11 de marzo de 2009

Pequeños enemigos


Odio a los niños. Cuando estoy cerca de ellos casi puedo olvidar que yo también fui niña y también fui irritante y también hice preguntas idiotas y tuve mocos en la nariz a la vista de todos y solía llorar en sitios públicos. Que era una vergüenza para mis padres y los zapatos me quedaban grandes y a veces las niñas no me hablaban en el recreo y yo me releía los cuentos del "rincón de la lectura" para no verme tan
loser y lloraba en los rincones y sufría y lo olvidaba todo cuando decidían que ya había aprendido la lección y otra vez era sujeto de amistad.

Supongo que este odio, en efecto, proviene de evidentes traumas que un psicoanalista sin duda desentrañaría con severidad y cierta burla contenida. Que escucharía atento fumándose una pipa, mirándome con atención al decir: "prosiga". Esos traumas que me llevan a mirar con ojos iracundos a los escuincles que lloran en los restaurantes, a los que gritan en medio de la calle, a los que arman berrinche en el centro comercial, a los que sólo están ahí con su metro veinte de estatura en la calle, sin hacer nada, pero que igual me inspiran el odio más encarnizado.

De toda esta fauna pre-pre-adolescente, sólo 3 sujetos escapaban a mi mordacidad: mis tres sobrinos. Esos niños que tienen la misma sangre que yo corriendo por sus venas, que poseen por lo menos un par de abuelos de actitud jipiosona y talante correcto, que tienen como padres a hermanos o hermanas que en algún momento de mi vida me llamaron "mocosa", "Lila Deneken", "escuincla"... eran los únicos sujetos pre-pre-adolescentes que merecían mi respeto y hasta cariño.

Ahora son 4. Y ocurre un fenómeno curioso: el amor o cariño que uno tiene dentro de sí no es una cantidad definida. Se expande milagrosamente. Es la única sustancia que, además de transformarse, se crea y puede destruirse. Veo a ese feto sin placenta de no más de una semana y pienso en las cosas que son posibles, en las pocas que son hermosas, en cómo por ella valdría la pena arrojarse a un peñasco o enfrentarse al eventual Holocausto Zombie®.

Del mismo modo, hay una situación que me incomoda y me entristece. Puedo soportar, sin estoicismo ni dignidad, que me corten. Que me humillen públicamente. Que me hagan notar cómo mi trabajo es poco menos que aceptable y que, además, tardé 4.5 horas en algo que no debió llevar más de 10 minutos. En fin, penurias de la vida adulta a las que uno se enfrenta cada cierto tiempo.

Lo que no soporto, porque sencillamente carezco de las herramientas necesarias, es ver a uno de esos niños sufrir.

El mayor, Luis Mariano, tiene 10 años. Jamás ha podido relacionarse en la escuela. Es hijo de madre soltera, casi mi hermano y mi joven pádawan, al que he instruido en los artes de la nerdez: qué mal le hice. No se despega de Nickelodeon ni del Xbox ni del Playstation, piensa que iCarly es guapa (me lo confesó bajo el juramente de que NO se lo diría nadie... no mencionó nada de publicarlo en mi bló), no come picante, se sabe diálogos de Los Simpson de memoria y disecciona capítulos de Bob Esponja con rigurosidad sociológica.

Pero no tiene amigos.

No me había dado cuenta hasta un día que fuimos a llevarle su
lunch a la primaria, y lo vi sentarse, sacar su sándwich, y comérselo tranquilo, solo, afuera del salón. Es una de las imágenes más duras a las que me he enfrentado.

Quiero pensar que algún día lo superará. Que no pasará los recreos solo toda su vida, aunque mi mamá insista en que "él está contento así". No puedo, aunque lo deseo, creerlo... porque yo misma tuve que pasar recreos sola y conozco de primera mano esa impotencia derivada de la soledad, que antes de los quince años es devastadora.

Lo único que puedo hacer es quererlo, cuidarlo, proveerlo de devedés de Los Simpson y Bob Esponja. Esperar que, con el tiempo, venza sus miedos y se entregue a las fauces del mundo verdadero.

Supongo que todo ese odio hacia los demás niños, cuyo destino francamente me importa un bledo, se potencializa de manera inversa con estos cuatro niños: los cuatro pequeños enemigos que más quiero en el mundo.

21 comentarios:

Hernández dijo...

Yo también odio a los niños, excepto que, en mi caso, no hago excepción con mis sobrinos.

Pero tu apunte es muy bueno, porque habla muy mal de los niños, y muy bien de ti.

Saludos.

Pável dijo...

