27 de febrero de 2007

Algunos pensamientos desordenados en torno a los Óscares

A nadie deja de parecerle sospechosa la derrota de Guillermo del Toro frente a la alemana Das Leben der Anderen (Las Vidas de Otros). La controversia ha generado toda clase de reacciones: desde una señora que se aventó de un undécimo piso hasta otra, que ya entrada en la desesperación, prefirió aventarse del vigésimo segundo. Yo salté un escalón como prueba de mi indignación y ello fue suficiente para que un grupo de señores con bastón me imitaran y terminaran rompiéndose la crisma en tan estúpida operación. Al final marchamos por las calles más concurridas de la ciudad y los transeúntes nos arrojaron pétalos de flores y pedazos de muffin de chocolate y un gato muerto.

Y luego desperté de mi viaje.

Sea como fuere, nadie está realmente contento con la repartición de las estatuillas doradas. En los foros de IMDB, la cosa está que arde. Gran indignación y alboroto por lo que llaman "una verdadera infamia". No podría estar más de acuerdo. Sin embargo, voy a ser lo suficientemente objetiva y diré que -como el 97.8 % de los habitantes de este país- no he visto la cinta teutona (aunque me suena harto a Adiós a Lenin, ¿qué le voy a hacer?). Pero El Laberinto del Fauno me arrancó lágrimas hasta que mis conductos lagrimales explotaron y se hicieron papilla en plena sala de cine (gran preocupación por parte de los demás espectadores). Alguno dirá que esto es el pan de cada día en el caso de su servilleta, que lloro hasta con Leprechaun IV. Pero insisto: qué hermosa parábola la de Memín del Toro, cuánta belleza descarnada, cuánta intensidad, cuánta habilidad para mezclar magistralmente la fantasía con los horrores de la guerra civil española... ¡Oh! Te-tengo, te-tengo que ir por un pa-pañuelo.

(Listo)

¿Alguien más notó que el tal Florian Henckel von Donnersmarck (el director alemán) es poco menos que hiperactivo? En cuanto supo del premio se levantó como resortera y armó escandalazo desde su butaca. Lo que más me dolió de su conducta, no obstante, fue que en la algarabía le dio un porrazo al pobre Guillermo del Toro, quien seguramente estaba mordiéndose la lengua para no soltarse a berrear. ¿Acaso no notaron la lágrima rutilante en su lagrimal? ¿Acaso no lo hicieron, cerdos insensibles?

(disculpen)


Lo que honestamente deseo externar es que el triunfo de Guillermo Navarro (por fotografía) y Eugenio Caballero (por dirección de arte) no es un triunfo para México. El triunfo es personal, de ellos. La discusión ya se ha puesto sobre la mesa exactamente 1432 veces, pero me tomaré la molestia de acomodarla de nuevo: el Estado mexicano no apoya a los cineastas mexicanos (Hecho Indiscutible), de modo que ellos tienen que buscar apoyo en otros lugares. Si tienen talento y obtienen reconocimientos (como fue el caso con Del Toro y Cuarón e incluso con González Iñárritu), no es un mérito del país. Vamos: es de una ingenuidad hasta insultante que, ahora que regresan como ganadores, nos colguemos la medallita todos por igual. El Laberinto del Fauno es una producción española, actuada por españoles, filmada en España y -lo extraño- hablada con un español españolado que levanta sospechas sobre su origen español. Hummm. Igual con Children of Men (de manufactura inglesa).

La tipa idiota que hizo el doblaje en Canal 7, de cuando en cuando, soltaba salvajadas como "¡Ganamos!". ¿Ganamos, Kimosabi? Yo por eso lo vi en TNT.

Carajo.

Cosas más ligeras:

Según las encuestas, las más bonitillas fueron Cate Blanchett, Kate Winslet y Rachel Weisz. Acá están, para un buen taco de ojo del público masculino.



Ryan Gosling es ultra-cool. Nomás verlo cuando la cámara lo apuntó, en las nominaciones a mejor actor, y la hizo de espantado.
Sólo una duda: ¿por qué, de nuevo, Gael García y Diego Luna se presentaron con las greñas en franca declaración de independencia?

En la transmisión se extrañó la presencia de Paul Dano. O sea que sí fue pero ni lo vi. Ya saben, tan parlanchín él.

Su actuación en Little Miss Sunshine resultó altamente emotiva cuando, después de pasar más de la mitad de la película en el mutismo absoluto y escribir sus necesidades en una libretita, baja por una colina y grita Fuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuck.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lillián: Chidísima e inspiradora reseña de los oscaritos. Yo prendí la tele (en TNT y en inglés) justo cuando el alemancito colocaba su teutón trasero en la despeinada cabecita de Memito del Toro. Y me dieron ganas de llorar. Y supongo que a él más porque lo sintió de cerca y en 3D. Pero así es el mundo de la farándula.
Muy divertido tu artículo. Es muy difícil lograr escribir algo humorístico sin sonar “chistosito” o baboso. Tienes un estilo muy interesante.
Gracias por tus amables comentarios, yo también quise estudiar diseño pero no me animé y acabé haciendo otro tipo de estupideces. Saludos.