15 de marzo de 2010

El país del cóndor


Siempre había querido estar en Santiago. Apenas lo hice, menos de veinticuatro horas después de mi llegada, ocurrió la réplica más fuerte después del terremoto: 7,2 grados Ritcher. En ese momento yo estaba en la ducha, enjabonada de pies a cabeza, sobre un quinto piso. Había cerrado la llave y segundos después sentí la trepidación, furiosa, que no cesaba. Alcancé a escuchar la voz de Nicolás (el primer chileno de este post, con quien me hospedo) que me decía "tranquila". Vislumbré por un segundo la posibilidad de salir corriendo con una toalla encima, pero entonces acabó. Duró dos minutos.

Tembló de nuevo unos quince minutos después. En el pasillo una señora lloraba. Al mismo tiempo se efectuaba la ceremonia en la que Sebastián Piñera asumía la presidencia de Chile, con invitados internacionales de honor que se quedaron congelados mientras los candelabros de la sede del Congreso, en Valparaíso, onduleaban temerariamente.

Ese día tembló quince veces en total.


***

Supongo que muchos calificarán de necia mi decisión de venir a Chile. Estaba todavía en Argentina cuando sucedió el terremoto, y fue ahí que decidí venir a hacer algo, ya que de todos modos resultaba complicado cambiar mis planes. De modo que pensé que, ya que vendría de todas maneras, lo mejor era emplear mi tiempo de manera positiva.

En cuanto llegué me puse en contacto con un grupo de voluntarios a través de Facebook. No bien mandé mi correo con mis datos, uno de ellos me llamó por teléfono. No entendí su acento poblado de "cachai, cómo estái, sí-po, no-po", pero igual pude llegar a donde se efectuó la reunión.

Me cuesta un poco de trabajo escribir sobre este apartado, como bien le confié a mi amigo Willy una noche bonaerense en que compartimos unas cervezas. Resulta difícil como mexicana decir que estuve en otro país y me ofrecí como voluntaria, pues puedo escuchar en alud los comentarios de mis coterráneos: cómo podría hacer aquí lo que, en apariencia, no hago por mi país, y mi hipocresía evidente derivada de esta decisión.

Creo firmemente que no hacerlo hubiera sido aún más hipócrita (tanto como no venir a secas, o huir con presteza, como ocurrió con los mexicanos que residían en Chile). Se hizo bastante evidente que el turismo que podría efectuar en este país no iba a ser el más común, y me parecía ruin llegar a Santiago -que está intacto-, tomar unas fotos simpáticas, y seguir hacia el norte. No me parecía correcto.

Por lo demás, me encontré con que el grupo de voluntarios estaba compuesto por chilenos católicos recién recibidos de universidades privadas, ambiente en el que yo encajé como lo haría Greta Garbo en una convención de mariachis. Pese a todo, la experiencia de ir con ellos a comunidades a unas cuatro horas de Santiago resultó buena, no exenta de cosas extrañas, inútiles y trilladas, pero interesante sin duda.

Acampamos, bebimos pisco a la luz de la luna (nunca como ahí había visto un cielo más hermoso, cuajado de estrellas), conversamos con los afectados, fuimos invitados a sus mesas, y sufrimos los constantes temblores -el epicentro del jueves fue en Rancagua- que aquejan la zona. Al menos uno cada hora, casi fugaces.

La primera noche, por ejemplo, me dirigí a tientas a la carpa, como pude me puse la pijama (la piscola desgraciada) y me metí al saco de dormir. A los tres minutos, acostada al ras del piso, escuché un bramido feroz, una especie de rugido que surgía de la entraña de la tierra, que se transformó en un temblor fortísimo que duró casi un minuto. Puedo decir con seguridad que el pedo se me bajó en un segundo.

El miedo, por otra parte, surge de forma instantánea. Aunque llegamos a acostumbrarnos a los temblores al grado de continuar charlando como si nada luego de uno (después de quedarnos inmovilizados como en pausa, comentar "está temblando", y continuar con lo nuestro), en todas las veces yo sentí ese miedo que surge en la boca del estómago y se extiende como brazos invisibles alrededor del cuerpo. Es algo básico, una reacción natural e instantánea ante el peligro. En una zona donde sólo hay silencio, porque no hay automóviles ni industria, donde la gente construye sus casas con adobe frente al bosque, y cultiva la vid en sus huertos, el temblor no sólo se siente: se
escucha. Algo que, en la ciudad, nunca percibiríamos.

