Neve Campbell y Claire Forlani me caen muy gordas porque siempre están posando

Imagine el amabilísimo lector la siguiente escena: una servilleta se dispone a pasar una agradable tarde de domingo en compañía de su amigo extraterrestre y una buena película terrícola (para complacer al jijo alienígena quesque quiere “echarle un ojo a lo hecho en la Tierra”). Eligen, por ejemplo, Scream.
Y yo, o sea su servilleta, me enojo un montón al ver a la babosa de Neve Campbell que en vez de actuar se la pasa posando.
O mejor un dramón al estilo de Meet Joe Black. Y de nuevo su servilleta se enfurece porque la tal Claire Forlani no hace otra cosa que posar.
Por lo que mi conclusión concluyente es que Neve Campbell y Claire Forlani me caen muy gordas porque siempre están posando.

Supongo que este par de tipas se la pasaban de escuinclas hablando solas en el excusado, haciendo como que actuaban en un film muy estupendo al lado de Jeff Bridges. O ensayaban diálogos enteros en la regadera y luego su hermana abría la puerta y preguntaba que con quién estaban hablando. O cuando llegaban tarde de jugar con las vecinitas de la calle de atrás y tenían que comer solas, fingían que estaban en un restaurante italiano conversando con un diplomático esloveno y hasta chocaban el vaso de agua de horchata de modo que pareciera una finísima copa de champagne. Qué par de brutas.

Lo que me molesta hondamente es que ningún directorsucho se haya preocupado jamás por decirles que, en lugar de posar, deberían actuar y dejarse de zonzadas. Quiero decir que es verdaderamente molesto disponerse a ver una película, ya no digamos excelente, y encontrarse con que a cada línea repetida tiene que sucederle una mirada-de-esas-trascendentales-y-poéticas. Porque estas tipas no pueden decir “pásame la leche” sin agregarle a la frase un gesto contrito y un arqueamiento de cejas onda Marlene Dietrich del año 2000, que para el caso a ella sí se le pasaba por ser pura pose y nada más. Además, ¿quiénes son Neve Campbell y Claire Forlani en realidad?

A una nomás la conocemos por ser la babotas que siempre, por una razón u otra, logra sobrevivir del encapuchado con cuchillo en mano. Y la otra por haberse echado a la muerte encarnada al plato. Cuánto mérito y logro, señores.
Es inmensamente memorable aquella escena en que, luego de haber semiviolado a un inocentísimo y virginal Brad Pitt, la tal Claire Forlani le suelta una salvajada como:
- Fue diferente. Parecía como si... como si nunca lo hubieras hecho antes.
Un segundo.

¿Acaso no la muerte tiene todo el derecho de ser virgen? Es que, ¡por Alá!, ¿a quién puede ocurrírsele que la muerte (o como la conocemos por acá: la parca, la flaca, la chingada, la huesuda, la calaca, etc.) osara meterle hueso a alguna chicuela desprevenida? Naturalmente que no. Imaginen cómo sería el fruto de tan mórbido intercambio de fluidos.

Escuincle: Papá, papá... ¿es cierto que yo soy hijo de la muerte?
La Muerte: Sí, hijo, sí.
Escuincle: Papá, papá... ¿entonces tú eres la muerte?
La Muerte: Sí, hijo, sí.
Escuincle: Papá, papá... ¿entonces mi mamá también está muerta?
La Muerte: No, hijo. Tu mamá, como yo, es un concepto abstracto encumbrado por filósofos existencialistas del siglo XX y cuya inminencia e ineluctabilidad siempre ha llenado de terror e impotencia al ser humano abandonado a su destino.
Escuincle: ...
La Muerte: Es el alma, hijo. Tu madre es el alma.

No, imposible. La Muerte no puede reproducirse y por tanto no puede siquiera imaginar como probable el hecho de escabechearse a concepto alguno (¿o es que La Muerte no es un concepto también?).

[Pausa para asimilar preceptos existencialistas introducidos con calzador como:
· Totalidad concreta de la subjetividad del hombre
· El estar-en-el-mundo contra el sentimiento océanico y el ser-uno-con-el-todo
· Consecuencias funestas del libre albedrío
· Circunstancias angustiantes y deprimentes que aíslan al individuo y que lo arrastran al cuestionamiento y la dilucidación de su moral.]

O sea que: por más que La Muerte quiera y desee que la tal Claire Forlani le quite lo casto... pues nomás no. Además la otra va a estar tan ocupada posando que ni caso le va a hacer.

El papá que nadie quisiera tener

Conclusión Concluyente Número Dos:

Muerte: ni le muevas que de cándida no pasas.