Una noche, hace muchos meses, me encontré platicando con Luis en un departamento en la colonia San Rafael en el que nunca había estado. Fue una noche extraña, más agridulce que feliz, porque él despedía a una chica española que había sido muchas cosas para él.
Cerca de la madrugada quedábamos pocos y estábamos un poco atontados. Me acuerdo claro que Luis hizo una mueca de cansancio y le pregunté si no había dormido bien. Casi de pasada, me contestó que apenas habían llegado de Acapulco. La respuesta me sonó un poco extraña, porque acababa de verlo un par de días antes. Con su voz reposada y tranquila me contestó que él y Murcia habían ido a Acapulco sólo porque se les ocurrió: metieron sus cosas en una mochila, pidieron aventón en la carretera, llegaron a la playa, vieron las estrellas, cenaron y bailaron. Luego regresaron. Todo en un día.
Seguro me dijo otras cosas después, pero yo dejé de escuchar. Fue como si todo se hubiera puesto en pausa y en ese momento todo se me apareciera claro, lúcido, definitivo.
Sólo pude pensar por qué yo jamás había hecho algo así. Por qué jamás había tenido las agallas para meter lo indispensable en una mochila y salir, salir de verdad. Y un deseo poderoso me invadió, tan intenso que me dieron ganas de levantarme y hacerlo de inmediato. Aún cuando Jordy volvió a la media hora, medio aturdido por un problema personal, y se disculpó por el abandono fortuito. Pero yo no pensaba en eso, no estaba molesta, cansada ni alterada. Estaba llena de ese ímpetu, el ímpetu que no había sentido lo suficiente durante mi adolescencia y temprana adultez. Fue como una bofetada que me levantó de un coma, y por fin pudiera comprender de lo que se trataba todo y, más importante, lo que tenía que hacer.
Días antes, o días después, no me acuerdo, estábamos los mismos de siempre en mi otrora depto. Discutíamos nuestras intelectualeces de poca monta como de costumbre. Y luego, no sé por qué, empecé a soltar un sermón que a Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios le hubiera parecido aceptable y romántico y justo. Dije que debíamos voltear los ojos hacia Latinoamérica, y unirnos, y ser uno mismo. Y mientras tanto agitaba mi puño fuertemente para darle énfasis a mis frases y me derramé el calimocho sobre la camisa y quedé como una estúpida frente a todos.
Pensaba en muchas cosas. En el viaje que hizo Bolaño en el 73, durante seis meses y casi por caridad, para llegar a Chile antes del golpe de Estado a Salvador Allende. Y pensaba en sus Detectives salvajes, que han sido algo así como una biblia para mi generación. Y esa frase me gusta, me alegra: que nuestra generación (la de Twitter y los periódicos en línea, la de la gente que se queja porque las marchas le hacen llegar tarde a su trabajo de porquería, la de los torrents y las series sobre Trekkies que usan sábanas de Darth Vader, la de los Burger Kings situados en edificios coloniales y las pocas ganas de luchar por algo, porque pensamos que ya no hay mucho por qué luchar), que esa generación tenga una novela que la inspire y la conmueva, que ría con personajes como el inventacuentos de García Madero, y se maraville con Arturo Belano, y se mortifique tratando de dilucidar a Ulises Lima, o tenga sueños eróticos con María Font y también que, casi al final, admita que no comprende nada con el pendejo poema de Cesárea Tinajero. Muy probablemente me equivoco, pero no ha sucedido -que yo sepa- con otra novela, este poder de unir en un intersticio de nuestra cotidianidad el gusto por ninguna otra novela contemporánea. Conozco a tantos que la leyeron y ninguno ha dicho que no le gustó, que no se rindió ante ella, que no la soltó sino hasta que llegó a la última página.
