Consejos para iniciar una relación romántica

En una Cosmpolitan leí que la movida sexual que los hombres menos esperan es aparecerse con un disfraz de Chewbacca y gritar ¡spam, spam, spam! mientras nos golpeamos el pecho. También leí, en un artículo sobre "lo que piensan los hombres en la primera cita", que entre sus pensamientos ocultos está el siguiente:

(cito)

"Me pregunto si sus ocurrencias espontáneas se convertirán en patologías irritantes con el tiempo".

Pues bien, hombres, les tengo una noticia:

Sí, son patologías irritantes.

¡Seamos sinceros! He llegado a la conclusión de que la falla número uno en las relaciones románticas, como tan sabiamente enunciara Enrique Jardiel Poncela, es mostrarnos medianamente distintos a como el objeto de nuestro afecto nos imagina. O, en términos llanos, distintos a como le hemos hecho creer que somos.

Abundo: yo suelo, por ejemplo, mostrar una imagen edulcorada de mí misma. Sin querer, digo. Potencializo mis cualidades nerds, me muestro con mis mejores ropas, suelto mis chistes de ocasión y guardo silencio en los momentos requeridos. En una palabra: les hago creer que soy una muchachita alivianada.

Craso error.

Al cabo de unos meses, cuando mis irritantes patologías han hecho mella en la relación, los interfectos me acusan de haberles mostrado un rostro animoso y accesible... cuando en realidad soy (de nuevo cito) una azotada amarguetas con repentinos ataques de irritabilidad, neurosis inminentes, una ofidiofobia ridícula, impuntual y que no sabe hacer café.

¿La solución? Advertirles desde el principio que estoy desquiciada, que nunca llegaré temprano, que me pongo de mal humor sin razón aparente, que detesto que arrojen los papeles sucios al cesto de la basura y no al excusado, que no sé combinar la ropa y que mis chistes en realidad no causan gracia alguna.

Si entonces, y sólo entonces, deciden seguir adelante... Que Alá los bendiga.