Querétaro quiere retenerme. He formulado esta teoría durante los últimos días, en que subrepticiamente han aparecido múltiples oportunidades por todos los sitios posibles (imaginar una moneda de diez pesos aparecida junto a una coladera en una avenida por la que nunca paso).
Parece que la ciudad, que ya intuye mi pronto abandono, está echando mano de toda clase de tretas con tal de mantenerme a su lado (o sobre ella). Todo lo que me negó por siete años, de pronto me lo ofrece en un lapso menor a dos semanas.
Pues yo digo: ¡Naranjas!
La semana pasada estuve sumida en un océano profundísimo de pesar, confusión e incertidumbre respecto a mi futuro laboral. Iba caminando por la calle, pensaba en eso, e instantáneamente sudaba frío y las manos me temblaban. Mis sueños estaban poblados de persecuciones en rutas a las que nunca me subo, por calles donde nunca camino, y llamadas al 066 que culminaban en gritos y descalificaciones desde el otro lado de la línea.
Era un martes, y me levanté decidida a terminar con la mala racha. Así, después de una charla con el jefe, salí convencida de que "en provincia sobresaldría y en el Distrito Federal iría a competir". Pero no. Porque, ¿cuál es el mérito de sobresalir donde casi todos --- (censurado)?
Empecé a pensar que la ciudad no quiere que me vaya, que en realidad me está ofreciendo recompensas fáciles para que deje de pensar en todo lo que me he cansado de ella después de siete años de vivir en nueve lugares diferentes, en zonas disímbolas de la ciudad, con los trabajos más estúpidos y las ocupaciones más irrelevantes del universo.
He llegado a conocer la ciudad mejor de lo que hubiera esperado. Resultado evidente de recorrerla a pie durante tantos años. Sólo que siempre supe que en este momento me iría, que llegaría ese punto inevitable en el que ya no tendría nada que ofrecerme. Gasté todos sus lugares, sus avenidas, sus jardines, sus plazas, todas las nuevas sorpresas que podría darme. Pensé que no la extrañaría y ya la extraño un poco.
Por otra parte, ¿creo en la suerte? Probablemente no. El sábado estaba comiendo muy feliz en el área de comida de una pinche plaza a la que verán si vuelvo algún día, y cuando me di cuenta, ya me habían robado mi bufanda. ¡Mi bufanda! ¡Mi bufanda favorita! ¡La misma que perdí por tres meses y que luego recuperé sana y salva! Ahí pensé que mi suerte había acabado. Luego descubrí que no, y por dos horas tuve la cara roja y los puños crispados pensando en el desgraciado que ahora disfrutaba de mi bella bufanda de cuadros morados y ¿cafés? (¡Ya estoy olvidando cómo luce!)
Parece que la ciudad, que ya intuye mi pronto abandono, está echando mano de toda clase de tretas con tal de mantenerme a su lado (o sobre ella). Todo lo que me negó por siete años, de pronto me lo ofrece en un lapso menor a dos semanas.
Pues yo digo: ¡Naranjas!
La semana pasada estuve sumida en un océano profundísimo de pesar, confusión e incertidumbre respecto a mi futuro laboral. Iba caminando por la calle, pensaba en eso, e instantáneamente sudaba frío y las manos me temblaban. Mis sueños estaban poblados de persecuciones en rutas a las que nunca me subo, por calles donde nunca camino, y llamadas al 066 que culminaban en gritos y descalificaciones desde el otro lado de la línea.
Era un martes, y me levanté decidida a terminar con la mala racha. Así, después de una charla con el jefe, salí convencida de que "en provincia sobresaldría y en el Distrito Federal iría a competir". Pero no. Porque, ¿cuál es el mérito de sobresalir donde casi todos --- (censurado)?
Empecé a pensar que la ciudad no quiere que me vaya, que en realidad me está ofreciendo recompensas fáciles para que deje de pensar en todo lo que me he cansado de ella después de siete años de vivir en nueve lugares diferentes, en zonas disímbolas de la ciudad, con los trabajos más estúpidos y las ocupaciones más irrelevantes del universo.
He llegado a conocer la ciudad mejor de lo que hubiera esperado. Resultado evidente de recorrerla a pie durante tantos años. Sólo que siempre supe que en este momento me iría, que llegaría ese punto inevitable en el que ya no tendría nada que ofrecerme. Gasté todos sus lugares, sus avenidas, sus jardines, sus plazas, todas las nuevas sorpresas que podría darme. Pensé que no la extrañaría y ya la extraño un poco.