Me emociona Bolaño, me emociona Chile y su historia reciente, me emocionan los escritores argentinos y su tierra llena de buena carne, de buena música, pero sobre todo de una especie de filosofía nacional tan lejana a nosotros sus "hermanos regionales". Y me emociona todo el proceso de independencia del cono sur, tan lejano a nosotros en todos los sentidos, pero al mismo tiempo, de una forma extraña, igual. Una tierra parecida a México, con personas que hablan nuestro idioma y hasta tienen su versión de la tortilla, pero por entero distinta. Y me imagino cómo será tener otros países por vecinos que no sean Estados Unidos, porque nuestro país está en una especie de limbo geográfico. Quiero ir a esa tierra prometida donde debimos estar, esa esquina de la casa donde debieron acomodar nuestro cuarto, donde en un escenario alterno feliz seríamos fuertes y valerosos como país. Todo de forma platónica.
Como no puedo explicarlo, como no puedo entenderlo, pensé que debía ir a descubrirlo. Ir a un lugar en el que ya estuve antes, de forma onírica, o cuya información ha quedado guardada en mi código genético. Un lugar en el que no tengo que cruzar barreras idiomáticas o culturales demasiado altas, donde pueda conducirme con una relativa facilidad, pero que al mismo tiempo ofrezca retos y novedades y miedos. Un lugar que me inspire, porque este año sólo debo estar inspirada, y ese es mi único trabajo.
También me di cuenta de que no quería para mí un departamento más grande ni más zapatos en el clóset, lo cual se antojaba como la salida fácil y predecible. No quería sentarme en un lugar a acumular cosas, adornos jocosos y cuadros para colgar en la pared, y curiosidades que compré en internet y muebles con un toque especial que pudiera presumir con las visitas, pero que me pusieran de mal humor al verlos todas las mañanas; no quería que pasaran los años y me descubriera como una persona por completo cool, pero que no ha vivido nada, que jamás ha tenido las bolas para levantarse y largarse a la playa de aventón, sin dinero en la bolsa. Alguien que no pudiera decir que conoce otro país, que pidió alojamiento a una persona que jamás había visto y sobrevivió, y conoció a un extraordinario ser humano que de usual jamás hubiera conocido. Quiero sentirme sola y muerta de miedo a exactos 6 mil 617 kilómetros de distancia, sin tener a quién llamar, y saber que eso es la vida. Eso y no las puñeteces que yo creo que tienen caché y me hacen ver bien.
Y lo que más me gusta es que acabo de escribir una sarta de idioteces tontas e inmaduras. Me gusta porque, a pesar de que es el cliché más tonto del universo, sé que cuando vuelva lo serán un poco menos. Yo lo seré un poco menos. Y creo que a eso voy: a sacudirme la adolescencia que nomás no puedo superar y a ver si, en el camino, me medio convierto en mujer.
Cerca de la madrugada quedábamos pocos y estábamos un poco atontados. Me acuerdo claro que Luis hizo una mueca de cansancio y le pregunté si no había dormido bien. Casi de pasada, me contestó que apenas habían llegado de Acapulco. La respuesta me sonó un poco extraña, porque acababa de verlo un par de días antes. Con su voz reposada y tranquila me contestó que él y Murcia habían ido a Acapulco sólo porque se les ocurrió: metieron sus cosas en una mochila, pidieron aventón en la carretera, llegaron a la playa, vieron las estrellas, cenaron y bailaron. Luego regresaron. Todo en un día.
Seguro me dijo otras cosas después, pero yo dejé de escuchar. Fue como si todo se hubiera puesto en pausa y en ese momento todo se me apareciera claro, lúcido, definitivo.
Sólo pude pensar por qué yo jamás había hecho algo así. Por qué jamás había tenido las agallas para meter lo indispensable en una mochila y salir, salir de verdad. Y un deseo poderoso me invadió, tan intenso que me dieron ganas de levantarme y hacerlo de inmediato. Aún cuando Jordy volvió a la media hora, medio aturdido por un problema personal, y se disculpó por el abandono fortuito. Pero yo no pensaba en eso, no estaba molesta, cansada ni alterada. Estaba llena de ese ímpetu, el ímpetu que no había sentido lo suficiente durante mi adolescencia y temprana adultez. Fue como una bofetada que me levantó de un coma, y por fin pudiera comprender de lo que se trataba todo y, más importante, lo que tenía que hacer.
