Quería escribir una especie de aclaratoria para el post anterior, pero me pareció innecesario. Al menos se propició el debate, todos mostraron sus filias y fobias más vergonzantes, alguien dijo una gracejada y todos regresaron a sus vidas sin pensar demasiado en el asunto.
Creo que ése no es el punto. El punto es otro.
A esta hora, me da por leer los posts de mi blog-roll. Mis blogueros favoritos, cómo no, siempre postean en la noche. Debo decir que es una sensación reconfortante, casi de orgullo impropio, leer entradas que hablen de lo mismo: del tema que a muchos, o pocos, nos tiene casi todas las noches en vela.
El punto es escribir. Escribir de lo que sea, pero hacerlo, como el atleta que sabe que bajar tres pisos para ir a la tienda tiene su beneficio a corto plazo: escribir guiones corporativos, escribir notas de poco pelo, escribir un momento en pocos caracteres, escribir una carta/correo electrónico, escribir tu vida, escribir un cuento, escribir una novela. El punto es escribir, como sea y de lo que sea. El punto es ése, creo.
Esta corta reflexión de madrugada fue propiciada por los posts de:
Elsa, In Limbo.
Rufián Melancólico, Escritura Irresponsable.
Ira Franco, Las cinco de la mañana.
En mi cursilería/emoción del momento, sólo tengo una cosa qué decirles, muchachos: gracias.