6 de enero de 2010

Desde la mitad del mundo


Escribo rápido porque en unos minutos llega Martín, mi anfitrión quiteño, desde el barrio de La Mariscal (que es como su Condesa, llena de turistas, con calles más parecidas a la Verónica Anzures que a otra cosa).

Mi aventura empezó en el momento mismo en que bajé del avión en Quito, ayudé a una niña abandonada en el baño, caminé al metrobús, unos quiteños jóvenes y buena onda me echaron un aventón a la parada del autobús y, desde luego y haciendo honor a mi torpeza, tomé el bus equivocado.

Llegué a una iglesia evangélica en medio de montañas y caminos terrosos. Una señora gringa, Linda Rogers, unos sesenta años y español perfecto, me dejó usar su teléfono para comunicarme con Martín, y como ninguna le entendiera, me llevó hasta el punto de encuentro. Una iglesia en un camino rural lleno de vacas, desolado, que no invitaba mucho a la ensoñación turística.

Linda fue increíble, me dejó su teléfono, me ofreció su cama, y hasta desconfió un poco del chico desaliñado y rubio, apenas 20 años, que fue hasta la iglesia en su bicicleta. Después fuimos a su casa, una auténtica hacienda de más de 100 años de antigüedad, rodeada por la naturaleza.

Su abuelita rezaba una novena en el completo silencio. Martín y yo esperamos en un patio enorme, con vista a las montañas. Después la conocí, debe tener unos 90 años y es la señora más extraordinaria que he conocido. Tiene un sentido del humor finísimo, vivió muchos años en México (cada diez minutos exactos me dice: "Yo conozco más México que vos", lo cual no dudo un segundo). No escucha bien y anda por la casa descalza, repite las cosas cada tanto, pero es un verdadero placer charlar con ella.

Martín me dijo que en la casa hay una vibra extraña. Me dormí a las 8 de la noche de mi organismo, y no desperté sino trece horas y media después (no había dormido ni ocho horas en tres días). El cuarto en el que me quedo tiene una cosecha, digamos, interesante en el ropero. La cama es de fierro antiguo, muy decimonónica, pero se duerme fantástico. Claro, hasta que en la noche escuché ruidos muy pesados, como de metal cayéndose. Concluí que era Martín y volví a dormir.

Luego sentí un cuerpo acomodándose entre mis piernas, supongo que era uno de los cuatro gatos. Quiero pensar que era uno de los gatos.

Lo bueno que no soy miedosa, porque decidiría no regresar a esa casa donde todo tiene impresa la huella del pasado.








Pausa para sopesar los hechos.

Todavía queda mucho por conocer de Quito, hasta ahora sólo he conocido más bien poco. Quisiera subirme al TelefériQo, aunque Martín y su amigo Arturo sólo ríen nerviosamente cuando les pregunto si quieren ir (dicen que no es la gran cosa). También, desde luego, la mitad del mundo -a 10 minutos de la casa de su abuelita. Y al centro histórico, a la iglesia de la compañía, a algunos museos. Estoy pensando ir a la playa de la Esmeralda, no lo tengo muy claro todavía...

Ésta es la segunda capital más alta del mundo (también estaré en la primera, que es La Paz, Bolivia). Sentí el mareo hasta en la noche, después de tomar café en la cocina de la abuelita de Martín. Aún siento estragos, pero ninguno como para preocuparse. Tampoco he probado platillos típicos, y sólo he visto puestos de fritadas, que supongo es como una gordita de carne de cerdo. Pero hay muchos lugares con comida chilena, china, libanesa y hasta mexicana -con el clásico estereotipo del sombrero y los cactus.

Seguiremos informando.




16 comentarios:

Chilangelina dijo...

Estarás en la mitad del mundo. Pero qué chido, eh.
Toma vitamina ce, no vaya ser a que a estas alturas un resfriadito.

IKNAN dijo...

que suerte que andes por esos lugares!! buena vibra

El Agus dijo...

En algún momento del post pensé que ibas a decir que llegó un tal Melquiades a enseñarles el hielo.

Si, pavoneate, me recordaste a García Márquez.

Ya sabes: sigue posteando por fas.

Don Rul dijo...

Bien. Cualquier viaje sin sobresaltos y sucesos inesperados es inútil. Lo mejor de los viajes es que traicionen toda expectativa.
Yo únicamente (tal vez) me cercioraría de que sean los gatos los que se acomodan en tus piernas por la noche. Por lo demás, todo va muy bien.
Sigue informando.

ge zeta dijo...

Seguiremos leyendo.

La Diabla dijo...

heyyyy que chilo con tu viaje!!!

jejeje no me lo vas a creer... pero no te conosco ni nada y aun asi... soñe contigo hoy!!! jajaja que estabas en mi ciudad tirada en una banqueta ahy como inconciente y luego te subiamos a un carro para llevarte a tu casa y le hablaba por telefono a tus amigos para preguntarles bien donde vivias jejeje y luego ya como que te despertabas de que estabas desmallada y luego nos decias donde vivias y ya te llevaba y te preguntaba que si que onda, qur si no se suponia que tu andabas de viaje! jajaja bien locooooo y llegaban tus amigos y ya pss desperte! jajaja a queeee sueñitos los mios! jejeje

Unicornio dijo...

xxxyyyrrkkzzz!!!
xxqqqrrrsshhzztt!!
(Ruido de radiofrecuencia de fondo).
Bitácora del Comandante, Fecha Estándar: Ma-06012010/2033HTCM.
-Unicornio a "Á"ve Fénix, Unicornio a Ave Fénix-, cambio.
Comunicación recibida. Relato disfrutado. Agradecimientos homéricos. Aclaración de definición de "cuerpo entre las piernas". Aplauso por no ser miedosa. Se aconseja tomar algo que no estreche arterias (por aquello de la altura).
Siga gozando de las peripecias del viaje, sobre todo (ya lo dije antes?) de lo que llega sin esperar: eso es lo que hace el peregrinar algo inolvidable.

Cuídesenos mucho. Disfrute más. Abra todos los sentidos. Ponga una trampa de resorte en las piernas. O Wiskas. O una cámara fotográfica con sensor óptico de disparo. O de perdida un cojín ancho.

Son los buenos deseos del
Ártico Unicornio...

P.D. Seguiremos atentos...

Unicornio dijo...

Uppsss! Lo olvidaba!

Cambio y Fuera.

Radiofónicamente,
el Receptivo Unicornio...

Omar dijo...

No se por qué, pero de cierta manera te extraño.
Saludos.

arboltsef dijo...

Qué chingón, y qué envidia.

Hasta el susto lo envidié.

¡Disfruta!

Luis Gabriel Urquieta dijo...

Definitivamente, después del papel influencial que me otorgas en la aventura, me volveré tu seguidor asiduo de esta aventura, me encanta la frescura de los hechos y la descripción de los pequeños detalles. A tu regreso serás la couchsurfera más experimentada del Valle de Anáhuac. Un abrazo. Por cierto, no dejes de visitar la amazonia.

ZuGab dijo...

Esperamos el siguiente reporte con ansias...

Zanahoria dijo...

Que te siga yendo bien y así. :)

Fire_tony dijo...

Suena padrísimo, qué bien que te la pases bien.

Ojalá todo siga siendo padre.

Un penique dijo...

Casi lloro, esta re lindo tu post.

rafafefifofu dijo...

Yo sólo te puedo decir que no me dan los ojos para leer con la energía con que escribes y que... ¡TE AMO! bueno no, pero me encanta leerte.