(me gusta poner títulos alarmistas; le da caché al bló)
Pues bueno, choqué. No manejo, así que no choqué yo. Chocó el bruto que manejaba. El taxista, para ser más exactos.
Lo irónico del asunto es que ese día, ese FATÍDICO viernes, la ciudad estaba completamente vacía y se veía esplendorosa. Ante tales arrebatos de hermosura, uno debe hacer lo que cualquiera debería hacer si uno fuera un maldito enajenado dependiente de las redes sociales: tuitearlo.
Así que lo tuiteé: aquí.
(seguro están pensando que le falta un acento o dos a ese tuitazo; si fuera ustedes estaría pensando lo mismo... si ustedes fueran yo estarían pensando lo mismo y sufriendo alguna clase de paroxismo gramático. ¡No se alarmen! Tuitear desde el teléfono a menudo conlleva crueles jugarretas, como la de suprimir los acentos; es tristísimo pero lo superaremos)
Exactamente ocho minutos después, el taxista simpático se puso todo tonto y fue directo a estrellarse contra un camión de redilas. ¿Qué hice, luego de cerciorarme que tenía todos los órganos vitales en su mismo sitio? ¡Evidente!
Tuitearlo. Aquí.
Gracias por no preguntarlo, pero no me pasó nada. Sólo un susto mortal. Llegué a mi destino -la terminal de autobuses del norte- con un bonito bronceado verde vómito, y para añadirle intensidad a la aventura, me encontré al suegro de mi hermano. Me recetó sus intenciones de irse a Acapulco y luego de irse a comer con unos parientes y de su gusto por las coincidencias fortuitas. Si mi vida fuera una sitcom con escritores malos, le hubiera respondido con una guacareada colosal.
Maldita sea, lo hubiera hecho.
Dos reflexiones llegan a mi mente:
Pues bueno, choqué. No manejo, así que no choqué yo. Chocó el bruto que manejaba. El taxista, para ser más exactos.
Lo irónico del asunto es que ese día, ese FATÍDICO viernes, la ciudad estaba completamente vacía y se veía esplendorosa. Ante tales arrebatos de hermosura, uno debe hacer lo que cualquiera debería hacer si uno fuera un maldito enajenado dependiente de las redes sociales: tuitearlo.
Así que lo tuiteé: aquí.
(seguro están pensando que le falta un acento o dos a ese tuitazo; si fuera ustedes estaría pensando lo mismo... si ustedes fueran yo estarían pensando lo mismo y sufriendo alguna clase de paroxismo gramático. ¡No se alarmen! Tuitear desde el teléfono a menudo conlleva crueles jugarretas, como la de suprimir los acentos; es tristísimo pero lo superaremos)
Exactamente ocho minutos después, el taxista simpático se puso todo tonto y fue directo a estrellarse contra un camión de redilas. ¿Qué hice, luego de cerciorarme que tenía todos los órganos vitales en su mismo sitio? ¡Evidente!
Tuitearlo. Aquí.
Gracias por no preguntarlo, pero no me pasó nada. Sólo un susto mortal. Llegué a mi destino -la terminal de autobuses del norte- con un bonito bronceado verde vómito, y para añadirle intensidad a la aventura, me encontré al suegro de mi hermano. Me recetó sus intenciones de irse a Acapulco y luego de irse a comer con unos parientes y de su gusto por las coincidencias fortuitas. Si mi vida fuera una sitcom con escritores malos, le hubiera respondido con una guacareada colosal.
Maldita sea, lo hubiera hecho.
Dos reflexiones llegan a mi mente:
- Es la segunda vez que choco en el Distrito Federal. La primera fue, coincidentalmente, a cuadras de mi domicilio actual. Mi amigo conductor, el buen Rafa, no tuvo la culpa. La culpa la tuvo una tipa que se pasó un alto y luego huyó y dejó evidencia que pudimos rescatar para incriminarla y luego acusarla y permitir que se la llevaran a Tailandia como presa de por vida. Aún recuerdo la sensación de pasearme por un hospital sin más ropaje que una fría batita hecha de tela para trapo, subida en una sillita de ruedas que de buena gana hubiera echado a andar con furia por los pasillos del "nosocomio". Nos sacaron radiografías craneales, que aún conservo y que pretendo convertir en un cuadro para adornar mi sala.
- Mi segunda reflexión es que los tuiteros, esos entes con los que uno convive electrónicamente durante casi todo el día, son unos sujetos muy buena onda. Es reconfortante que un montón de extraños te pregunte cómo estás y si no tuviste daño cerebral irreversible. Aunque me duela, lo voy a admitir: en muchos sentidos, son más simpáticos que los blogueros. Quizás porque uno tuitea durante más tiempo del que bloguea, constantemente y sobre estupideces. Están más a la mano, como los colegas aburridos o los contertulios de cantina o los condiscípulos del salón. Uno se acostumbra a los tuiteros, los da por sentado, discute y charla con ellos como si estuvieran en la misma habitación y, al final, cuando uno tiene un accidentillo, se congregan para desearle a uno que pueda pronunciar las palabras correctamente luego de semejante golpazo.
