Me fui a un final por faltas. Por faltas. Técnicamente debieron mandarme directo a extemporáneo, pero el maestro -que es un estupidazo- es bien barco y el castigo más fenomenal que pudo habérsele ocurrido fue el de mandarme a final.
Y el día del final nada más había dos personas y su servilleta. Leí el examen: preguntitas que ya había hecho antes medio maquilladas con terminajos que el estupidazo pensaba nos confundirían. Y en eso:
- Maestro, ¿puedo ir al baño?
- Claro
Me levanto. Salgo. Camino a la biblioteca. Entro. Busco el libro de donde el maestro sacó íntegro el examen. Lo leo. Y regreso.
¡Ja-Ja! Ya había ido al baño antes del examen.
Cuánta elocuencia, cuánta sagacidad, cuánto bondismo (término que se refiere al ingenio de James Bond).
También descubrí que Umberto Eco es considerado un bondólogo.
Luego, hoy llegué casi a las once de la mañana y pregunté qué había dicho la maestra y en eso me sorrajan una verdad malvada.
- Ya entregamos el trabajo.
- ¡¿QUÉ?! ¿No era para el 11 de diciembre?
- No, era para hoy.
- Noooooooooooooooooooo.
Y fui y lo hice.
Y ahora no dormiré en toda la noche para entregar el último trabajo el último del semestre. Y luego me beberé unas margaritas y danzaré al son de música cubana y me reiré maliciosamente de los matados que hicieron todo a tiempo.
Pero antes:
llorar
Y, eh, una fotografía de la cinta métrica de mi hermano:
(Oh, ¿qué querían? Las inclemencias de la mudanza roban todo ingenio e imaginación)
1 comentario:
no pues que bien que todo salio bien para ti...desgraciadamente no puedo decir lo mismo =(
oye ya te mudaste?
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