Con la novedad de que la mitad de mis hermanos acaba de sentenciarme por aquello de que "los balconeo" en este bló. Caray, ¿dónde quedó la privacía?
No, no dejan comentarios ni se dejan sentir. Pero el fin de semana, después de convivir con el ritual del refresco de cebada/anécdota de infancia/carrilla extrema/chisme de la semana/reflexión profunda sobre el acontecer socio-político de México y el mundo/conversación sin sentido aparente... entonces me echan montón y me reclaman cosas de las que ni siquiera me acordaba.
Caray.
No es mi culpa que pierdan sus celulares cada luna llena, ni que no sepan quiénes son AC/DC, ni que salgan en programas de televisión diciendo sandeces, ni que una cruda voraz los mantenga despiertos toda la noche, ni que sus amigos tengan la mitad de su edad, ni que hayan dejado la carrera a dos semestres de terminar, ni que sus suegros sean ligeramente insoportables, ni que -¡lo peor e inevitable!- sean mis hermanos.
¿Qué clase de mundo es éste si no puedo hablar mal de mis hermanos ni por interné?
(jo-jo: ora sí los balconeé)
1 comentario:
naah esa balconeada no vale...queremos nombres lilián!!! nombreeeesss!!!!
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