28 de marzo de 2007

Más crónicas de una alumna deficiente

Estaba yo ayer haciéndome la que hacía los trabajos escolares cuando, de pronto y sin aviso, apareció el maestro (y un lector avispado se preguntaría: "¡¿Qué carajos hacía un maestro en pleno salón de clases?!", pero temo decirles que eso ni yo misma lo sé). Se me quedó viendo con esa mirada críptica que tiene, entre cínica y socarrona, y luego preguntó qué hacía:

- Pos aquí leyendo su columna.

El maestro, quien bajó la mirada para encontrarse con el semanario de baja estofa y mujeres encueradas en el que suele plasmar su opinión con cierta frecuencia, se quedó con aire impasible y en eso que me dice:

- Chido.
(creo que en el fondo se reía de que, en pocos minutos, me iba a entregar el examen en el que saqué 5.6 y podría regocijarse con el espectáculo de verme sufrir en silencio...)
Y nada más. Todo aburrido. Sufrimiento al por mayor y el arrepentimiento de no haber ido hace una semana al D.F., plantarme frente a Michelle Bachelet y decirle algo como:

- ¿Le muevo la guata por un peso?

Chale.

3 comentarios:

Perfecto Cuadrante dijo...

Desde mi ignorancia hispánica claman los motes:

Chido, guata, chale

No tengo ni idea de qué quieren decir, argh!

Anónimo dijo...

Como un servicio a los lectores de La Isla a Mediodía:

Chido: (México) (adj.) estupendo, maravilloso.

Guata: (Chile) (f.) barriga, panza.

Chale: (México) no, de ninguna manera. "¡Chale, compadre! ¡Claro que te voy a pagar lo que te debo!"; se ha extendido su uso como interjección usada para contrastar o contradecir expresando protesta, rechazo o resistencia. "¡Chale, yo ni muerta me pondría ese vestido!".

Fuente: www.jergasdehablahispana.org

rogelio garza dijo...

ahora imagina cuando llegues tú a dar clases y te encuentres a tus alumnos leyendo tus artículos en el periódico...