- No me golpeé la cabeza, pero...
- ¡Shazam!
Todavía ayer, en casa de mis sacrosantos padres, mi mamá me recordaba a cada minuto que lucía pálida y verdosa. Me prohibió los huevos y las emociones fuertes, así que he estado confinada en un gallinero tomando tecito de tila.
Porque así se curan los sustos, ¿no? Con animales de granja, ¿no?
21 comentarios:
Debo aceptarlo: ni aunque fuera yo tuitero sería simpático.
Y los títulos alarmistas impactan más al puro estilo revista de chismes:
Choqué...¡y pensé en Twitter!
O no. Solo es una sugerencia.
me recuerda al post de @plaqueta donde decía que al ser atropellada lo 1o que pensó fue en bloggearlo... mmm, pos sí, así es esto de las cyber adicciones, ni modo!!
Dicen que para el susto también es bueno comer un pan duro, pero creo que eso era poco después del suceso.
Efectivamente ví tus "twits" al momento en que te pasó eso, pero el simple hecho de poder "twittearlo" es buena señal de que casi todo estaría bien en tí.
Espero pronto se te pase el susto.
Saludos!.
Pues yo me enteré de tu post en un tuit y...también de este post. No sé si somos buena onda o más adictos al internet. Saludos.
Qué bueno que no pasó del susto.
Me da mucha risa porque ese mismo viernes yo me tuve que inventar una mentira de un choque para salvar el trabajo de alguien, y después ese alguien y yo pensamos: no nos la van a creer, ¿quién puede chocar hoy con la ciudad tan vacía?
Jajajajaja... el taxista ese que te llevaba.
Lo bueno es que estás bien.
Saludos.
¿Y los bloggers que son twitters?
¿Si son buena onda serán Twitters que bloguean y sino son bloggers que twittean?
Cha... tus accidentes viales en el D.F. siempre tienen algún acercamiento con la red y lo virtual. Son señales...
¿O sea que el blog ya pasó de moda? ¿Hay que cambiarse a twitter?
Je, me recordaste a la abuela de Arnold (el de "¡Oye, Arnold!"), que cuando anda mal de la cabeza empieza a actuar normal.
Por lo menos no manejabas tu, lo peor es chocar, lastimarte, espantarte y en vez de preocuparte por tu salud tener que reponder o tener que reclamar al otro y lidear con los polis y todo eso, es horrible.
Dra. Lilián, I presume...?
Ooppsss, perdón; vuelvo a empezar:
Todo bien, supongo?
Más cuidado con el uso de las minifaldas primaverales (los colegas taxistas tenemos... ejemmm, digo, tienen espejos orientados por láser estratègicamente distribuidos para hacer como que espejean afuera pero ven las pierrrnnnassss de las usuarias (y de algún trasvesti de no malos bigotes, desafortunadamente).
Consejeramente, te desea recuperación tuitera...
el ruletero Caballo con Cuerno...
¡AAhhh! Olvidaba decir que...
¡por eso chocan los muy libidinosos!
Yo por eso manejaba de pie, para ceder el asiento a alguna otra pasajera...
Caballerosamente,
el erguido (dije ERGUIDO, no parado!) Unicornio...
yo propongo agarrarnos a golpes con los tuiteros y el que gane se queda con el cariño de lilián (y sus radiografías)
(me gusta poner títulos alarmistas; le da caché el bló)
debería decir: (me gusta poner títulos alarmistas; le dan caché al bló)
;)
Rosario: No necesariamente. EL HECHO de poner títulos alarmistas LE DA caché al bló.
Está correcto.
Saludos.
Jorge.
Creo que eso solo puede pasar en esta ciudad. Pues yo uso el programita-pagina ese/esa y digamos que la simpatía no es lo más destacable de mi personalidad. Por supuesto que los títulos “alarmistas” dan estilo, pregúntale al periódico “La Prensa” o a la misma revista “Alarma” que venden más ejemplares que Oé y Kundera juntos. Saludos.
“Buenas Noches, Buena Suerte”
Me uno a los que te felicitan por salir completamente ilesa y sin ningún órgano fuera de su lugar. Aunque una tuiteada estilo:
"Acabo de chocar y esto lo escribo con mi brazo unido a mi cuerpo solo por una vena"
hubiera tenido un impacto mediático extraordinario.
Újule, queda plenamente demostrada mi vejez: no tuiteo, aparte me gusta quedar desconectada por días enteros mientras me da le mal del Dr. Manhattan.
fui una semana al DF y el último día de mi estadía, un muchachito ebrio chocó el taxi en el que yo iba
Sí, así se curan; de hecho si combinas 3 o 4 animales de granja con te de tila obtienes un somnífero espectacular y diosito mata a un pollito en china.
Todos ustedes, tuiters, están enfermos. Muyyyy enferrrrrmos caraiii.
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