Como muchas personas, tengo una fijación con el tiempo pasado. Pero no con un tiempo remoto, ocurrido hace décadas, o siglos, o milenios. Siempre pienso en la vida, en mi vida, hace unos años.
Anoche soñé que podía viajar al pasado, al pasado reciente. La década de los ochenta, por ejemplo. Eso siempre me ha atraído de una forma inexplicable.
Cómo me encantaría ir a 1995 y maravillarme con todo lo que había en 1995, aunque yo haya vivido ese año con absoluta tranquilidad. Iba en tercero de primaria, tenía un gorrito de falsa mezclilla con un girasol en la frente, las niñas escuchaban a Fey, veía El Príncipe del Rap en la tele, leías las revistas Eres de mi hermana, salía con mi bicicleta, todo era tan simple y tan fugaz. ¿Pero cómo sería 1995 ahora? No me refiero a vivirlo entonces con la edad que tengo ahora, sino como soy ahora, con todo lo que sé.
¿Cómo se sentirían si regresaran a septiembre uno, 2001? ¿No tendrían unas ganas incontrolables de ir por ahí diciendo que en diez días el mundo, tal como lo conocemos, cambiará por completo? No podrían mantener una conversación racional sin soltar cada dos minutos las cosas que ocurrirán: un ataque terrorista, una guerra en Irak, el primer presidente negro en Estados Unidos, el primer presidente enano en México, la muerte repentina de Michael Jackson, un tsunami de proporciones épicas, una película sobre unos extraterrestres de color azul y otra sobre unos vampiros que brillan con la luz, toda la clase de detalles idiotas que ahora nos parecen tan cotidianos y normales, pero que entonces son desconocidos y por lo tanto fascinantes.
En mi sueño visitaba a una amiga en el pasado y me hacía la firme promesa de comportarme normal, sin soltar predicciones. Y todo me fascinaba: la música, el color del cielo, los comerciales en la televisión, la ropa de la gente común en la calle, la sensación de una época que ya se terminó.
Viví los primeros seis años de mi vida en el sur del DF, pero ya olvidé casi todo. Recuerdo cosas. El color de los sillones, las escaleras de nuestro edificio, hasta un amigo de mi hermano que se volteaba los párpados y corría por toda la unidad asustándonos. El eclipse solar de 1992. Los pequeños azulejos del "chapoteadero" de mi jardín de niños, que arrancaba y guardaba en una bolsita como si fueran piedras preciosas. El Gigante al que íbamos por la despensa. La zapatería Canadá en la esquina de la avenida. La vez que me picó un azotador en la cancha donde mis hermanos entrenaba con los "Pumitas". Cuando mi hermano se escapó y terminó concursando en la cucaña de TV-O.
Sin embargo, son recuerdos muy difuminados, que se pierden con facilidad. Tal vez me sé todo por conversaciones, aunque estoy segura que muchas de esas cosas, y otras más triviales, permanecen dentro de mí sin que las haya nombrado jamás. También por las fotografías. Pero hay algo dentro de mí que siempre regresa a ese departamento, a esa calle, a ese jardín de niños, a esas noches, aunque sé que es imposible: no hay forma, ni aunque volviera y caminara por los mismos lugares. Es irrecuperable.
Si pudiera viajar en el tiempo, con todas las posibilidades que ello ofrecería, elegiría ir a esos días. 1991. Luego iría a 1995. Luego iría más atrás, cuando no había nacido, y vería a mis hermanos cuando eran pequeños y mocosos, y a mis papás en sus atuendos setenteros, sentados en el cine. Vería las cosas que me son familiares.
Todos sabemos que los viajes en el tiempo, de existir, estarían restringidos. Como ese oh, sabio artículo en Cracked.com explica, si quisiéramos ir a una época muy remota seríamos tomados como brujos, no podríamos comunicarnos en ningún idioma posible, moriríamos de hambre, no tendríamos identidad ni dinero, y envejeceríamos más rápido. Además, como Abraham Simpson le aconsejó a Homero, tendríamos que ser muy cuidadosos de no tocar nada y alterar así el curso de la humanidad.
Pero yo quisiera ir al pasado y volver a tocar mi sombrero con girasol. Mis Barbies. Los vestidos que me ponían cuando era una niña. Los objetos que antes significaban tanto y que me darían una sensación de triunfo, de algo recuperado, como cuando encontramos algo que creíamos perdido o nos topamos de pronto con alguna prenda de vestir que ya habíamos olvidado que teníamos.
Y ante todo, me gustaría ir al pasado para sentarme en una esquina y observar a la mocosa cejona vivir en otra época, sin las preocupaciones de ahora, con la inocencia de entonces. Creo que sería muy agradable. O triste, depende del ánimo con el que viaje.
