27 de enero de 2009

Los días de universidad


Ayer y hoy estuve en la universidad. Por fin tramito mi titulación, que finalizará un ciclo y abrirá otro. El primero está muy claro: mis años universitarios. El segundo es más elusivo y se compone de esa etapa parecida a la adolescencia, en la que uno tiene que asumir que es un adultito con responsabilidades y por otra parte bebe en lunes en casa de su amigo de la prepa y dice sandeces sin pensar. Es como un Benjamin Button con deudas: un niño en un cuerpo de viejo que se aparece por la oficina con sus Converse gastados y pretende que la gente lo respete.

Todo está cambiado en la facultad. Hay un edificio sobre la cancha: qué buenos momentos tuve en esa cancha, ninguno de ellos mientras practicaba deportes (o sí: una vez). Las secretarias son tan ineptas como hace un año. Vi a una tipa a la que solíamos llamar
La Gremlin y de quien opinábamos que lograría titularse nomás por fea. Me senté en la cafetería y pedí una ensalada de milanesa, que era mi favorita, pero la nueva dependienta me contestó de mala gana que ya no hacían eso... Me di la vuelta y me salí muy enojada. También vi a un maestro al que apodaba el "Ultra-Sexy" y a quien, de haber tenido la oportunidad, me hubiera dado. Pero nunca la tuve.

Me enteré de que mi profesor de Teoría Social, un sociólogo respetadísimo que tenía un peinado como el del doctor Chapatín, murió hace poco. Sentí mucho la noticia. Todavía en la mañana estaba imitándolo, la forma en que gesticulaba, cómo decía "luego entonces" para ligar todas sus frases y el modo en que caminaba. Me sentí vieja y separada de mi juventud universitaria.

Y entonces, mientras estaba formada en Servicios Escolares y veía a los estudiantes en su hábitat natural, me di cuenta de que recuerdo con mucho cariño esos años sólo porque ya no tengo que vivirlos. Descubrí que toda mi experiencia universitaria estuvo marcada por mis enredos sentimentales, que solían ocupar la totalidad de mi tiempo libre, y que vivía sumergida en cuitas que sólo el joven Werther podría comprender. Era feliz, pero esporádicamente. Era pobre y no había a quién reclamarle. Era impuntual y nunca logré componerme.

Después pasan los años, te consideras una persona ordenada y completa, y regresas. Quieres impresionar. Quieres demostrarles que ya lo superaste, que ya no te sientes fuera de lugar.

Traté de imaginar cómo sería regresar con todo lo que
ahora sé. Sería lo mismo. En el fondo siempre seremos unos adolescentes barrosos e inseguros. En el fondo hay instituciones que nunca podremos derribar, mitos que siempre nos avasallarán, situaciones de las que nunca podremos reponernos. La universidad, los estudiantes, la popularidad, las buenas calificaciones, la vida que no es decadente... son asuntos que aún no puedo enfrentar y que permanecerán así, en un loop atascado en el tiempo, que siempre se repetirá y donde invariablemente voy a ser la perdedora.

Algo bastante gracioso es que la foto de mi credencial, como la de todos los universitarillos, es bastante mala. Nos la tomaron el mismo día que fuimos a pagar nuestra incripción, después de formarnos durante cuatro horas, y sin aviso. No conozco a nadie que salga bien. Todos salen sudorosos, despeinados, confundidos y aterrados. Para mí, es el retrato fiel de mi estancia por la universidad: una mueca prolongada.


Creo que si pudiera regresar, sólo hay una cosa que haría: llegaría temprano siempre.

11 comentarios:

«danito» dijo...

Yo ni me he titulado. Y me da miedo pararme para hacer los tramites. 10 años despues.

Si yo regresará a la escuela creo que sería todavia mas vale madre que antes. Asi como en el trabajo, me esfuerzo poco para lograr lo mismo.

Aquiles Digo, antes Jordy dijo...

Vaya, una entrada cargada de cierta nostalgia. Aunque también se percibe desencanto. Curiosa la foto. ¿Por qué intentarías llegar más temprano?

Lilián dijo...

Ahora que estuve en la facultad tan temprano y estaba todo cerrado, pensé en todo lo que me perdí por estar dormida en mi pensión estudiantil. Todas las columnas que no leí en la biblioteca, todas las clases que me perdí, todos los buenos momentos que no viví por... dormir.

El momento MÁS SUBLIME de la universidad... no lo vi. Porque llegué tarde. Y fue cuando un maestro SÚPER obeso rompió una silla al sentarse. Fue tan bueno. He aquí la constancia.

Lilián dijo...

En mi blogroll de hoy leí 3 post que tenían que ver con la universidad y algo asi como 'hace unos años, cuando era joven...' :-S

Yo siempre llegaba temprano a clases y tampoco estuve en 'los mejores momentos' asi que...

Pável dijo...

Pinche Nostalgía...

Mis años en la uni? chale... igual que los tuyos... con la bronca extra de pasar las pinches materias.

Uvé dijo...

Siempre queda ese dejo de melancolía sobre la universidad, o la idea de que pudimos haberlo hecho mejor; pero opino que mejor haberla cagado en la uni que como profesionista.

saludos

Don Gato dijo...

Pequeñas cosas que noté y que me llamaron la atención:

1.- Todo el mundo (todo) está hablando de la película de "Benjamin Button".

2.-La palabra "clase" pudo haber sido agregada a la frase "de haber tenido oportunidad, me hubiera dado". Nótese el doble sentido que posee (jaja sólo es humor).

3.-¿Facultad=UNAM? ¿Qué facultad?

Saludos.

Octopus Queque dijo...

Wow! en tu foto te ves bien acá, malosa. En mi foto de la prepa salgo más gordilla, con labial rosita aaaaw, toda ñoña y cara de tonta. Yo tmb acabo de poner algo de nostalgia, es que yo me encontré con un archivo de un blog jajaja qué pena. PEro, siento lo mismo, recuerdo con cariño todo lo de la prepa y spe que tmb extrañaré con cariño la universidad. Bebamos clamato!

Saludos amiguiiii.

Lilián dijo...

Rodo: cuando dije "me hubiera dado", lo dije en la acepción comercial-de-Sprite. En términos cristianos: me lo hubiera cogido.

¡Ay! Qué vulgar.

Anónimo dijo...

Soy una impuntual, pero intento reponerme. Casi acabo la uni, me siento igual. Trabajo y tengo cero presentabilidad, soy pobre y endeudada tambièn.

Aline Salazar dijo...

Esa foto make me go chale