30 de octubre de 2007

Reseña exhaustiva y objetiva del Manifest 2007

El clímax del día fue cuando quise golpear a un par de gordas que estaban delante de nosotras y que comentaban lo poco originales que resultaban las indumentarias del 97.8% de los asistentes y para ilustrarlo ponían el ejemplo de los estampados predominantes: cuadriculado y rayado. Y como Fani y yo traíamos rayas y cuadros, respectivamente, me enojé tanto que estuve a punto de comentar: "Oyes, ¿por qué habrá tanta gente gorda y fea?". Pero luego le vi sus dieciocho piercings labiales y me retracté. No eran ni las cinco y no estaba dispuesta a sufrir una fractura frontal fulminante... FUM.

En realidad, había todo menos gente gorda y fea. No. Pululaban las hordas asesinas de niños Ibero con peinados perfectos y atuendos muy bonitos y coloridos.
Las hamburguesas costaban ¡55 pesos!

Había gente fumando mota en cualquier rincón.

La experiencia de ir al baño era sublime y catártica. Por supuesto, al salir uno procuraba no mirar a su acompañante a los ojos y se hacía el firme juramento de no hablar de esa experiencia horrípida nunca jamás.

Y lo más importante: un frío fantasmagórico e implacable. Sufrí tanto, ¡Oh! Y en el número de The Rapture mi muela enojosa palpitó y palpitó hasta que desfallecí y me llevaron en camilla a una ambulancia donde me aplicaron sueros de ultratumba y me regresaron a la vida con una potente pastilla que me hizo ver estrellitas y me reconcilió con la humanidad.

Interpol: sublime. Pero qué digo: yo soy MUY fan. Y cuando digo muy fan, quiero decir: soy una grupi de mierda.

En medio de toda esa gente mi muela decía: "¡Iré por ti, grandísima bastarda. Iré por ti!".
Foto de Toni Fran
çois

Supongo que querrán saber cómo estuvieron las bandas y qué tan fantásticas sonaron y qué clase de problemas
tecnológicos hubo, pero... ¿No les parece más importante saber que las hamburguesas costaban 55 malditos pesos? ¿No les parece aborrecible?

Errr. Hay mucha tela de dónde cortar, en serio. Pero ahora no quiero balconear a nadie. La compañía fue a todo momento agradable y oportuna, todos ellos. Los reencuentros fueron fantásticos y yo me ofendí mucho porque las hamburguesas costaban 55 pesos.


No sé por qué me ofendo, si ni tenía hambre ni compré una sola hamburguesa. Pero 55 pesos, joder. Eso es chingativo.

29 de octubre de 2007

El Manifest puede describirse fácilmente en dos palabras: puto frío.

26 de octubre de 2007

El enemigo de toda persona cuerda y normal: entrevistar

No me gusta hacer entrevistas. Ya lo he dicho antes y lo repetiré cuantas veces sea necesario. Todo ese protocolo de fijar la cita, el horario y un lugar determinado… me da urticaria. La charla, que invariablemente comienza restirada y tensa, me produce sentimientos similares a los que experimento cuando estoy tendida en el diván de un dentista y me jurgunea con unas agujas tamaño familiar y entonces puedo sentir cómo la baba se me sale por los costados y no puedo hablar y luzco muy reducida e inverosímil ahí tirada con la boca abierta.

Creo que no es tan terrible, después de todo. No pasa de que un tipo que se apellide Andrade y se maquille un poco los ojos te diga: “soy primo de Sergio: puedo convertirte en una estrella” y luego se ría y tome de su café y a partir de ahí surja un silencio incómodo que te haga pensar que lo dijo quizás no fue una broma realmente.

La otra vez, en un cuaderno que encontré en el estudio de mi señor padre, me encontré una hoja de papel donde estaba la primera entrevista que hice… ¡en la primaria! Era a la directora, una señora obesa muy simpática y muy cristiana que con sutilezas nos hacía sentir muy pecadores, y comprobé que desde entonces tengo el mismo método perdedor: hacer garabatos en el cuaderno a la velocidad de la luz, ¡sachám! Lo malo es que después no puedo descifrar los jeroglíficos y acabo escribiendo muchas sandeces, que por supuesto nunca corrijo y que desde luego significarán en un futuro muy cercano mi ruina periodística.

Prefiero inventar entrevistas. Todos en la carrera lo han hecho alguna vez. Ah: método noble que te salvaguarda del terrible proceso de escribir la maldita, mil veces maldita, versión estenográfica.