12 comentarios:
Yo tengo la misma fantasía pero más tonta, por ejemplo: Ir yo (el de ahorita) y advertirme al yo, del pasado, sobre muchas cosas que me arrepiento de haber hecho.
Pero eso no es lo suficientemente inteligente. Quizá nunca hubiera aprendido nada y ahora mismo estaría viviendo en un bonito apartamento con vista a Central Park o tirado en una esquina de Eje Central con una latita de solvente o haciéndome millonario comprando ropa barata en Almacenes García y regresar a este tiempo para montarme una tienda vintage-hipster en la Roma, no lo sé, es un arma de doble filo saltar dimensiones y sobre todo, desafiar los designios de Dios, jajaja.
:)
Siento lo mismo. Envidio el sueño :s
Atte: Juan Ramón.
No sé qué me pasa con la nostalgia, veo un objeto insgnificante y pronto recreo toda una historia de mi infancia/adolescencia/infancia/tiempos mejores y me pongo emo de las cosas que fueron y ya no son.
Creo que de viajar en el pasado me la pasaría llorando como Magdalena así que...mejor no.
Saludos
Argh, mi argumento anti-viaje en el tiempo es ese de no moverse también en el espacio. Me sentía muy listo y original, ahora tendré que viajar en el tiempo y publicarlo antes que todos, muajajaja.
A mí me gustaría viajar y hacerme amigo de los famosos. O algo así.
Que bonito post Lilián!!!
-el final es sumamente identificable con cualquier persona-
(yo también he querido ir a visitar a esa niña que solía ser...)
Yo también quisiera viajar en el tiempo para ver a esas personas que ya no están, para abrazar mi amado oso navideño ,soy una lectora de tu blog, cada vez que te leo me haces reflexionar sobre cosas que evito pensar.
Yo ya no vuelvo a ir al Pasado, porque lo volveia a alterar y entonces no sería un Unicornio... sino un Dragón.
(Y con el trabajo que me costó arreglarlo todo!!!)
Pero, gracias, intemporal LiliÁn, por recordarme al "Proyecto Proteo".
Temporalmente, se despide,
el atemporal Caballito con Cuerno...
P.D. Si no me crees, ve lo que le pasó al John Connor: ¡cómo lo desgraciaron en la 3era. y 4ta. películas del Terminator! Olvídense de viajar en el tiempo para echar a perder un "argumento de película", jeje!! Ciao!
A mí me hace viajar en el tiempo las canciones, la música que escuchaba en ese momento y que ahora, al escucharla me transporta allá otra vez. En 1991: Nirvana, Metallica, Guns'n Roses, Michael Jackson y recuerdo aquel viejo salón de la secundaria. En 1994: Pearl Jam, The Cranberries, R.E.M., Tool, los "juguetes Radioactivos" del 98.5 de FM, con los cuales viene a mi mente el trayecto que hacía hacia la Preparatoria cada mañana y bueno... así podría enumerar más fechas. Saludos
Gente, miren que soy argentino, gente nostálgica y tanguera por naturaleza, pero... ¡¡¿los 90?!! No se me ocurre década más mierdosa para viajar en el tiempo que los 90.
Entiendo la reflexión de Lili, esta preocupación de ver cómo es eso que una veía de púber verlo ahora de grande, pero... no. Los 90, no way. Y al futuro ni loco, la posibilidad de que sea aún peor que nuestro presente es una perspectiva demasiado aterradora.
Los años locos, los 20. Ahí tienen una década demente y genial y en la que pasó absolutamente de todo (y que, por ahora, se viene salvando de la maldita moda retro, gracias a Alá). No había antibióticos, cierto, pero ahí es donde me llevará mi tostadora el día que Homero la arregle. O los 60, aunque en mi opinión están un poco sobrevalorados.
todas las veces que he fantaseado con viajar a mi propia adolescencia, jamás pensé en las advertencias o los vaticinios (es interesante ahora que caigo en la cuenta, ya que lo mencionas). en lo que siempre se centra la fantasía, es en poder tomar decisiones sabiendo lo que sé ahora. tirarme al novio guapérrimo que tenía a los 16, en vez de conservar pudorosamente mi castidad, por ejemplo...
Sin pensarlo iría a salvar a Michael Jackson y guardaría sus datos personales para volver al presente y lueego buscarlo hacerlo regresar a Neverland y vivir con él.
Justo iba a postear algo de esto, pero mejor ya no... voy a tener que pensar en otra cosa, ya no pienses antes que yo, gracias.
Recuerdo vagamente una tarde que tenía mucha fiebre y me despertó TVO. Estaba tan enfermo que pensé que ya había dormido un día y medio y era la tarde del día siguiente. Raro.
Publicar un comentario