Días antes, o días después, no me acuerdo, estábamos los mismos de siempre en mi otrora depto. Discutíamos nuestras intelectualeces de poca monta como de costumbre. Y luego, no sé por qué, empecé a soltar un sermón que a Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios le hubiera parecido aceptable y romántico y justo. Dije que debíamos voltear los ojos hacia Latinoamérica, y unirnos, y ser uno mismo. Y mientras tanto agitaba mi puño fuertemente para darle énfasis a mis frases y me derramé el calimocho sobre la camisa y quedé como una estúpida frente a todos.
Pensaba en muchas cosas. En el viaje que hizo Bolaño en el 73, durante seis meses y casi por caridad, para llegar a Chile antes del golpe de Estado a Salvador Allende. Y pensaba en sus Detectives salvajes, que han sido algo así como una biblia para mi generación. Y esa frase me gusta, me alegra: que nuestra generación (la de Twitter y los periódicos en línea, la de la gente que se queja porque las marchas le hacen llegar tarde a su trabajo de porquería, la de los torrents y las series sobre Trekkies que usan sábanas de Darth Vader, la de los Burger Kings situados en edificios coloniales y las pocas ganas de luchar por algo, porque pensamos que ya no hay mucho por qué luchar), que esa generación tenga una novela que la inspire y la conmueva, que ría con personajes como el inventacuentos de García Madero, y se maraville con Arturo Belano, y se mortifique tratando de dilucidar a Ulises Lima, o tenga sueños eróticos con María Font y también que, casi al final, admita que no comprende nada con el pendejo poema de Cesárea Tinajero. Muy probablemente me equivoco, pero no ha sucedido -que yo sepa- con otra novela, este poder de unir en un intersticio de nuestra cotidianidad el gusto por ninguna otra novela contemporánea. Conozco a tantos que la leyeron y ninguno ha dicho que no le gustó, que no se rindió ante ella, que no la soltó sino hasta que llegó a la última página.
Me emociona Bolaño, me emociona Chile y su historia reciente, me emocionan los escritores argentinos y su tierra llena de buena carne, de buena música, pero sobre todo de una especie de filosofía nacional tan lejana a nosotros sus "hermanos regionales". Y me emociona todo el proceso de independencia del cono sur, tan lejano a nosotros en todos los sentidos, pero al mismo tiempo, de una forma extraña, igual. Una tierra parecida a México, con personas que hablan nuestro idioma y hasta tienen su versión de la tortilla, pero por entero distinta. Y me imagino cómo será tener otros países por vecinos que no sean Estados Unidos, porque nuestro país está en una especie de limbo geográfico. Quiero ir a esa tierra prometida donde debimos estar, esa esquina de la casa donde debieron acomodar nuestro cuarto, donde en un escenario alterno feliz seríamos fuertes y valerosos como país. Todo de forma platónica.
Como no puedo explicarlo, como no puedo entenderlo, pensé que debía ir a descubrirlo. Ir a un lugar en el que ya estuve antes, de forma onírica, o cuya información ha quedado guardada en mi código genético. Un lugar en el que no tengo que cruzar barreras idiomáticas o culturales demasiado altas, donde pueda conducirme con una relativa facilidad, pero que al mismo tiempo ofrezca retos y novedades y miedos. Un lugar que me inspire, porque este año sólo debo estar inspirada, y ese es mi único trabajo.
También me di cuenta de que no quería para mí un departamento más grande ni más zapatos en el clóset, lo cual se antojaba como la salida fácil y predecible. No quería sentarme en un lugar a acumular cosas, adornos jocosos y cuadros para colgar en la pared, y curiosidades que compré en internet y muebles con un toque especial que pudiera presumir con las visitas, pero que me pusieran de mal humor al verlos todas las mañanas; no quería que pasaran los años y me descubriera como una persona por completo cool, pero que no ha vivido nada, que jamás ha tenido las bolas para levantarse y largarse a la playa de aventón, sin dinero en la bolsa. Alguien que no pudiera decir que conoce otro país, que pidió alojamiento a una persona que jamás había visto y sobrevivió, y conoció a un extraordinario ser humano que de usual jamás hubiera conocido. Quiero sentirme sola y muerta de miedo a exactos 6 mil 617 kilómetros de distancia, sin tener a quién llamar, y saber que eso es la vida. Eso y no las puñeteces que yo creo que tienen caché y me hacen ver bien.