A diferencia de ti, me gustan los niños, esos que tienen menos de 4 años y que intentan hablar español, un español primitivo que sólo atinan a traducir sus madres, esas que cuando le preguntas al niño como se llaman contestan como si el niño no pudiera hacerlo solo (ok no pueden).

Me divierte preguntarle el nombre a estos niños porque se que contestará la madre a lo cual con gusto siempre le diré: "Le pregunté al niño señora".

Esos niños me gustan, los que detesto son los más grandes, los que hablan, los que rompen, los que brincan y hacen idioteses.

Yo conocí a un niño de 40 años a quien era la materialización de todos el odio hacia los infantes, era idiota para contestar, le echaba la culpa a todos de su ignorancia, flojera, estupidez y neandertalismo.

Alguna vez le dije: No te enojes, el que se enoja pierde, se maduro y crece.

A lo que me contesto: Se maduro tú!

Sonó tan idiota... en fin... creo que tengo sueño ya estoy escribiendo cual zombie... en que iba? ah sí odio a los niños de más de 4 años y a los niños de más de 30... sin mencionar a las mujeres de 30 y tantos que cuando se quieren ver tiernas hablan como niñas idiotas de 4-6 años.

Yo quiero tener hijos un día, un chavito y un par de gemelas.

A ver si se me hace.

Saludos

Anónimo dijo...

Más vale condón en pene, que nueve meses y un nene

El Rufián Melancólico dijo...

no preocuparse lilians, ese sobrino solitario y triste con el tiempo será un adolescente solitario y triste y después un inadaptado social que gastará dinero esfuerzo y ansiedad en algún lugar similar al covadonga, en un día semejante al jueves, en un horario parecido a las diez de la noche para adelante. Y seguirá el modelo poco ejemplar de la tía, pero que le quedará rebien. Saluditos, pues

Anónimo dijo...

al menos es tranquilo, yo en el kinder, con mis 50 centrimetros de altura golpeaba a otros niños, en la primaria no supe cómo cultivar amistades, y así y así.
ahh estas nuevas generaciones. ya se encontrará a otro niño al que le guste lo que a él y entonces, entonces se alejará de tí y hará su vida aparte. a la mera si le das un empujoncito a llevarlo donde sus pares.
(a mí tampoco me gustan los niños, pero me gusta acercarme a verlos, eso le gusta a sus padres y frikea a mis amigos, a mí solo me da curiosidad ver qué tan extrañas caras hacen).
saludos muchos!

Octopus Queque dijo...

Bu, a mi si me gustan los niños. Bueno, mientras no sean míos, me gusta jugar con ellos, cuando tengo ganas y oportunidad (estas dos cosas van desapareciendo mientras vas creciendo). Pero es que tengo la teoría de que los niños y yo tenemos la misma edad mental, si ellos dicen "CRAYOLAS" yo digo "WIIII". Snif, no sé si es triste, pero así es.

Por otra parte, la imagen de tu sobrino es fuerte, a mi tmb me hubiera conmovido, pero hay que recordar que siempre es laborioso para uno poder acoplarse a un lugar, que hasta luego terminan no tomándole importancia. Yo tardé en acoplarme a la preparatoria todo un año, porque no contaban con que yo llegaría desde la agrícola oriental para mi primer año de estudios ahí, mientras que todas ellas ya se conocían desde la primaria(y si eras hombres no te tardabas en acoplar, porque todas las mujeres eran muy accesibles con ellos [Zorras!]).

Igual y a tu sobrino no le molesta eso del acoplamiento y prefiere su sandwich, cosa que, si eres adulto, lo ves bien, porque prefieres el sandwich solo que estar con los compañeros de universidá que hablan de arte mientras masticas jamón con pan. Brbrbrbrbrbr.

Crayolas!

Anónimo dijo...

No te sientas culpable toda esa "soledad" que tiene tu sobrino es natural es un niño que se forma su propia opinion ante las cosas es por eso que no se identifica facilmente con sus compañeritos, pero segurito estoy que al rato forjara amistades harto interesantes y mucho mas fructiferas ¿de que sirve tener amigos de sus edad por ahora? con su tia le basta

Alletta dijo...

odio los niños, con 2 excepciones, pero supongo que es por el cariño que les tengo, su peculiar forma de ser y pq no los veo a menudo

yo fui una niña solitaria, una adolescente solitaria y ahora una mujer solitaria que se esconde tras la pose de tener cientos de cuates para que nos e den cuenta que sola soy en realidad. Más que buscar que tu sobrino se adapte y se integre debes buscar que entienda que ser solitario no tiene nada de malo si es lo que él decide y no porque los demás lo condenen a eso... cuando lo entendí me sentí liberada.

