La última vez que nos vimos... No: la última vez que estuvimos juntos, cuando me soltaste a bocajarro una frase que creí impensable, estaba sonando Daphne Descends. No te diste cuenta o no la reconociste, pero ahí estaba.
Nunca te lo dije, ni se lo he dicho a nadie, pero ese momento fue una especie de apoteosis en mi vida.
Dos días después escribí, sin ningún propósito:
Y ahí fue. En ese segundo exacto. Fue como si, en la proverbial escena que repito con celeridad a todos mis conocidos, me arrancara el corazón de tajo y lo lanzara al bote de basura.
Y un párrafo más adelante:
Cuántas veces recorrí el trayecto a la universidad escuchando esa canción: en ella vi reflejadas las incertidumbres del futuro cercano. Sufría bastante entonces, por otras razones.
La última vez que te vi, por accidente, sonaba Daphne Descends. Es lo curioso: ¿Por qué extraño motivo sonaba esa canción justo ahora, meses después, al verte de nuevo? De todas las posibilidades y todas las casualidades, ésa sigue sorprendiéndome. Que esa canción siempre signifique el final definitivo e irrevocable.
No es ningún manifiesto ni nada parecido. Sólo quiero dejar asentado, ahora porque me acuerdo y al mismo tiempo suena Daphne Descends y estas casualidades me llevan a recordar ese momento, que quizá exista alguna señal cifrada en ambos hechos.
A los doce años, cuando los Smashing Pumpkins solían ser un mundo inexplorado y al mismo tiempo atractivo y sagaz, no imaginaba que terminaría sintiendo lo que sentí por alguien como tú (cualquier cosa que eso signifique) y que eso terminaría siendo la cosa más importante de este mundo.
Por eso es bueno ser ingenuo.
Además la canción tiene una letra impresionante, ¿no crees?
It's the perfect hassle
For the perfumed kiss
He makes you miss him more than home
You love him
You love him more than this
You love him and you cannot, you can't resist
You love him
You love him for yourself
You love him and no one, no one else