Por otra parte, ¿creo en la suerte? Probablemente no. El sábado estaba comiendo muy feliz en el área de comida de una pinche plaza a la que verán si vuelvo algún día, y cuando me di cuenta, ya me habían robado mi bufanda. ¡Mi bufanda! ¡Mi bufanda favorita! ¡La misma que perdí por tres meses y que luego recuperé sana y salva! Ahí pensé que mi suerte había acabado. Luego descubrí que no, y por dos horas tuve la cara roja y los puños crispados pensando en el desgraciado que ahora disfrutaba de mi bella bufanda de cuadros morados y ¿cafés? (¡Ya estoy olvidando cómo luce!)
La resolución ya está tomada. Nada de lo que haga el bello Querétaro habrá de retenerme.
13 comentarios:
Ps si la decisión esta tomada...adelante, la mejor de las suertes (aunque no hará falta -o no creas en ella-, lo sé) y pues disfruta lo que queda de tu Queretaro.
Saludos!
la cagas la neta, que no has oido que "Querétaro va en grande"?? jajajajaja
neta neta, vas a llegar al DF a patear traseros morrita, llevas mi bendición
Muchísima suerte... a donde vayas vas a hacerla chido!!!
Querétaro es muy chido (nótese el orgullo queretano, ja ja ja), pero cuando hay que crecer... hay que crecer... si no es aquí, ps en otro lugar, el que sea....
Saludos!!!
Yo creo que vas a destacar en el DF igual que en cualquier lado, perteneces al 0.01% de la población que usa regularmente el cerebro. Estadísticamente en el DF hay más idiotas que en cualquier otra región del mundo (con excepción de Texas tal vez). No hay gran diferencia en la mentalidad de la gente de Qro. con la de acá; todo México es pueblo. Somos medievales, retrógrados y mediocres. Donde sí hay diferencia es en el tráfico, la inseguridad y la contaminación. Aviéntame las chambas que te ofrecieron: yo no dudaba un segundo en irme para allá.
Estás muy chava para preocuparte de tu futuro laboral. Preocúpate de tus pulmones, del estrés y de que aquí te van a robar todo tu guardarropa (no sólo la bufanda). Anyway, aquí te irá muy bien. Vas a arrasar.
¡Suerte y éxitooooooooooooo!
Buscaré una bufanda lo más parecida a la que tenías aquí, para ti ;) si la encuentro, te aviso va?
cariñoooooooooos!!
¡Suerte y éxitooooooooooooo!
Buscaré una bufanda lo más parecida a la que tenías aquí, para ti ;) si la encuentro, te aviso va?
cariñoooooooooos!!
Tienes razon al decir que al D.F. se va a competir, pero al mismo tiempo estas haciendo lo que todos los ignorantes hacen.
Centralizar mas al pais; al no tener personas de calidad en provincia, la gente se desilusiona por que sabe que no le representara gran dificultad estar en puestos altos y "comerse" a la gente facilmente.
YO soy del D.F. y tengo 2 años viviendo aqui (tengo 20 años), aun cuando mis planes tambien irme a alguna megalociudad he pensado seriamente en tomar mas en cuenta a la provincia, y no necesariamente sobresales entre la gente tambien tienes que hacer tu esfuerzo.
Paricularmente prefiero ser reconocido como un pionero a alguien que simplemente fue grandioso.
imagino que te hubieses quedado si esas oportunidades hubiesen aparecido antes. pero ahora es tarde para retroceder, cierto ??
ojalá que la Gran Ciudad te golpee poco.
suerte chola.
Profesionalmente el DF no representa ninguna complicación. Ya verás, es lo mismito.
Yo te puedo decir que si tienes al DF como destino laboral está bien para tu desarrollo profesional pero del nabo para la vida (trabajé y viví ahi durante 30 años) y en cuestión de oportunidades de trabajo está perfecto pero el tráfico, la gente, la contaminación, la inseguridad, etc, etc, y etc la hacen insufrible
Llevo 3 años en Querétaro y te puedo decir que prefiero la vida aqui que en el DF. Pero siento que tu vas a destacar donde estes
Saludos
¿perdiste una misa?
Orales, usted no le saque y véngase (sin albur jejeje)...
Qué bien que dejas ese querétaro maligno de golpeaemo0s y llegas al Df... maligno... de golpeaemos.
Nah, está chido.
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