No, en realidad no.
Digamos que Lety siempre supo quiénes eran los Reyes. Yo no. Pero aunque ya íbamos avanzadas en la primaria, se cuidaba de no revelarme demasiado; con ello contribuía a una insípida inocencia que a mí me quedaba holgada, y de la que quería deshacerme lo más pronto posible.
Luego, a los 14, su primo divorciado nos llevó a andar en su convertible modelo 1982 (hubiera sido un hit en la primera temporada de Miami Vice). Fue la primera vez que tomé vodka con jugo de naranja, y sin duda debió ser de las últimas, pero aprender pronto y por las buenas a casi nadie se le da. Menos a mí.
Fue la primera en tener romances prohibidos, y sus hermanas (mías también, después de tantos años) la mirábamos con algo de envidia y curiosidad, como se mira a un tipo que fue asaltado a las afueras de un téibol: sientas lástima y envidia al mismo tiempo.
También debo decir, casi de pasada, que el primo divorciado me lanzó a la perrera completa de buenas a primeras. Yo, que casi todo lo había aprendido de la Eres, veía la aproximación como un asunto repulsivo del que no se hablaría jamás. Trece años (él tenía 27 entonces) me parecían abismales.
No sabía discernir, pues. Me gustaba Pimpinela, ¿qué se puede esperar de una adolescente pueblerina que gusta de un dueto incestuoso y obsoletísimo? Tan obsoleto como los casettes que escuchábamos Lety, sus hermanas (mis) y yo sin descanso.
Oh, oh: el tipo ahora es un cristiano que no pierde oportunidad para recordarnos por qué el reino de nuestro señor JesuCristo roquea.
Ahora Lety estudia en la UNAM y está a punto de convertirse en una respetable abogada.
El domingo aproveché que se encontraba en mi amado Polotitlán de la Ilustración, con la Respetable Señora Quedada que funge como su patrocinadora. Ya que mis inminentes (¡ay!) compromisos laborales me obligarían a asentarme en la ciudad de la torta de tamal con premura, pensé que no estaría mal pasarme un par de semanas con ellas. Como hace un año, en las vacaciones de Semana Santa, en las que rompimos algunas reglas básicas tales como bajarse por adelante en el microbús.
Estábamos comiendo, le informé a la Respetable Señora Quedada mis planes, y todo transcurrió normal entre los comentarios simpáticos del niño que se cree Aquaman y lo excelente que había quedado el guacamole y uf.
En eso, la doña se me acerca, me mira con sus ojeras intimidantes, y me dice:
- - No quiero que Lety se salga del huacal. En mi casa tengo reglas que se respetan.
Yo, que usualmente soy estúpidamente cortés a veces sin motivo alguno, le aseguré que tenía toda la razón, que no había nada de qué preocuparse, y que si por favor podía pasarme una tortilla porque ese guacamole no podía quedarse mirando ahí nomás por otro infame segundo.
Luego algo, no sé qué, me empezó a caer directo en el estómago (no era el taco, se los aseguro). Lo siguiente fue hablar del cambio de horario, de las operaciones bursátiles, de la filosofía hegeliana y la artesanía nayarita. Dije que tenía prisa y me fui a mi casa casi corriendo.
En el camino me cayó el veinte (imaginar a la autora corriendo por una calle adoquinada, en medio del atardecer, mientras se detiene frente a una casa donde ensaya una banda guapachosa y se lleva la mano al estómago como si las tripas se le fueran a salir por la boca).
Pensé que sí, tiene razón: ¡Cómo admitir a una drogadicta alcohólica ninfómana buenaparanada impuntual de pacotilla sonsacainocentes pervertidora de menores coprofílica landronzuela mitómana amarranavajas esquizofrénica domadora de leones malayos trepadora social inmoral cínica y desgraciada! ¡Cómo!
Lo bueno es que le haré el favor de mantenerse alejada de las malas influencias. Para mayores señas: quien esto escribe, víctima del ardorrrrrr.
Ya, honestamente, creo que fue el peor insulto que he recibido en mi vida. Por mucho.
Pinche vieja.
8 comentarios:
yo siempre he querido que alguien me diga que soy mala influencia... siempre...
snif eres mi ídola
No te sientas mal. Es parte del proceso natural de convertirte en paria. Los padres siempre pensarán que sus hijos son influenciables y no influyentes (a menos que lleguen a subsecretarios o algo así). El día que algún pariente te mire con ojos tiernos y te diga: “Cuánto bien le haces a mi cachorrito”, preocúpate porque te estarás echando a perder.
Aparte de que sí eres mala influencia.
Vargas Llosa dice que escribir es tomarse revanchas contra la vida. Tú lo hiciste magistralmente en este poust. ¡Carajo, cuánto pinche talento!
Es el problema de los pueblos chicos: los infiernos grandes.
Yo creo que mas bien es cómico el asunto: tu, cuya decencia se mide por la honestidad con la que te conduces -pese a quien le pese-, contra la imagen de decencia y puritanidá que la ñora tiene de tu amiga - en los pueblos y en las familias cochambre, nunca se cuestiona la castidad de la nena, no se aunque que sea la novia de la cuadra-, especialmente porque ya te vas.
Velo de la siguiente manera: cuando ya no frecuentes tanto esos lares, te darás cuenta que lo insignificante que fué el asunto, de lo terriblemente importante que les resultarás para seguir hablando de ti en tu ausencia, y que hay peores insultos en la vida y no sabes lo que te espera.
Kiddin´, te vas a divertir como enana.
Groo groo.
Mal influeyeme a mi!!!!
¿Insulto? ¡Si por que eres drogadicta alcohólica ninfómana buenaparanada impuntual de pacotilla sonsacainocentes pervertidora de menores coprofílica landronzuela mitómana amarranavajas esquizofrénica domadora de leones malayos trepadora social inmoral cínica y desgraciada es que me caes chido!
¡Válgame! A mí de lo único que me han acusado en la vida es de ser lesbiana y ninfómana. Aunque en alguna ocasión un "ente" le informó a una de mis amigas que sí le gustaba, pero era "demasiado liberal" como para ser su novia.
Además, las mamás siempre piensan que son las amigas las que inducen a sus hijas al mal. Les permite dormir mejor en las noches.
Vaya descripción de tu persona, eh? Esperemos que todo eso te sea suficiente para no ser una víctima más de la Ciudad de México =)
Cuando llegues a vivir por acá habrá que ir a beber unas cervezas para celebrarlo...
Alguna vez yo... qué digo alguna vez! Durante toda la secu y la prepa yo siempre fui considerada por los padres de mis amigas la "mala influencia".
Afortunada o desafortunadamente, nada de eso fue cierto. Yo siempre fui la más "controlada", por no decir cuerda, decente. A lo mejor fue porque yo nunca me quedaba callada y siempre hacia que mis ideas se escucharan, maybe, maybe not. El caso es que llegó un punto en que era bastante halagador ser "la mala influencia".
Btw, se llama identificación proyectiva con un poco de desplazamiento, la ñora ve en ti lo que sabe que es su hija, pero no se atreve si quiera a aceptarlo.
Cool ser la mala influencia!!!!
Saludos!
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