***

Todo lo que se escucha en Santiago tiene que ver con el terremoto. Las charlas de sobremesa, en el excepcionalmente eficiente y limpio metro, en los micros y por las calles tratan todas sobre el terremoto y las réplicas. La gente está nerviosa, intenta como puede hacer su vida, yendo a los lugares de siempre y asistiendo al trabajo, pero ante cualquier señal de peligro se queda inmóvil esperando el temblor. Algunos lloran, se tocan la frente y se jalan el cabello: están cansados, verdaderamente cansados, porque nunca escapan realmente de esto. En algún folleto de ayuda leí instrucciones para tratar sobre lo sucedido con los niños, y una de ellas decía: "no haga promesas poco realistas, por ejemplo que no habrá más réplicas". Todos lo saben y lo resienten. No es algo a lo que puedan darle la espalda.

El primer día comí en el centro en un lugar de espacio muy reducido, donde todas las conversaciones se escuchaban, lo que provocó que eventualmente me cambiara de mesa y me sentara junto a una señora de cincuenta años de Temuco. Platicamos de muchas cosas, desde el terremoto hasta el golpe de Estado. Hasta nos sacamos una foto:



Me doy cuenta, charlando con todas estas personas, del miedo que persiste. Ayer por la noche, cuando regresábamos de Pumanque, nos detuvimos en un "Pronto" -un restaurante de carretera- para comer algo. Y entonces hubo un apagón, que después supimos abarcó todo el país por una falla en el generador eléctrico que abastece la mayor parte de Chile. Los únicos comentarios: es el fin del mundo.

Mientras tanto, la Bachelet se va y entra un nuevo presidente, al que todos parecen preferir porque al menos no es Frei "junior". El tipo, una especie de Slim chileno, la tiene difícil con un país que se da cuenta, como lo han hecho todas las naciones asentadas en terrenos salvajes, que en realidad sólo son un puñado de gente establecida en una porción de tierra. Y nada más.

***

Mendoza fue lindo. Conocí a un californiano de 45 años, Peter, con el que visité los viñedos y una fábrica de aceite de oliva. Después de probar los vinos típicos -el Malbec, por ejemplo, que en esa región se da esplendorosamente-, sostuvimos una conversación mexicana-gringo que sólo podría suscitarse con un demócrata. Interesante. Él me sacó una foto y yo le saqué una, porque dice que no le sirven las fotos con él mismo, ya que sabe cómo se ve.



El trayecto de Mendoza a Santiago fue imponente: los Andes y curvas cardiacas que casi te hacen morir. Fuera de estos sobresaltos, arribé a Chile sin un rasguño.

Básicamente, al dar una vuelta en esas curvas, mientras estás sentado en el primer asiento del segundo piso de un bus Pullman, sientes que miras el borde del abismo: puedes ver que estás a punto de estrellarte y morir, pero ni te estrellas ni te mueres, sino que te dan ganas de darte un tiro. Básicamente.

El mítico Palacio de la Moneda


Por lo pronto, visitaré Valparaíso e Iquique antes de cruzar a Perú. Mi estadía en el país inca será corta, porque Machu Picchu cerrado anuló muchas posibilidades. En términos llanos, me queda una semana de viaje. Creo que ha quedado claro que esto no fueron vacaciones, sino algo muy distinto.

Me alegra que así fuera.




18 comentarios:

Ana Lemus. dijo...

Y a todos los demás también.

Jair Trejo dijo...

El post que esperaba desde hace ¿qué será? ¿3 años?, cuando me enrolé en la compañía de los "Náufragos al Mediodía".

Mujer Maravilla a la Mexicana dijo...

Hola semi extraña:

Creo que "tus vacaciones" tienes razón han sido más que eso, no sólo para ti. No quiero poner más porque se ve un poco fan from hell, pero el "conocer" tus experiencias y otro países por tus posts me resulta bastante inquietante, aún no sé si inspirador.