Y una foto de eh... Esto:

Los mocos de mi sobrino

25 de octubre de 2007

Post Número 200. El Post Elemental... de la azotadez, esto es.

Confesión de la madrugada: perdí.
Gané un concurso literario a los 16 años: uno. El contenido del cuento me metió en más de un lío y seguramente si lo releyera ahora me parecería la pieza más inmunda de la creación humana. Sin embargo, el día de la premiación degustamos vino blanco y canapés. Con ese dinero (como 5 mil pesos que entonces me parecían una verdadera fortuna) compré unos discos, un suéter para mi hermana y muchos chocolates; lo demás se lo presté a mi mamá y nunca supe más de él.
Desde entonces, e irremediablemente, he perdido en todos los concursos literarios a los que he tenido el atrevimiento de entrar.
Es como una maldición que no he superado en lo absoluto desde el 2002, año crucial y decisivo en mi vida. Ganar no fue ningún aliciente para continuar escribiendo, ni significó el reconocimiento de algo que para mí era ya elemental desde mucho tiempo antes. Fue, simplemente, el año que compré mis primeros discos con mi propio dinero: ahí estaba todo el dilema.
No lo hago por reconocimiento. Lo hago por el dinero. No pretendo decir que el motivo de todo esto es la literatura misma, porque la literatura no necesita justificantes ni aprobaciones. Yo lo hago porque sería fantástico, de vez en cuando, obtener dinero por algo que has escrito, algo que ha surgido puramente de tu intelecto y -en el ínter- de tus vivencias, sentimientos, manifiestos personales y experiencias.
Y bien: no creo que nadie que escriba carezca de dudas alguna vez. Yo me replanteo mi situación una y otra vez, pero nunca he dudado de que lo que quiero hacer para ganarme la vida es escribir. Uno duda de otras cosas: de las circunstancias, de la factibilidad del oficio, de la apreciación de los demás y -sobre todo y ante todo- del talento de uno mismo. Pero nunca de si se desea o no escribir.
Yo deseo escribir, aunque pierda siempre en todos los concursos literarios, de manera indiscriminada y arbitraria.
Cuando me enteré, anteayer por la madrugada, la muela del juicio me dolía muchísimo y me sentí muy patética y miserable frente a la pantalla del monitor. Horas antes había escrito este cuento, que no me pareció tan malo, e internamente me daba palmaditas morales por el buen augurio. Pero así es esto y uno se tiene que rendir.
NaNoWriMo: aquí voy.
Respecto a la novelita perdedora… Supongo que encontrará su camino alguna vez, si le doy unas recortaditas, la pulo más y le cambio ese horrendo título que no la llevará a ningún lado.
¿Qué opinan de “La Muela Maldita II: Revenge of the Tooth”?


Por cierto: casi nunca hablo de lo reconfortante que es leer a tipos como Bef, como Alberto Fuguet, como Tryno, como Miguel Cane, últimamente a Hernán Casciari, a Felipe o a Raúl (aunque casi nunca hable al respecto en su blog)... Tipos para quienes la literatura es el bastión de la humanidad. Me siento muy identificada con ellos (aunque no me comparo en lo más mínimo) y siento una gran admiración por su obra. Así que no estamos solos.

23 de octubre de 2007

Bleh

No tengo futuro en este oficio y me voy a morir de hambre.

21 de octubre de 2007

¡EL OBJETO DE DESEO UNIVERSAL!

Admiren lo siguiente:
Ajá.

Y ahora:

Jum:


Empiezan a sentirse conflictuados, ¿verdad?

Ahora imaginen lo que es tener 14 ó 15 años y ver una serie algo ñoñales llamada Young Americans y en ella la historia de una chica que se disfraza de chico por una razón todavía no comprendida del todo.


Está ca brón, ¿verdad? No cabrón. Ca brón.

Uf.

Ahora me comprenden un poco. Acabo de decretar, siendo las 6:40 p.m. del domingo 21 de octubre de 2007, que Kate Moennig ES el objeto de deseo universal.

Explico:

(brevemente):

Tú, lector-lectora, te sientes atraído y atraída por ella. No importa si eres hombre o eres mujer. Estás en medio de un conflicto de índole sexual.

¿Estaban seguros de su orientación sexual?

Miren de nuevo las fotografías:



Ahora háganse esta pregunta:

Como mujer, ¿me atrae porque luce como un hombre?

Como hombre, ¿me atrae porque es bella no obstante luce como hombre?

Jum.

Reflexiónenlo.