Y lo que más me gusta es que acabo de escribir una sarta de idioteces tontas e inmaduras. Me gusta porque, a pesar de que es el cliché más tonto del universo, sé que cuando vuelva lo serán un poco menos. Yo lo seré un poco menos. Y creo que a eso voy: a sacudirme la adolescencia que nomás no puedo superar y a ver si, en el camino, me medio convierto en mujer.
36 comentarios:
Lilián,
si ya leíste las declaraciones de Jorge Volpi en no recuerdo qué periódico, donde dice que América Latina no existe,
y si tienes amigos en Barcelona, que te hacen la cronica precisa de por qué es mejor complacer a los lectores de la Península Ibérica que a los de Cochabamba,
y si conoces a la gente que se santigua cada vez que mencionas a Castro o a Evo Morales,
y si entiendes ese rigor intelectual que dice que leer a Bolaño es cometer una torpeza literaria porque mejor deberías encerrarte en un cuarto y disciplinarte en la redacción de aforismos ciudadanos,
entonces sabrás que este viaje es una Gran Irresponsabilidad, porque:
corres el riesgo de reconocerte en algo que YA NO está de moda,
es posible que modifiques puntos de vista que eran cómodos para escribir en Chilango o en Chamuco,
también sería terrible que estés en Machu Pichu y te hagan sentido algunos versos de Neruda que YA NADIE lee,
y entonces podrías alejarte de lo que se espera de ti, para construir a una Lilián impredecible, contradictoria, de tres dimensiones, que te le escapes a todas esas definiciones, sensatas, convenientes, que queremos ponerte encima.
Y el peor riesgo es que en todo eso consigas algunas voces interesantes; la mejor, la que puedas decirte en susurros.
Entonces, si no puedes evitarlo, trépate a ese avión, bebe los alcoholes autóctonos, enamórate de gente que después olvides, compra libros y piérdelos en tu siguiente destino, pasea en autos que se descompongan a los tres kilómetros, y después regresa a inventarte algo colosal con todas esas cosas que te ocurran en los caminos.
Por acá te estaremos pensando, siempre en medio de algo inusitado, como suele ocurrir contigo.
Mucha suerte, mucho éxito, que el camino sea muy largo y muy retorcido.
Beso.
Me pasa siempre igual, no sé ni cómo empezar a comentarte, así que te contaré un recuerdo:
En 2007, cuando hice el viaje por Europa con Luis, llegamos sin ningún itinerario a Lille, una pequeña ciudad al norte de Francia. Caminamos, tomamos fotos, y al final nos recostamos en un jardín frente a lo que parecía una universidad y estuvimos horas platicando de todo. Na había ningún plan hecho, no sabíamos dónde íbamos a dormir, ni qué íbamos a comer, ni cómo continuaríamos el viaje. Y ese "no saber nada" junto con la confianza de que todo -de alguna u otra manera- saldrá bien es de las mejores sensaciones.
Ni qué más decir. Ya lo vivirás.
Querida Lilián, has sido tan generosa durante la planeación de tu rol que yo siento que a todos nos llevas un poco contigo.
No hay edad correcta para hacer un viaje como el que vas hacer; eso es algo que uno trae dentro, que tiene que venir del corazón, y que ocurre cuando tiene que ocurrir.
Pienso, sin embargo, que de una manera o de otra todos deberíamos de salir en algún momento del ombligo del mundo que es México; porque sí, nos sentimos el ombligo del mundo y no sabemos ser iguales a los demás: o nos sentimos por encima de los del sur (y el que no me crea, que me diga cuál es la capital de Belice; ojo, son nuestos vecinos y no nos sabemos su capital, pero dios guarde que un gringo no se sepa la de México), o nos doblegamos a la menor provocación con los del norte. Creo que salir de casa y vernos desde fuera nos ayuda a poner las cosas en perspectiva.
