7 de junio de 2009

Regresiones


La otra noche tuve una regresión vívida: eran vacaciones de verano y Lety, Laura, Araceli (hermanas y mis mejores amigas desde pequeñas) y yo estábamos en una tiendita de abarrotes en la que ellas estaban trabajando de medio tiempo, mientras la familia estaba de vacaciones. Nos comíamos todas las papas Barcel y los helados Holanda, y los apuntábamos en nuestra "cuenta": la última hoja de un cuaderno, con especificaciones de productos que iban sumándose hasta concentrar deudas extremas como 30 ó 40 pesos. De pronto, se nos ocurrió meternos a la casa ajena y hacer llamadas por teléfono.

Una vez ahí, quise averiguar mediante una llamada telefónica quién le gustaba al que a mí me gustaba. Era un método idiota en lo aparente, pero funcionó a la perfección. Sencillamente, a los 11 años no te parece absurdo hacer una llamada anónima y preguntarle al que contesta: ¿quién te gusta?

Así que lo hicimos. El interfecto cayó en la trampa y contestó de la forma más honesta posible.

Pamela, dijo. Pamela le gustaba.

Lety se quedó con el teléfono en la mano, mirándome con algo que a la fecha no sé si definir como lástima o complicidad amistosa. Colgó de inmediato y me dijo: "al fin que está bien feo".

Esa fue la primera vez que me rompieron el corazón con todas las de la ley... porque antes podía jugar a que los que me gustaban eventualmente se fijarían en mí, que eventualmente tendría novios, que eventualmente le resultaría atractiva al sexo opuesto. Aquí no había forma de justificar lo que era evidente: a él le gustaba Pamela y no yo. No tendría por qué mentir, pues las llamadas anónimas con preguntas así eran frecuentas y la norma dictaba hablar con el corazón.

(tres semanas después, el interfecto le "llegó" a Pamela. Ella, para hacerlo todo aún más teatral, era una tipa precoz, relajienta, que decía groserías y tenía faltas de ortografía: era un asco de persona, pero le gustaba a él, y fueron novios durante tres horribles semanas)

La historia tuvo un final infeliz, y no fue la primera vez que sufrí decepciones amorosas de tal intensidad. Y, como entendí después, esos pequeños fracasos permanecen grabados en algún lugar de la memoria, para manifestarse en pequeñas neurosis e inseguridades de la vida adulta. Son los primeros puntos de un largo expediente amoroso, que se vuelve más complejo en lo aparente pero que en el fondo sigue siendo primitivo.

Ejemplo: en el primer capítulo de High Fidelity, el protagonista cuenta sus 5 rupturas más dolorosas en orden cronológico. La primera fue casi idéntica a la mía, aunque no tan perdedora, y más tarde dice que si hiciera el conteo en una escala de dolor, ésa iría directo al segundo lugar: la humillación preadolescente siempre es dolorosa porque es la primera y porque marca un punto de salida.

Ahora pienso en todos los que tuvieron comienzos felices en su vida amorosa. En todos esos estupidines que querían con la rubia chimuela del salón, y terminaron besándola; en las pamelas con mala ortografía que lograron que el que mejor jugaba fútbol les "llegara"... y pienso en si esto determinó de algún modo el éxito o fracaso de sus futuras relaciones. ¿Será verdad que estamos predeterminados por esas breves pero lamentables decepciones amorosas? ¿Que los que empezamos con el pie izquierdo vamos a cojear por siempre en nuestros encuentros con el sexo opuesto (o el propio, según la orientación)? ¿Es inevitable que ante el chispazo de atracción hacia una persona tengamos siempre, una y otra vez, la regresión a la llamada telefónica en la que se escucha el pamela tajante y lacerantemente?

No sé, pero me da curiosidad: ¿alguien alguna vez tuvo un final feliz con el idiota que se sentaba al final del salón y le arrojaba papelitos con un popote para "llamar su atención"? ¿Hubo quien anduvo con su amor platónico de la adolescencia? ¿Hay personas que se libraron de sufrir esa humillación puberta?

Por lo que a mí respecta, me gustaría dejar de recordar esa llamada cada que conozco a alguien. Me gustaría seguir adelante sin el temor secreto a que en algún momento diga, de forma sincera y sin agendas ocultas, que le gusta la muchacha pamela en realidad. Porque no importa cuán recientes tengamos los éxitos de nuestra vida (todos los "te amos", los ruegos y las lágrimas de otra persona, incluso si la correspondíamos), a la hora de la verdad ese pequeño fracaso tiene más peso que, digamos, 7 años de éxito irregular.












PD. Odio a las mujeres que se llaman Pamela, ¿qué clase de puñetero nombre es ese? JÓDANSE.


21 comentarios:

Eiliux dijo...

No sé si tus inicios determinen lo que será después, pero en mi caso después de años preadolescentes súper losers, en los que nunca me pelaban por andar con "Pamelas" (nombre HORRIBLE, agree) de repente llegué a la edad en la que mi fantasía eterna (perversa, I know) de que el profe se enamorara de mi se hizo realidad y me compensa los años de stalker sin resultados. Ando de cursi hoy, mal plan.

Cuervo del D.F. dijo...