Saludos

«danito» dijo...

Es neta eso de tener hartos cuates y estar solo siempre

Yo digo que le quites el xbox y el PS, deja de regalarle dvds, mejor regalale un balón y llevalo al parque para que se gane sus raspones en las rodillas y amiguitos ocn quien pelearse y contentarse a los 5 minutos.

No hay nada mejor que eso.

A Miranda Cosgrove (asi se escribe?) si la espero unos años.

¬¬

Anónimo dijo...

la soledad no necesariamente es algo malo.

Vanessa C. dijo...

Tienes sentimientos Lilían.


Pero deberías preguntarle si le gusta estar solo en el recreo.

Taquero Narcosatánico dijo...

Yo era igual que él, sin amigos.

También odio a los chamacos.

Creo que siempre fui pedante y mezquino.

Y sí, te drogas... pero eso es malo?

Chorrocientosmil dijo...

fíjate que esos perversos polimorfos me caen bien, sobre todo porque son rete egoístas y les importa un bledo el mundo asqueroso de los adultos...en fin

yo también creo que lo mejor sería preguntarle al sobrinín si en realidad esta contento comiendose su sandwich solo, no?

Anónimo dijo...

Hay algo peor que estar solo en el recreo y es que alguien importante para ti, sienta lástima de verte solo. Mejor no le digas que descubriste su secreto. Seguramente será de esas personas que cuentan a sus amigos con los dedos de una mano, pero son amigos de verdad.

Aline Salazar dijo...

Mmm ... iba a poner algo pero espera a que sea mi cumpleaños. Sorpresa! ( No resultan tan mal)

Jair Trejo dijo...

Ay, por favor no lo pongas en la cinta transportadora. He is too old to be scolded around by his auntie. Además, ¿cómo sabes que no fue casualidad que ese día estuviera solo?

Si ser diferente es lo que lo tiene sin amigos, entonces se salvó de pésimas compañías. Y si simplemente no le da la gana juntarse con nadie, pues ya crecerá y abrirá un blog y lo invitarán a fiestas.

Anónimo dijo...

Importante: de que puede platicar Luis con los niños de esa escuela? el 99% no tienen cable, ni sky, wii, PC, play station, nintendo, dc, xbox, ... y tu sobrino no tiene trompo, yo-yo, ... en la salle seria como pez en el agua no crees ???? que hace ahi ?

Emilio dijo...

Muy bonito post y muy chido el comentario del Rufián. Yo era muy amiguero y popular en la primaria y muy nerd en la prepa y después me hice otra vez amiguero... como muchos dijeron, esas cosas cambian. O acompáñalo otra vez a la primaria y que sus compañeritos vean que tiene una tía muy sexy para que se mueran del coraje.
saludos!
ps. qué chingón que hernández comente en tu blog, y más chingón todavía que el supercomment de hace unas semanas fuera precisamente de él.

Lilián dijo...

Jair:

P-p-ero... ¡ni que fuera producto bajo en calorías!

No fue casualidad, conozco a mi sobrino -a quien llamo LOLÓ desde el día en que nació, sepa por qué-. Tiene rachas en que tiene amigos, pero luego ya no. En la otra primaria sufría porque lloraba mucho y TODOS se burlaban de él. En general, tiene ondas de sobreprotección y nulo contacto social aparte de puros tíos mayores de 22.

Anónimo:

¿Cómo sabes que va en primaria pública? ¿Lo conoces? ¡Me intrigas!

Emilio:

Pues comenta en mi blog, aunque se dé aires de diva, porque ya dije que es algo así como mi jefe. Tonces no pasa nada.







Ji-ji (risita nerviosa) Emilio me dijo "sexy", ji-ji (rojez facial). Creo que ya no te veré con los mismos ojos. Bueno, sí.

Pável dijo...

Yo te he llamado Sexy miles de veces y nunca he recibido un commentario!

Esta relación empieza a ir mal, creo que debemos terminar.

Empezaré por quitar tu poster de mi sala.

Gabriela/undies dijo...

Ah, los niños. Yo trabajo para ellos y me encanta, pero el día que me tocó trabajar CON ellos no fue tan divertido como pensé. Los niños me gustan, en teoría.

Pero te entiendo, tengo dos hermanos que prácticamente son como mis hijos (y podrían serlo), el más chico tiene 13 años ahorita y me gusta pensar que fui una buena madre ja, pero cuando lo veo mal o triste es como si me dieran una patada en los ovarios.