Aplaudo tu decisión de ir de voluntaria, no por el acto altruista en sí, sino por el haber salido de ese molde donde prefieres no hacer nada para no parecer buenita o cómo tú lo dices qué me van a decir sino lo hago en mi país porqué en el extranjero sí. Creo que cualquier motivo sincero es válido en cuestión de ser un poco más nobles y menos apáticos.

En fin, suerte en la recta final de tu travesía y sigo leyendo aunque no comente.

Un abrazo.

Psic. Valeria Valdés Mascort. Ced. Prof. 08703704 dijo...

No se muy bien que palabras escoger... aunque se te extraña de este lado me da un poco de nostalgia que dejes esas tierras, pues cada uno de tus post los he disfrutado enormemente.

El miedo de la gente me lo puedo imaginar, yo hubiera ido ayudar también.

Por ultimo esas curvas me recordaban a la India cuando viajaba en carretera mi cuerpo desarrollo algo para la supervivencia, me dormía para evadir el terror de sentir que moría a cada instante.

ge zeta dijo...

A nosotros también nos ha quedado muy claro que no son vacaciones. Y este post en particular es uno de los más significativos -creo yo- de este viaje.

Juan Ramón V. Mora dijo...

Gran experiencia, gracias por compartírnosla.

As: Canción Animal - Soda Stereo.

Atte: Juan Ramón.

Sascha! dijo...

Estas no-vacaciones, cada relato, me han parecido tan llenos de sentimiento, cada uno me ha provocado darte un gran abrazo como esos que uno solo da a los buenos amigos, me aprieta un poco el estómago y una lagrimita me baila en al punta del ojo pero así soy yo de llorona. Me gustaría que viajaras aun más tiempo, pero también quisiera que ya estuvieras en tu casita sana y salva. Buen viaje!

Unicornio dijo...

Arrojada (de "arrojo", no de "arrojar" o "aventar", aunque... bueno, también podría ser por "aventada", en fin...) "Á":

¡Claro que esto no fueron unas "vacaciones"! "Vacaciones" son llegar al Hotel Todo Incluído, pasar por los puntos que marca la guía (o el folleto para turistas), sacarse las clásicas fotos en los sitios más reconocidos del lugar, consumir los brindis de cortesía y el buffet incluído en el paquete y regresar con montones de diapositivas y videos en celular po's pa' presumir a los cuates (recuerditos incluidos en las tiendas de ocasión).

Tú, camarada exploradora, fuiste a Viajar. Y eso implica aventuras sin freno y retos inesperados, decisiones inverosímiles (criticables o no, ¿qué importa? ¡Es TU Viaje!) y (but of course!) una mezcla de simpatía y envidia ancestrales, sólo reservada a los que se atreven a enfrentar sus miedos y "seguridades" más allá de la "zona de confort".

Gracias por compartirlo con personas que ni conoces, y quizás ni conocerás, pero que (y no sé si tus demás asiduos o anónimamente tímidos lectores piensen igual) ya te consideran casi como una amiga muy cercana (cuestiones de la solidaridad de la Especie Humana, tú sabrás!).

Y, en particular...

1. NO. No fue una necedad ir a Chile. Lo celebro y verás que harás lo mismo toda tu vida, cada que lo recuerdes.

2. Olvida a nuestros criticones (por tanto, vacíos) "coterráneos" mexicanos. Recuerda que tenemos un pequeño defecto: somos infantilmente egoístas. (Bueno, bueno, los Unicornios no pueden mentir: somos Estúpida e Ignorantemente Egoístas!!!). En el desierto dimos agua y frutos a unos bereberes. Y no pensamos "¿cómo no doy de beber al indigente en el D.F.?" Hiciste bien. Y gringa, gringa a los que piensen lo contrario, bola de "lúsers envidiosos"! Po's estos?!.

3. Emociona que compartas, sin arredrarte, tus sensaciones "de miedo". Cuando 1985, pocas cosas espantaban más que sentir "la réplica"... metidote en un edificio, buscando, mientras amenazaba con acabar de caérsenos encima. Quien diga que no siente miedo, no sabe lo que es sentirse humano y vivo.

4. Y... Mejor le paro, porque esto ya parece la clásica plática (café de olla de por medio) entre amigos... y no tengo el honor de serlo. De modo que antes de aburrirte (aburrirlos) con este, ejem, "Brevísimo" comentario, me desaparezco, "discreto" y veloz.