Quizás les ayude ver más:

Conflicto

Más conflicto

Ay cómo me conflictúo

Ya no sé ni quién soy

Pásenme las aspirinas

Oficial: soy muy gay

Sí, mucha androginia que a cualquiera pone en aprietos. Por su culpa tuve algún trauma adolescente. Ahora veo The L Word felizmente y lo acepto todo algo resignadamente.



18 de octubre de 2007

Gente muy rara y acosadora

Ya ven que tengo mucha suerte con los acosadores.

Creo que los invoco.

Es como si dijera: “acosadores, ¡alejaos!” y ellos vinieran a mí y me persiguieran y me acosaran.

No puedo tener pretendientes normales. No. Tengo que tener acosadores. Como alguien cuyo apodo es Crocu y es muy motorolo y calvo de arriba y con cabello largo y que cada que me ve me toca el pelo y me dice que no le hablo porque tengo el cabello muy bonito y mientras lo hace mira un punto indefinido en el vacío.

En la bienvenida de mi facultad, *cierto* compañero tuvo la ocurrencia de presentarme a un amigo suyo que de lejos parecía persona normal y nadie por quien preocuparse. A medida que la charla avanzaba, confesó que desde un evento de dramaturgia en un museo me “había echado el ojo” y que, jijiji, traías unos zapatos cafés y una chamarra azul y el pelo así y asado y en un momento hiciste esto y luego lo otro, jijiji, qué coincidencia.


Aquí yo confieso que estaba un poco borracha y no noté nada de esto y hasta consentí que me acompañara a otra bienvenida esa misma noche y luego a mi casa y que al despedirnos, accidentalmente sus labios rozaran los míos.... No quiero ni recordarlo.

El suplicio comenzó temprano en la mañana: no debieron ser menos de ocho llamadas.
Y en la tarde. Y mientras estaba en otro lugar muy a gusto con otras personas. Y en la noche.

No desistió ni cuando le dije que estoy a punto de casarme de blanco en una iglesia barroca en el centro de Mixquic y que mi futuro esposo es un judicial que carga una metralleta de alto calibre en la parte trasera de su poderosa camioneta cuatro por cuatro, que casi siempre está ocupada por sus cinco perros Rottweiler que huelen a los extraños y les arrancan las articulaciones lentamente.

No.

In-sis-tió en ir conmigo a esto y no paró de hablar todo el tiempo a pesar de que le eché miradas asesinas. El jueves lo vi en un Oktoberfest de pacotilla en la facultad de al lado. Fingí que ya me iba. Treinta minutos más tarde volví a encontrarlo en otra fiesta a la que de seguro no estaba invitado (yo tampoco, pero eso qué) y cuando le dije que dejara de seguirme, me contestó: “¿Qué? ¿Te crees el ombligo del mundo?”

Y pues nos golpeamos.

Al final me dijo que no me sintiera tan culpable si le ponía el cuerno a mi “novio judicial” (recalco las comillas) y me sonrió como si estuviera a punto de convencerme. Yo había tomado muchas cervezas y aguas locas y todo me parecía muy simpático, así que no vi la necesidad de decirle que era el más grande PENDEJO del universo.

Hay más, pero en serio, en serio… No soy tan presumida.

Ay con estos acosadores.

16 de octubre de 2007

Confidente de secundaria: un buen golpe para siempre

Es por todos sabido que durante mi primer año de secundaria (en el aborrecido Instituto Plancarte, del que conservo un par de amistades a las que saludo con cierta frecuencia cuando me cruzo con ellas en el campus de la universidad), me bulearon terriblemente.
La primera decisión realmente adulta que tomé en mi vida fue cambiarme de secundaria. Entonces entré a la oficial no. 80 “Andrés Molina Enríquez”, en mi amado Polotitlán de la Ilustración.
Oh. Fui tan feliz.
Aunque es de suponerse que, durante los primeros días, no fui recibida gratamente por dos o tres personas que tenían serios prejuicios contra las personas con el cabello chino y los dientes chuecos (yo tenía -tengo- los dientes chuequísimos y no me di cuenta de ello hasta que alguien muy amablemente me lo hizo notar en la prepa).
Hice amigos re-fácil, escuchaba mucho a los Backstreet Boys alternadamente con Pimpinela, vivía a dos cuadras, era un as en la raquítica clase de Inglés y, mientras esperaba que en la cooperativa me despacharan mi torta de jamón rellena de palomitas con salsa San Luis, un monstruononón de Segundo B me empujaba discretamente en dirección de la ola. Yo, que siempre he sido una persona muy cortés por no decir pendeja y gallinísima, disimulaba que el asunto no me era del todo incómodo y que, bueno, así sucede cuando tantos pubertos hambrientos quieren engullir su lonche antes de que den las 11:40.
Un día, al final de un arco formado por brazos humanos, me topé al monstruononón de Segundo B (cabello teñido con agua oxigenada, raíces negras, las calcetas sin resorte y un Motitas en la boca abierta). Me esperaba con la mano en la cintura.
- Me dijeron que quieres madrearme.
- ¿Yo? –la voz temblorosa.
- Sí, tú.
- Pero si ni te conozco…
- Pues vas.
Y que me empuja. Y que la empujo. Y que… me voy corriendo.
Fue tan triunfal.
Tan valiente, tan heroico, tan honorable.
Pero, de alguna manera, funcionó. Y es que oh, lo descubrí después, su servilleta era como diez centímetros más alta que el monstruononón de Segundo B, quien lo único de monstruoso que tenía eran unas caderotas marca diablo.