Creo que también, en el caso particular de América Latina, que ha llegado la hora de reconocernos como parte de ello, no sólo de mapa, o de oídas: de reconocernos en nuestros errores, en nuestros complejos, en nuestras historias de fracasos compartidos. No sé si deberemos o será conveniente alguna vez hacer ese frente común que soñó Bolivar; lo que sí sé es que son más nuestras coincidencias a pesar de lo mucho que nos empeñamos en negarlas.
Yo siempre digo que empecé a conocer a Latinoamérica cuando llegué a vivir en Estados Unidos. La razón por la que vine a esta ciudad fue mera curiosidad; nosotros, como tú, salimos con lo puesto de México -fuimos un poco más temerarios porque vendimos todo antes de venirnos- y llegamos acá sin empleo, sin casa, sin nada, a la aventura. Pero la razón por la que nos quedamos es que encontramos aquí tanta patria, tanta latinoamérica, tantos hondureños, salvadoreños, venezolanos, argentinos que nos han hecho sentir que compartimos una tierra común -sorry, gringos-, tanto trabajo por hacer, que verdaderamento hemos logrado sentirnos en casa.
Deseo de corazón que esa sea la casa que encuentres tú en cada lugar que visites. Y que descubras que lo que vas a hacer no lo haría ninguna adolescente; que tirar el lastre para que el globo suba requiere de la templanza de toda una mujer.
Buen camino.
Lindo post.
Es probable que regreses más adolescente y menos mujer que ahora, y eso será una virtud más que un revés.
Mucha suerte.
Yo traté de sacudirme a la adolescencia hace poco, salí de viaje avenrurero pero regresé con la cola entre las patas. Con todo eso, aún tengo ganas de hacerlo de nuevo. Tal vez soy solo yo pero creo que viajar a otros paises son de esas cosas a las que te haces adicta, te abre la mente.
Muy bien por ti. Pero siempre tienes que guardar un poco de adolescencia y un poco de infancia porque sin ellas se termina la capacidad de asombro, y es tu adolescencia la que te hace emprender el viaje, la gente totalmente madura no hace esas cosas, hay que madurar, pero no demasiado.
siempre habrá esa necesidad de saciar algo. Algunas más que otras y algunas más absurdas que otras... pero necesidad al fin.
Tu "necesidad" es sana y está padre, viajar es conocer, y conocer es aprender... A fin de cuentas, nunca se deja de aprender, ¿no?
Hola Lilián:
Me gustó mucho este post y creo que irte es una buena idea irte, justo ahora que todo parece ir tan bien. Hay mucha gente que se larga huyendo de un desamor o el aburrimiento, pero dejar atrás las cosas buenas que has logrado allá requiere más agallas. Bon voyage!
Por otra parte, espero poder hablar contigo algún día acerca de tu viaje. A mí la existencia de América Latina me parece cada vez más incierta. Es el boom, la sección cultural de El País (es decir, un mercado en español, una idea para ser consumida por el resto del mundo) y no mucho más. ¿Por qué Argentina o Perú y no Brasil o Haití? ¿Y por qué no Chicago o Las Ángeles? ¿Qué es eso que nos define como latinoamericanos? ¿Las independencias? También gringolandia y Haití se independizaron en fechas parecidas a las nuestras. ¿El idioma? Las fronteras geograficas reproducen cada vez menos fronteras lingüísticas. Aquí en Chicago se escucha el castellano por todas partes, y ahora que leo sobre este lugar me doy cuenta de que su historia es tan corrupta como la del DF. ¿Es la salsa la que nos hace distintos? Si es la salsa entonces yo soy un latinoamericano postizo o falso... Dale un poco más de lana a cualquier mexicano y se empieza a comportar como gringo: compra una pantalla de plasma y un coche nuevo. Esa frontera entre aquí y allá existe en la cabeza de nuestros políticos e intelectuales, pero es cada vez más absurda y artificial. En fin, un abrazo grande y enhorabuena por el viaje, no esperaba menos de ti.
