo momento agradable y oportuna, todos ellos. Los reencuentros fueron fantásticos y yo me ofendí mucho porque las hamburguesas costaban 55 pesos.
No sé por qué me ofendo, si ni tenía hambre ni compré una sola hamburguesa. Pero 55 pesos, joder. Eso es chingativo.
En realidad, había todo menos gente gorda y fea. No. Pululaban las hordas asesinas de niños Ibero con peinados perfectos y atuendos muy bonitos y coloridos.
Las hamburguesas costaban ¡55 pesos!
Había gente fumando mota en cualquier rincón.
La experiencia de ir al baño era sublime y catártica. Por supuesto, al salir uno procuraba no mirar a su acompañante a los ojos y se hacía el firme juramento de no hablar de esa experiencia horrípida nunca jamás.
Y lo más importante: un frío fantasmagórico e implacable. Sufrí tanto, ¡Oh! Y en el número de The Rapture mi muela enojosa palpitó y palpitó hasta que desfallecí y me llevaron en camilla a una ambulancia donde me aplicaron sueros de ultratumba y me regresaron a la vida con una potente pastilla que me hizo ver estrellitas y me reconcilió con la humanidad.
Interpol: sublime. Pero qué digo: yo soy MUY fan. Y cuando digo muy fan, quiero decir: soy una grupi de mierda.
En medio de toda esa gente mi muela decía: "¡Iré por ti, grandísima bastarda. Iré por ti!".Foto de Toni François
Supongo que querrán saber cómo estuvieron las bandas y qué tan fantásticas sonaron y qué clase de problemas tecnológicos hubo, pero... ¿No les parece más importante saber que las hamburguesas costaban 55 malditos pesos? ¿No les parece aborrecible?
Errr. Hay mucha tela de dónde cortar, en serio. Pero ahora no quiero balconear a nadie. La compañía fue a todo momento agradable y oportuna, todos ellos. Los reencuentros fueron fantásticos y yo me ofendí mucho porque las hamburguesas costaban 55 pesos.
No sé por qué me ofendo, si ni tenía hambre ni compré una sola hamburguesa. Pero 55 pesos, joder. Eso es chingativo.