Wow!!... ese post sí que me llegó... hasta me dieron ganas tirarme a la bebida nuevamente por esos recuerdos.. :-s

Efectivamente marcan toda la vida e igual me pregunto si ya dejaré de recordar esos momentos o seguiré desconfiando de alguien que me atrae :-(

E. dijo...

Me gustan muchos tus posts. Desde que te encontré en tuiter y llegué a tu blog leo cada uno de ellos completo y los disfruto.

También leo tus Textos Serios.
Eres genial. Solo quería pasar y saludar.


E.

Pinkrobot dijo...

Mi primer fracaso amoroso es básicamente el mismo caso, diferente escenario y personajes. Mi Pamela se llama Silvia. Y sí, después siguieron una larga lista de desilusiones en ese departamento...

Anónimo dijo...

Tu post me dejó con una sonrisita idiota.
Lamentablemente me doy cuenta de que en mi caso, nunca me fijé en los más guapos ni en los que mejor jugaban futbol, sino en los más talentosos según yo(ñoños), y sí, los babosos se daban(o dan) el lujo de elegir también a la tal Pamela. Argh...

Es la primera vez que paso por aquí y te juro que me encantó tu redacción ;)

Saludos,


Carmen.

Chilangelina dijo...

Jorge, el de la papelería. Tooooda mi pubertad, diablos.
Lo curioso es que hace como tres años fui a la misma papelería, y ahí estaba: heredó el negocio familiar, abrió un cibercafé y sus hijos brincotean ahí todo el día. Y me salió con que un día nos deberíamos de tomar un café.

Nomás con dos décadas de retraso.

Gabriela/undies dijo...

Yo odio el nombre Andrea, pfft.

Sascha! dijo...

Pamela suena a nombre de gordibuena... el punto es que si, lo que más duele es la sinceridad en ese aspecto y saber que ya no hay nada más que hacer.

Hermes dijo...

pura jodida mala suerte... despues de que mi mejor amigo andubo con mi mejor amiga con la que queria y mis dos mejores amigas de despues solo me veian como amigo, todo valio madres... asi no se puede triunfar en el amor :S

Essex dijo...

Preguntas quien tuvo exito con su amor platonico de la secu-prepa a un monton de gente que lee blogs, obvio NO.


Snif.

Lalo dijo...

Igual odio a quienes se llamen Pamela porque denota estupidez, menos a Pamela Anderson porque está bien sabrosa (como dice Lorena C, Pamela suena como a gordibuena).

Y por el tipo aquél... ¡le gustaba una vulgarsota! ¿que le veías a él?

Mandariino dijo...

Hey, mi hermana pequeña se llama pamela.

Lilián dijo...

¿Hay personas que se libraron de sufrir esa humillación puberta?
R= Yo si. Yo anduve casi 9 años con el primer amor, con mi amor secundaresco. Excelente relación por cierto, que terminó más por costumbre que por otra cosa.

¿Me aseguró eso un futuro de relaciones sanas y felices?
R= Para nada. Por el contrario, después vinieron las decepciones verdaderas y fracasos no tan pequeños, que como tu dices permanecen grabados en algún lugar de la memoria, para manifestarse en pequeñas neurosis e inseguridades de la vida adulta.

Opino que aunque empieces tu historial amoroso con el pie derecho, con el izquierdo o dando brinquitos, invariablemente terminarás fracturándote un pie. (Eso si, confío en que eventualmente sanarás y volverás a bailar o no se, lo que aplique en la analogía para decir que todo terminará con final feliz)

D´Maurice dijo...

¡Muerete de Envidia!


D´Maurice siempre a tenido faltas de ortografia, no me sentaba hasta atras, era una especie de cero a la izquierda en la escuela (always).

Cuarto de Primaria, en una escursion una de las dos niñas mas bonitas del salon me pidio ser su novio,

¡la rechace!

Ahora me arrepiento (era muy bonita).


Saludos (Pamela)

LaMaga dijo...

Yo odio a las Claudias, esas mujeres se han dedicado a joderme la vida.

Muerte a todas ellas.

McCoy dijo...

mmmm paaameeeeelaaaaaa mmmm

Unknown dijo...

Yo odio el nombre "Paola" y recientemente el "Irais" y "Damaris". Bueno está bien, odio a un número indeterminado de mujeres, ni que.

Anónimo dijo...

High Fidelity rulea. La lengua inglesa tiene grandes novelistas, sobre todo gringos, mal que me pese.

Anónimo dijo...

Pos yo era muy cínica, siempre he sido. El único niño que no me peló en la secundaria ostentaba el digno apodo de Millhouse -afigúrate-, y como yo sabía que yo no le gustaba pero tampoco me daba la gana quedarme con las ganas, un día le ordené que me diera un beso. Y que me pega un besote lleno de babas. Guácala.
De ahí aprendí que hay amores que es mejor ahorrarse, como hay películas que no tienes que ver en el cine si las puedes comprar piratas.

Kyuuketsuki dijo...

En mi caso se llama Javier... muerte a todos los javieres!!!

AndPerseo dijo...

Espero que eso de empezar mal no determine que te irá mal siempre o estoy total y absolutamente jodida...

Saludos

P.d. En prepa sí se me armó con un amor platónico pero ya hasta después y resultó ser un TARADO al que no aguanté jejeje.