Emilio
Cambié cuatro veces el contenido del comentario. Ahora me doy cuenta de que las palabras salen sobrando.
Yo te puedo decir que estando en otro país, el himno nacional te llena las venas, las neuronas, los pulmones... Lo sientes y lo sufres como nunca y cobra un nuevo significado, porque después de un viaje como esos te das cuenta que la miseria está en todas partes, pero también las sonrisas, la belleza de las calles, las ideas brillantes, la gente que vale la pena escudriñar...
Te acostumbras a ver similitudes y contrastes con México. Y algunas cosas las comprendes mejor, otras las comprendes menos. Te maravillas, te decepcionas. Cantas y lloras...
Creces. Imaginas.
Bon voyage!
esto me gustó, espero tener un día las agallas para hacerlo, gracias por compartir, buen viaje.
Yo creo que ninguna literatura puede ser Biblia, aunque la Biblia sea literatura. Tampoco creo que haya un sólo libro que haya conmovido a toda una generación. A un círculo que resulta ser el tuyo, puede ser, pero no estoy segura de que se pueda generalizar. A menos que Bolaño sea Dios y el Rufián Melancólico su profeta.
Por otro lado, qué chido que hayas seguido tu deseo de viajar. Poca gente se atreve a respetar sus ímpetus, y eso que en general son más respetables que las ideas. Pásala chido. Suerte.
"Quiero sentirme sola y muerta de miedo a exactos 6 mil 617 kilómetros de distancia". Es bueno que lo sepas, porque exactamente eso va a pasar. Y quizá te preguntes "¿qué carajos se me habrá perdido aquí?". Y después de eso, nadie vuelve a ser el mismo. Para bien o mal.
Me gusta el comentario de Emilio, y nomás para provocar le preguntaría: ¿qué es lo que define, entonces al gringo? ¿"Dale un poco de lana a un mexicano y se empieza a comportar como gringo"? ¿Comprar una pantalla de plasma y un auto nuevo es algo no-latinoamericano? ¿Latinoamericano es igual a jodido, a espiritual y poco interesado en lo material? ¿Gringo equivale a frívolo y consumista? ¿Todos los gringos -sí, los 300 millones- son iguales?
En la medida en que empecemos a sacudirnos los estereotipos es que podremos acercarnos a nosotros mismos: como Latinoamérica, como América, como personas.
Esas cosas que uno hace y después se llevan en la cabeza(y en el corazón), son mayores riquezas que tener muebles chick-condechi. Hace algunos años, era un ñoñazo encasillado en "lo que se debe ser/hacer", nunca se me hubiera ocurrido hacer algo así, dejando al azar y a la aventura las cosas. Pero en mi vida hubo una persona totalmente loca e hicimos viajes así, robamos libros, asustamos a la gente en el cine,y muchísimas cosas más.
Todo eso trastocó mi perspectiva de la vida y creo que un poco (o mucho) de la adolescencia regresó. Y es de lo mejor que me ha pasado, después de que a mis 27 era un viejo.
Buen viaje, buena vibra. Y no dejes aqui a Lilián, llévatela, aquí entre todos cuidamos el changarro, que segirá igual.
Hay hombres(no me incluyo), que te estan esperando!
Estimada "á":
Que el espíritu Magallánico (espero que la Academia no me la miente por el terminajo... ¿o mejor sí?) te lleve al Sur de Chile, y desde allí (Patagonia de por medio) puedas hollar con tu defeño pie los inverosímiles suelos antárticos, son los mejores deseos del
Peregrino Unicornio...
P.D.1: Y tendrás dos opciones: dejar la mal entendida adultez (?)de esta generación (y volver a ser una adolescente de los tiempos en que "te salía al encuentro, por todas partes", la Antigua Raza de los Hombres, hoy casi extinta)...
