22 de enero de 2007

Tácticas baratas para ser un alumno aún más deficiente

Tengo la teoría de que cuando construyeron el programa de mi ¡oh sacrosanta carrera!, los profesores dijeron: "en el semestre equis pongamos materias por las que nadie sienta el mínimo de pasión".

Y lo lograron.



Pero ¡ajá! No contaban con mis tácticas baratísimas para soportar sus materias de porquería.



Ejemplo 1: Si un profesor que tiene apodos tales como XXX o XXX (lo que ya puede ser suficientemente ilustrativo sobre su apariencia física) deja por tarea la síntesis de una lectura aburridísima y plagada de errores ortográficos y de apreciación (excusa genial que puede esgrimirse a la menor provocación si alguien preguntara por qué no leí más de dos renglones), lo único, LO ÚNICO, que un alumno sensato podría hacer es lo siguiente:
Un bello acróstico


En la comunicación...
Recae en el tríptico...
En el nivel de...
Son los discursos...



Un síntoma claro...
No es aislando...



P
recisamente son estos...

En las nuevas tecnologías...
No es la carencia...
Dentro de los discursos...
En la comunicación...
Jerarquizando el orden...
Ordinariamente, el dogma...



Lo cual tiene muchas funciones, como probar que el maestro es, en efecto, un pendejín. Y si lo nota ya puedo despedirme de la facultad... porque el XXX es el XXX (inserte puesto de importancia) de la carrera. Y además, ¿qué?, los mensajes cifrados son muy hermosos.

(qué sagaz)

Nota: En trabajos más extensos el acróstico contendrá frases más elaboradas como: "eres un zopenco, ¿oíste? un zopenquísimo", tarea que será más compleja (empezar frases con 'z' o 'q' o un signo de interrogación requiere alta concentración... pero mis ganas de joder queda e infructuosamente son más fuertes que cualquier obstáculo).






Ejemplo 2: ¿Son fórmulas matemáticas? No. ¿Es terriblemente importante e imprescindible? No. ¿Tu vida entera depende de ello? No. Entonces, ¿por qué comprar un cuaderno de 200 hojas para dividirlo entre seis insulsas materias? Yo digo: "salvemos los bosques". Yo digo: "Finlandia no proveerá eternamente". Yo digo: "gastemos cincuenta pesos en algo más productivo como... eh... cervezas o morfina". Yo digo: "no usaré cuaderno, no tomaré apuntes, no escribiré planas y planas de sandeces que jamás volveré a leer". Desde hace algunos semestres no he comprado un sólo cuaderno, como no sea una pequeña libretita para apuntar tareas de vez en vez. ¿Acaso no es una educación humanista? ¿Acaso no se trata de comprender, discutir y analizar en lugar de escribir escribir escribir? Y si algo falla, si el maestro sospecha, finge que escribes frases importantes cuando en realidad pones en orden tus asuntos del día:




Ejemplo 3: La clase es muy aburrida y el maestro es un pendejín (no confundir con XXX). ¿Solución? Escuchar música.
El procedimiento es muy sencillo, como puede apreciarse en la siguiente gráfica:




Aquí pueden observar a su servilleta retratada con increíble fidelidad de frente y de espaldas. De frente es una estudiante admirable: gesto de concentración total, brazos sobre la mesa, pose erguida, cabello revuelto y altamente esponjado a un lado de la cara. De espaldas es una estudiante deficiente: escucha éxitos de Pantera y Slayer y Pimpinela mediante un curioso dispositivo colocado en la bolsa trasera de su pantalón, desde el cual surgen dos cables a modo de audífonos que se colocan en ambas orejas y que a la vez permanecen ocultos bajo la ropa y el cabello.

Atención: Debe procurarse asentir de vez en cuando y hasta participar con algún comentario incisivo para no alimentar la sospecha del profesor. Si el profesor pregunta algo y no se escucha, simplemente decir: "no sé la respuesta". Esto es peligroso si la pregunta era una imbecilada como "¿usted acostumbra ver la televisión por las tardes?

¡Felices tácticas baratas!


En próximas entregas: beber cerveza oscura de un termo de café y "salir a sacar copias" mientras se permanece en la biblioteca leyendo el periódico con toda la tranquilidad del mundo.

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