Con un saludo solidario (y felicitador... ¡Qué viaje!), se desaparece,

el novelero (gulp!) Caballo con Cuerno (Capítulo IX: "Y eso que no había café de olla")...

P.D. Pero... ¿qué tal los Glaciares, eehhh? Suerte y cuídate mucho! Ciao!

Fire_tony dijo...

Hasta sentí bonito cuando leí que ya venías. :)

el Profe dijo...

Cuando fue el terremoto del '85, llegó ayuda humanitaria de todo el mundo, y que yo sepa nadie en su país de origen se quejó. De más está decir que dudo que ningún mexicano se haya fijado en la nacionalidad de la persona que lo sacaba de los escombros, le daba agua, atención médica, etc. Y después, cuando se acaba el momento de las cámaras y los gestos heroicos pero el tipo que se salvó está con lo puesto y sin nada, expuesto al hambre, el frío y las enfermedades, tampoco creo que se haya fijado en quién se encargaba de ayudarle a mejorar sus condiciones, armar carpas, llevarle alimentos y demás cosas necesarias hasta que pueda salir de esa situación.

Yendo al punto: las grandes tragedias humanas nos hermanan, muestran qué cosa ridícula son los gobiernos, las fronteras, la burocracia y todas las mierdas que nublan las cosas y hacen que nuestros semejantes dejen de ser semejantes para ser "chilenos".

Chile estaba en tu itinerario. Chile se desgració. Estás haciendo lo único que haría una persona decente. Mientras no pierdas ese espíritu cuando vuelvas a México, nadie va a poder decirte acusarte de hacer "turismo catastrófico" ni compararte con los [*irreproducible*] que se van a hacer un año de trabajo social con la Cruz Roja a Zimbabwe y después no hacen una mierda más en toda su vida pero "atesoran aquella experiencia".

Rubo dijo...

Alegre de ver un post más tranquilo. Que disfrutes el resto de tu viaje y todo salga bien. Saludos.

El R. dijo...

"...en todas las veces yo sentí ese miedo que surge en la boca del estómago y se extiende como brazos invisibles alrededor del cuerpo".

Sentí la misma sensación al leer tu relato sobre los temblores. Gran descripción. Mucha suerte, Lilián. Acá te esperamos :)

Unknown dijo...

Mis respetos.
Realmente tomaste una desición muy valiente al anotarte como voluntaria.

Suerte con el resto del camino.

El Ser Supremo dijo...

Wow si que paseas y bien por ti, espero que aun no se acabe el mundo xq aun soy joven (creo)

Anónimo dijo...

Ayyyyyy, Chile!!!. En Mendoza solía caminar y caminar!!!. Cuando voy al Pierre Auger, suelo quedarme unos días en Santiago, luego Malargüe, etc, etc.. En fin, conozco bien el camino entre los Andes!! Lo dije antes y lo confirmo... Lo mejor de Suramérica es Chile, Argentina y Uruguay...

Pd. No ma..... como me gustas!!!! Jijijiji!! Es la mayor razón por la que alguien como yo ingresa a tú blog, en serio!!

[ Hródric ] dijo...

si hay algo que me ha llamado la atención de estos últimos posts son los autorretratos. me extraña araña. en tus fotos mexicanas parecías pez en el agua. en estas pareces turista (a quien sacarle plata)... no sé si me explico. pos q pareciera que hubieses cruzado un portal del tiempo o bien que vinieras saliendo de las aguas de la fuente de la eterna juventud.

hey, leyendo estos posts no puedo disimular mi envidia de tantos lugares que has visitado. ahí me doy cuenta la poca plata de la que dispongo. este último verano lamenté no haber podido viajar como en los anteriores. pero bueno, quizá algun día vuelva a partir, cruzar los Andes o llegar a tocar los glaciares del sur... las Torres del Paine... o-mai-gosh!

y no digo más porque sería hipocresía. que estemos todos bien. que la tierra no nos trague.

y observa la Cruz del Sur.

poeta_sin_inspiracion dijo...

Hola,. ey revisa que en peru machupichu lo iban a abrir antes, de hecho es para la proxima semana espero leas esto y te informes es algo que no te puedes perder ya estando alla

Anónimo dijo...

wow... te admiro y te envidio. Un abrazo!