P.D.2: ...o salir corriendo, presa del frío y también de la emoción de saberte parte de Todos Nosotros, y de Todos Aquéllos, y perder para siempre el miedo al qué dirán, a las apariencias, a lo intelectualoide y a lo pueril, a lo aparentemente simple y a lo engañosamente complicado... y saber que uno puede ser feliz, contra todo pronóstico generacional.
Esas inmensidades curan todo. Y más cuando descubres que siempre tuviste esa Inmensidad y Confianza dentro de tí.
¡Ea! ¡¡¡A recorrer entonces caminos inciertos, que eso es la Vida, es el deseo más sincero y afectuoso del
Impertérrito Unicornio!!!...
Quería poner que lloré mucho, pero la verdad es que ni lo leí.
:)
Awww pues a tomar mucho café, mucho mate, cachaca, pisco, caipiriñas, chicha, jeje ojalá te vaya muy bien en todo el viaje y sea totalmente disfrutable sin contratiempos mejor =S ah si y que encuentres a tu chileno de brazo velludo también es importante, un gran abrazo y toda la buena vibra.
Hermosoooooo post. Sólo puedo desearte que vivas lo que tengas que vivir en este viaje, que es lo mejor que puede pasarle a una detective como tu.
Saludos!
Y bueno 2010
Chelas, no?
Me vas a sonar en la cabeza por días y días, si son muchos o pocos depende de cuando me cure de este machu picchu y desa new york que me atormentan en sueños. Y ahora tú. Maldita seas.
(A que no tiene sentido, eh?)
Le prendiste fuego a tu departamento, Lilián. Qué huevos, mujer.
Te deseo lo mejor.e
Creo que el comentario del Rufían Melancólico resume en mucho lo que uno podría decirse. Los viajes ilustran y uno puede hacer un viaje al interior hasta en Los Ángeles, al final, es el lugar ajeno el que te hace encontrarte. Y sí, eso es la vida, aunque también lo son el departamento y los cuadros en la pared... sin embargo, un departamento y unos cuadros que no te dicen nada, son sólo objetos. Lo que los podrá hacer tuyos y queridos será lo que tú les otorgues y para dar, es necesario vivir.
Un abrazo. J.
Un enorme abrazo, tan querida Lilián.
Antes que otra cosa, siento mucha pena de no haberte despedido como se debía el día de ayer.
En cuanto al contenido del post, creo que estoy igual que DonRul, como que me quedé sin palabras. Lo único que puedo hacer es desearte la mejor de las suertes en este viaje, que más allá de conocer la tierra sudamericana realmente se tratará acerca de ti, como bien lo describes.
Esperaremos tu regreso. Muero porque me presentes a esa otra versión de Lilián, renovada y llena de historias.
Un enorme abrazo.
Chale, envié doble abrazo. Consérvalos bien, tienen enorme valor en la bolsa de valores ¬¬
Qué mejor manera de empezar el año, realmente espero que la pases más que bien en el viaje.
Personalmente, a mí no me emociona mucho la zona geográfica debajo de México, pero tengo un par de hermanas que ya anduvieron por allá y que es re-bonito y hay pura buena vibra, así que les creeré y espero te toque toda esa buena vibra de la que me han hablado y más.
A finales del año pasado decidí que ya no quiero vivir en este país, o por lo menos, en esta ciudad, así que estoy en proceso de descifrar qué es lo que haré para escapar de este lugar, que siento ya no tiene mucho que ofrecerme y sí bastante por afectarme.
Mucha suerte y buena onda y, como los demás, ya quiero leer las historias que escribirás desde allá y a tu regreso.
Ni modo, otro comentario kilométrico:
Como se narró en un apunte de este blog, algunos hijos del Averno fuimos hace un par de años a la Universidad de Querétaro a presentar la revista "El Chamuco". Ahí conocí a Lilián. Ella asegura que tal vez lo único que vagamente recuerdo sea una cejona que, al final, se acercó a tomarse unas fotos con nosotros. Tiene razón.
