29 de marzo de 2007

Texto aclaratorio entre peliculesco y melancólico

Para nadie es un secreto que este bló se hunde como el Titanic (frase genial que le aprendí a cierta droogie y que utilizamos con asiduidad respecto a las clases, la escuela, los valores humanos, las costumbres mexicanas, el sistema de transportes colectivos, los tacos dorados de papa, el idioma español, la juventud actual y la vida en general). La prueba más fehaciente de que este bló está a punto de naufragar fue el miserable post de ayer, que debe ser la apoteosis del mal gusto (aunque veo con felicidad que suscitó un mini-debate de orden lingüístico). Pero he reflexionado y creo que, aunque la autora de estas líneas se hunda en un mar de abstracciones personales y ande por ahí causando lástimas y de pronto se haga la víctima y por lo tanto sus interlocutores la manden a la Chingada (lugar desde donde les escribo estas líneas) y todo resulte negro y abismal y digno de producción Carla Estrada en colaboración con Emilio Larrosa… creo, honestamente, que La Isla a Mediodía debe vivir.

[Aplausos atronadores en medio de la sala]

Pero no nos adelantemos. No es que me envanezca por este pobrecito bló en el que de repente ni las moscas se paran. Pero tampoco es que esté tan dado al catre (otra frase genial que aprendí en mi tierna infancia de cierto hermano con vocación de merolico… ¡Nah!).

En fin. La imaginación (¿la hubo alguna vez?) se ha ido, así que recurro a tácticas desesperadas. Os pido paciencia y mucha, mucha cafeína.



Comentarios infalibles sin afanes profesionales en torno a tres películas de reciente contemplación:

Napoleón Dynamite: Comedia gringa que resulta ser, mire asté, una comedia infinitamente inteligente (antónimo de gringo). Una película leeeeenta, con diálogos leeeentos y poca acción: la diversión pura. Un muchachito lerdo que se llama Napoleón Dynamite y usa pantalones que Slater de Salvados por la Campana le envidiaría. Otro que se llama Pedro y que es el único, en toda la preparatoria, que tiene bigote. La acción, la atmósfera y los personajes hacen creer que todo transcurre en plena década de los ochenta, pero en eso aparecen los Backstreet Boys (figurativamente) y todo tiene sentido: en este pinche pueblecito de Idaho no pasa un carajo.

El Último Beso: Refrito de una película italiana que, por sí sola, no tiene mayor mérito. La versión gringa, como es de suponerse, está bien babosa. Además, no podemos comparar a Zach Braff (que, aunque simpático, es feonsón) con Stefano Accorsi (Hombre Atractivísimo), por lo que la historia pierde verosimilitud: ninguna chavala con tres dedos de frente se arriesgaría a tener una aventura infiel con un tipo medio zopenco. Y lo peor: todas las mujeres aquí son unas histéricas y están más locas que una noche loca escuchando Livin' la vida loca.

300: Leónidas es Dios. No hay nada más que decir al respecto. Acaso puedo mencionar la patética escena que transcurrió en el estacionamiento del cine, donde siete pobres estudiantes nos creíamos 300 cabrones espartanos que luchaban cuerpo a cuerpo con un ejército de temibles persas (el señor que les echaba un ojo a los coches o una familia que pasaba por ahí). No faltaron los comentarios homoeróticos, la recreación de las escenas cumbres, la repetición íntegra de los diálogos, la afirmación constante de que yo sabía cuán lejos llegaría Gerard Butler y lo mucho, lo riguroso, lo constante, lo asquerosamente cochino que le daría (acción en la que me acompañarían otros “hombres” que desde ya se ponen a entrenar en el gimnasio y no vuelven a posar sus miradas jotolonas en mujer alguna) y, en general, ridículo al por mayor ... Caray: qué bola de nerds.

Luego de meditarlo en consenso general, la conformación de la escuadra quedó como se muestra a continuación:


Colofón:
Inauguro la sección "¡¿En qué estaba pensando?!" con lo mejor y lo peor de los resbalones propios y ajenos. A continuación muestro dos imágenes que la señorita Emily (antes conocida como Fanny) encontró entre sus triques. Ambas prueban que, en efecto, he tenido cortes de cabello más horrorosos que el que luzco actualmente. Caray: lo que uno es capaz de hacer en la preparatoria:


Aún recuerdo ese día fatídico: estábamos en el Museo de la Muerte, en San Juan del Río, y por entonces su servilleta tenía cierta fijación con el catolicismo pero a la inversa. O sea que me creía muy mala y mostraba mi maldad al mundo con malicia. Chale: la ingenuidad.

6 comentarios:

Don Rul dijo...

Lilliancita: No dejes que el bló muera. Aunque de repente sólo se te ocurran cosas como lo de la madera tallada (que si está como para tratarse en un diván), persevera.
Por cierto, fui a la premier de La última mirada, de Patricia Arriaga (hermana de tu admirado Memo), que fue filmada en Qro. Ojalá la puedas ir a ver pa que la comentemos. Posteé algo al respecto en mi también agonizante bló.
Están chidas tus fotos. Tienes una mirada muy guerrillera. Saludos.

Anónimo dijo...

¿Como que clausurar La Isla? Y justo ahora que le estabas dedicando más tiempo...

No te preocupes, la inspiración regresará y dejarás atrás esa idea tan radical de dejar que este espacio se muera.

leeleean dijo...

Nunca había conocido a otra Lilián geminiana.
Buen Blog.

Pico de Gallo dijo...

Seguid, doña Liliancita, que los blós como el suyo, con ese humor inteligente y fresco, son como las proverbiales agujas en el pajar...

rogelio garza dijo...

Aquí un náufrago que suele visitar tu isla para salvarse de morir ahogado en el océano de mierda humana te pide que no abandones la isla.

Anónimo dijo...

pues...yo no voy a decir nada sobre el hundimiento de la isla...solo diré que ya vi 300!!!

por dios que pelicula!!!! ohh sii

y...eso es todo

fin