Después presencié muchas peleas, algunas hasta en primera fila. La onda, LA VERDADERA ONDA, en la secundaria 80 era programar peleas a la salida.
Un día en particular teníamos agendada una para la tarde. Yesenia del B y Teresa del A, la nuestra. Pero en plena clase de Español, de extremo a extremo del salón, Sandra y Yoselin empezaron a decirse de cosas, y que todos se salen y que yo me quedo porque no había terminado la tarea de Biología, y que entonces se empiezan a apalabrar y que en eso Sandra se levanta y camina a la banca de Yoselin y que en eso se agarran de las greñas, noooo, no vieras. Y yo ahí viendo todo, divertidísima.
Fue el Gran Borlote y yo lo había presenciado todo.
En la tarde se pelaron unos de primero en la biblioteca de al lado y luego caminamos en caravana a la esquina de mi casa, donde Teresa y Yesenia se agarraron y nooooombre.
Pero yo pelearme, pelearme, nunca.
Y como que a estas alturas ya se me fue el tren para esos asuntos. A lo más que llego es a reclamarle a la compañera de banca que me devuelva la pluma que le presté hace dos semanas.
Por cierto, Paty: no seas, llevo dos días escribiendo con lápiz.

12 de octubre de 2007

¡Que La Jornada deje de usar mi imagen indiscriminadamente!


(como dice Lluvia: ya voy a cobrar)

En serio: me cortaron el internet.

Ya pronto estoy de vuelta.

Entonces contaré sobre la reunión bloguera muy geek entre
Mulder, Calleja, Triquis (bueno, ella no cuenta porque no la saco de mi cuarto desde hace tres años, ¿verdad droga dura?) y su servilleta. También daré a conocer la historia en la que relucen mis habilidades boxísticas.

Quizás una fotografía en bikini.

(no mía, por supuesto).

Y más cosas.

Por lo pronto:


(soy una orgullosa
tía).

9 de octubre de 2007

Adolescentes fúricos y enojados y sangrientos y

Hoy que iba camino a la facultad, en plena avenida Universidad y Tecnológico, me topé con una parvada de chamacos de secundaria muy concentrados en observar a dos que se estaban dando de guamazos.

Me quedé impávida observándolos. Los babas eran unos carajitos de no más de trece años, gordos y chaparros, que se estaban dando puñetazos a mano limpia.

Estaba a punto de sacar mi celular -¿ves?- y llamar a la guardia municipal, pero una señora a mi lado se adelantó e hizo el llamado cívico. Después charlé con ella y compartimos nuestra indignación y "de veras con estas juventudes corrompidas" y "sí, tiene usted toda la razón" y "oh qué bella es usted" y "ay, fíjese que eso me dicen a diario" y "uf, ya me voy" y "jojorojó".

Después me acordé de cuando su servilleta iba en la secundaria.

Aquí contaría una GRAN historia referente a la golpiza adolescente que presencié, pero no tengo tiempo.

Preguntas quedan en el aire:

¿Lilián fue golpeada por alguien?

¿Lilián golpeó a alguien?

¿Alguien, por lo menos, golpeó a alguien?


No se pierdan la próxima entrega cuando... eh... cuando reconecten el internet.

5 de octubre de 2007

Recomendación televisiva del día. Miércoles a las 9. Apúntelo.

Qué buena está Brothers & Sisters.

(me sentí como Álvaro Cueva)

Por fin una serie como las que me gustan: un dramón con personajazos, conflictos ideológicos, un muchacho gay que está bien guapo (Mathew Rhys, a quien ya antes había
alabado extensamente), una muerte en el primer capítulo, negocios truculentos y lazos familiares inquebrantables.