Poco después, leyendo este mismo blog, descubrí que detrás de esas cejas había un gran oficio de escritora, un talento innegable y un humor absurdo e irracional que retomaba lo mejor de Monty Python y Jardiel Poncela. Es por ello que, cuando necesitamos contratar a una persona que se hiciera cargo de la edición de la revista, yo no dudé en proponerla a ella.
Gracias a eso, tuve la oportunidad de construir una amistad con Lilián, que –después de la función doble "A life less ordinary"-"Closer"–, tuvo su clímax en la colaboración que hicimos juntos de una parodia de "Watchmen" para "El Chamuco".
Estoy seguro de que, mientras estuvo en sus manos, "El Chamuco" estuvo en las mejores manos".
Sé que no pasará mucho tiempo antes de que el nombre Lilián López Camberos dé de qué hablar. Cuando eso suceda, yo estaré muy orgullosos de haber sido su amigo, y de, una noche, haberle dicho que era pésima preparando café.
Buen viaje, LILI…
hola!!!
Una vez le pedí a un amigo que te dijera por twiter lo mucho que me gustas =) por que yo no le entro a eso(al tuiteo)
Te conocí en el Chamuco y te busque en la red, me late un buen leerte es como casi familiar...
Te deseo lo mejor en tu viaje!!!
antinea
Empecé a seguirte por acá también, porque este tan esperado post me rindió por mucho. Hoy hiciste mucha falta en la junta Chamuquil. Tanta, que tiré café sobre la mesa para ocultar tu ausencia y cambiar de tema. Cosa imposible.
Tal vez también te sigo, ahora que te vas, por una necesaria identificación, porque yo también un día le prendí fuego a mis naves, me deshice de amadas y estorbosas posesiones y pensé que me haría más mujer en otras latitudes. Pero la verdad es que eso de hacerse ciudadano del mundo, al menos en tu caso, es una barbajanada. Tú ya eres bastante mundo, y lo que te va a pasar ahora te convierte en un fabuloso polvorín a punto de estallar. Y como todos queremos lo mejor para tí, pues feliz viaje, hermosa estancia y pronto regreso. Y hartas páginas, hartos caminos.
a
Puede ser que en algunos años Bolaño pase de moda... pero qué importa. Puede que sus obras no sean perfectas, puede que en algunos años todos hablen mal de él, puede que un tal Fuente diga que no le interesa, a pesar de todo eso Bolaño emociona, genera una identidad, nos dice algo, nos significa algo. Saludos.
Ya era hora, si tienes tantos huevos como palabras, ni suerte tengo que desearte.
Disfruta.
Vaya...qué post.
Si algo me da miedo en la vida es llegar a un punto en que me vea con traje sastre, trabajando de 9 a 7 en un cubículo, de lunes a viernes con un departamento lleno de cosas útiles y sepa que nunca tuve el valor de hacer algo como lo que estás por hacer.
Y entonces el saber de tu aventura me inspira (sin exagerar) y me llena de optimismo tan sólo tener la certeza de que te irá de maravilla, conocerás a gente que recordarás por siempre y ganarás recuerdos tan lejanos a lo que te prometen las agencias de viajes.
¡Mucha suerte en tu aventura!
P.d. ¿Y vas a volar tu departamente como Fight Club? Dime que sí...
¡QUE SUPER HIJOESUPUTA PEDAZO DE POST! INSPIRADOR, QUIERO LO MISMO.
Que afortunada me pareces Lilian, en verdad que si, coño, si hasta me dan ganas de hacer lo mismo que tu...
Disfrutalo mucho, y pierdete y vuelve a encontrarte, pero sobre todo: Cuentanoslo. Joder, que siento que te quiero, aunque solo te conozco de tu blo'.
Fortuna y esa búsqueda que a todos nos llega. Suerte no la necesitas, tu instinto te guía, eso es mas que suficiente.
Captura esos momentos, esos relatos y ese humor excepcional, saludos!
=O , ojala que regreses mas sabia , mas mujer,mas de todo...y lo sigas compartiendo.
La palabra adolescencia no debería ni de existir.
Estudia Cabalá Lili y dejate de vanidades. :)
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