9 de octubre de 2006

Mi Declaración de Principios

Dicen que por cada premio Pulitzer te ganas ocho enemistades. Con ello suman nueve, creo. Así que tengo que ser honesta, cabal, íntegra, imparcial y sumamente ética cuando digo que:
  • Soy una persona manchada

nosotros tuvimos que soplarnos la compañía de un heteroflexible (así se
definió cuando nos confesó que, al ver a Claudio una semana antes en el Chopo,
tuvo el impulso de colgarse de su cuello y propinarle unos buenos besotes) que
no se nos separó sino hasta que estuvimos a una cuadra de nuestro hotelucho. Las
plastas son contagiosas

  • Soy una persona ridícula
Bien me lo han dicho antes:
- Eres un caballo
- ¿Por qué?
- Porque siempre andas pisando a la gente.
Lecciones de humildad a domicilio, por lo que veo.
(¡Ya! ¡Pedí perdón! Sólo tú y yo lo sabemos. Seamos amigos. Compremos nieve de zapote juntos. Brinquemos en el prado al atardecer)
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Luego: más fotografías del autógrafo que don Claudio Valenzuela plasmó en mi antebrazo y un poco también para que el reducido público masculino se recree la pupila (caso de que sean gays y les gusten mis compañeritos)
con los que me suelen pasar las notas de clase


en la cocina de la casa materna; nótese el reguero general

una imagen más nítida del autógrafo
P.D. Otro detalle que me hace ser una persona ridícula es tomar té Lagg's con leche. ¿Contentos?

Otro texto sin sentido provocado por mi ingesta de drogas duras...

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