Cómo no me va a gustar si salen mis actores de planta, como mi amada Calista Flockhart, a quien le guardo cariño por interpretar a una Ally McBeal muy neurótica que hacía ver a mis propias neurosis como pálidos conflictos mentales de una muchacha de 21 años. Claro que ahora la hace de una cerda republicana que dice: "Sí, ataquemos a Irak, al fin que se lo merecen por negros y.. eh... ¿que no son negros? ¡¿Y a quién jodidos le importa?! Ataquémoslos anyway!".

Luego está Sally Field como una mamá que llora porque le mandaron a su hijo drogas-duras a la guerra y la hija mayor que es Rachel Griffiths, a quien amo en todas sus facetas, que dice cosas como "No debe haber secretos en el negocio familiar" y "Pásame la sal, por favor".


Ahora las dos únicas series que veo (ésta y House) son transmitidas por Universal Channel, con lo que se resuelve el problema del control perdido y la tecla atascada y otros asuntos. Los astros se alinean a mi favor.


Me recordó a mis hermanos.

Si, yo estoy muy apegada a mis carnales. Ya lo dije y no me avergüenzo. Todos somos adultos (bueno: ellos lo son y yo pretendo serlo de vez en cuando, para que me den alcohol y habanos y me dejen dar mi punto de vista respecto a las políticas públicas).

Lo más ULTRA-genial es que tres de ellos ya tienen su propio JaiFai.

Rescato cosas importantes de cada uno:


Mi hermana Diana tiene unos corazones rutilantes y así. El aspecto de su Hi5 está re-ñoño, pero lo compensa admitiendo que es mi grandísima "fans" y que tenemos los mismos gustos musicales, con lo cual difiero, porque ella en ningún lado puso que le gusta Pimpinela.

Luego está Livia, que viene con una ñoñez aún más grande que la anterior y además, HORROR, dice que le gusta Panda (honestamente, honestamente, sospecho que fue adoptada) a pesar de que su servilleta le diga que es un grupo espurio y la personificación musical de la porquería.

Luego Billy, que se creyó muy galán y bleh: no lo logró. Además, me dice que le llegaron muchos gays y por eso puso una plantilla "masculina". Tampoco lo logró.

Ya nomás falta Yayel, pero él sólo usa Google para ver viejas encueradas y coches con cuatro llantas y un parabrisas. Aburrido.


Y pues nada. Tampoco les interesaba, pero nadie dijo que estaba prohibido hacer esta clase de cosas.


¿O sí?

3 de octubre de 2007

¡Oh por el amor de Alá! ¿Por qué esta vida es un lugar tan cruel?

Ayer fue un día muy atropellado.

Mis desgracias comenzaron desde temprano en la mañana, cuando desperté y me encontré con que mi ojo estaba otra vez infectado. Lo blanco era una masa rojiza y muy hinchada. Fue una visión muy gore.

Luego fui a entrevistar a un mono hasta la colonia Agapito una hora más tarde de lo que debí y NATURALMENTE me dejó plantada.

Mientras tomaba clases, oí que decían "¡Miren lo que está en medio de la cancha" y como no puedo ignorar esta clase de cosas, me asomé. No debí hacerlo. Una INNOMBRABLE viva.

Tengo la suficiente presencia de ánimo como para poner este link. Éste.

Yo tengo eso.

Iba a exponer, pero me largué porque mi ojo se estaba saliendo de su órbita, con lo cual pensé que ya me había librado del suplicio. Error garrafal. Voy a ser la primera en exponer mañana.

En la noche me dolió mucho mi muela. Según la sabiduría popular, estoy en medio de un proceso que me convertirá en una persona más juiciosa, madura, consecuente y templada.

Pamplinas.

En mi sueño, como si todos estos problemitas insulsos que he enumerado no fueran suficientes, soñé con la puta innombrable.

No pude gritar ni abrir los ojos porque tenía los globos oculares embadurnados de Terramicina Oftálmica.

Y otras cosas más jarcor que no merecen mención. No es cierto. Es que mis desgracias me parecen infantiles y quería darles a entender que me afligen, además, asuntos de índole sentimental que no me dejan en paz. 

1 de octubre de 2007

¡Osh!

Sólo deseo consignar que el 95% de lo escrito en este bló es una broma.

Una broma mala, rastrera, insulsa y sin sentido.

Por cierto:

Estoy embarazada.

(y luego uno no sabe qué tanta porción de verdad puede caber en ese 5% restante).