Ayudad al Prójimo, como dijera Alá

Os contaré en qué buen lío me he metido. Aún no me he metido en él, pero el resbalón en ciernes es ya casi inminente. Casi. ¡Oh Alá! ¡Tú que eres sabio y poderoso y omnipotente y extremadamente cool y comprensivo… tú que eres mi deidad predilecta… oh tú, Gran Alá, ilumíname!

***
Desde hace más de diez años tenemos una amistad a prueba de balas. Antes los problemas giraban en torno al lodo de los pastelitos, a las marranazos a causa de los patines/bicicletas/alguna poco sagaz patineta del hermano mayor, a que a las 9 en punto debían estar en su casa, a que muchas veces la hamaca nos traicionaba por el peso… a que ellas, 3 adorables hermanitas, me consideraban a mí -¡a mí, la adoradora hereje de Alá!- su cuarta hermanita.


Espacio dedicado a la consabida lagrimita Remi.


Y ahora… más de diez años después… me piden que haga fraude.


Espacio dedicado a la incredulidad extrema del lector.

No es tan peligroso, dicen, y la verdad es que mi sacrosanto padre solía mantenerse de tan dudosa actividad, allá por los años setenta. Pero hoy, ¡hoy!, la otrora nerd (sepan que he abandonado dicha definición para convertirme en una estrella porno clase A) no puede con el compromiso horrible de hacer un examen de admisión para la UNAM haciéndome pasar por otra persona. Al principio dije “oh sí, qué aventura tan más interesante, oh sí, irá muy bien en mi currículo de patoaventuras chafas…”. Pero luego me aconsejaron los que se preocupan por mi futuro (lágrima Remi de segunda mano) y decidí mejor no.


Pero estoy entre la espada y la pared.

***


Bueno ya, me voy a comer unas gorditas.


Ya luego Alá me iluminará (siempre lo hace).

Actualización: sólo pongo colorcitos porque fotos no me dejan. Y hay que ponerle vida a esto.

Y no, no lo hice.

Jijijiji...