3 de marzo de 2010

Soy un juguete del destino


Santiago está en ruinas. Mientras yo dormía en un expreso Singer rumbo a Puerto Iguazú, después de haber leído a Edwards sobre Neruda, un sismo de 8.8 grados sacudía la capital de Chile. Lo supe horas más tarde, cuando ya me había instalado en el hostal del pequeño pueblo, donde llovía a raudales.

Pensé en muchas cosas. Sentí tristeza por los chilenos. Todo era tan inesperado, y también sentí un poco de tristeza por mí misma, si es que cabe tal muestra de egoísmo ramplón en este blog. ¿Qué sería de mí? ¿A dónde partiría después? ¿Qué habría pasado con Bernardo, Pelao, los chicos de La Serena? ¿Qué sería de esa ciudad mítica que, a fuerza de imaginarla, se ha convertido en una de mis mayores obsesiones?

El país que propició todo este viaje, el que más ganas tenías de conocer, era Chile. Sabía que no me quedaría mucho tiempo, porque allá todo es más caro que en el resto de Sudamérica, pero me emocionaba visitar los sitios donde había ocurrido esa historia reciente que tanto me impresiona: como los alemanes, como los españoles, como muchos de sus hermanos latinoamericanos, los chilenos se habían levantado de entre las cenizas, habían sobrevivido a una dictadura brutal, y habían construido un país fuerte. Nuevamente reciben la desgracia.

Al mismo tiempo, yo vivía mis propias desgracias personales, representadas en Banamex e Ixe, que no tuvieron reparo en dejarme sin dinero durante días.

No quiero prolongar demasiado la historia, ni hacer un recuento pormenorizado de todo lo que ha sucedido por culpa de estos zoquetes. He gastado horas de mi vida y cientos de pesos en llamarlos una y otra vez, para saber si ya tenían: 1) mi avance de efectivo "de emergencia" (dos semanas para dar respuesta, nada más) y 2) mi tarjeta de "emergencia" (a quién le importa si los igualmente zoquetes de DHL son incapaces de encontrar el número 2075 de la calle Corrientes).

A Iguazú me fui con pocos pesos, suficientes para los autobuses, el hostal, la entrada al parque nacional y cualquier baratija para comer. A pesar de todo, traté de tener buen ánimo. Conocí a un italiano en el dormitorio, Massimo, con el que apenas pude comunicarme: todo el tiempo me hablaba en un italoñol extraño al que, invariablemente, yo contestaba de forma afirmativa. Luego me fui a las cataratas, donde conocí a unas colombianas nefastas que no tienen idea de la diplomacia y empezaron a decir pelotudeces sobre México ("es que a mí no me gusta cómo hablan los mexicanos, ¡qué horror! y "todo el tiempo me toman por una mexicana, arhg, qué molestia"). Luego hice el trekking (o senderismo) de ocasión por los innumerables puentes y caminos del parque: vi las cataratas, esa imponente fuerza de agua a no sé cuántos kilómetros por hora, que en los claros forman arcoiris, y supe que el viaje de 17 horas con grandes incomodidades sí había valido la pena. Luego me subí a una lancha para recorrer el río, donde conocí a unas parejas de Seattle entradas en sus cuarenta. Charlé con ellos, llegaban de Chile apenas, y estaban un poco perturbados, pero fueron muy amables; me prestaron sus binoculares para ver la fauna: un cocodrilo, un tucán, tortugas gigantes. Fue trés chido.

El viaje de regreso fue más cómodo y más rápido. En cuanto puse un pie en Buenos Aires, mi pesadilla continuó de nuevo: llamadas de una hora cada vez, zoquetes en "servicio" a cliente, gente inmunda que no se detiene a pensar en ayudar a la gente en problemas, y dos grandes bancos que defraudan a sus clientes de esta forma. ¿Qué pasaría si no estuviera quedándome en casa de Esteban? ¿Les importa dejar a sus tarjetahabientes en el extranjero durante dos semanas sin efectivo? ¿Les interesa siquiera?

Soy débil. En todos esos momentos de tensión, cada que una y otra vez explicaba mi problema y repetía mi número de expediente y confirmaba mis datos, en lugar de EMPUTARME como la gente decente, sólo hacía una cosa: llorar en silencio. Salía de los locutorios en lágrimas, me arrastraba por las calles de Buenos Aires con esa sensación de no tener a dónde ir, y me iba a esperar la llamada que jamás llegaba. Ayer, por ejemplo, me leí todo un libro de Harry Potter que encontré en el librero de Esteban (quien es Harry Potter: la misma montura circular de los anteojos, los ojos grandes y expresivos, el cabello lacio cayendo en flequillo sobre la frente, la misma delgadez y palidez inglesas) mientras esperaba que algún palurdo de Banamex se dignara a enviar un fax a Master Card. Mi vida dependía de un fax que no llegaba.

Los de Visa también me hicieron el día: me llamaron y me dijeron que recogiera mi tarjeta de "emergencia" en una bodega DHL. Llamé y me dieron una dirección cerca de Parque Patricio, una zona bastante lúgubre por lo demás, o me dijeron que esperara a que hoy la enviaran a una sucursal más cercana. Como me urgía, dije que iría: tomé el ómnibus y me interné por la horrible zona, donde cada tres pasos algún trabajador de construcción me gritaba alguna lindura. Desde luego, ni activar la tarjeta, porque ya todos los bancos argentinos habían cerrado para entonces.

Pero luego, oh, una de esas paradojas que tanto encantarían a Sherlock Holmes: en tarjeta de débito, Ixe no da adelanto de efectivo sino tarjeta de emergencia (política exactamente contraria a Banamex con la misma tarjeta). Cuando uno quiere ir a retirar efectivo de un banco, ningún banco tiene por política efectuar retiros de tarjetas extranjeras de débito (como no tiene NIP, es imposible hacerlo de un cajero). ¡Ah! Y los comercios tampoco aceptan la tarjeta extranjera.

De modo que ahora tengo un pinche pedazo de plástico que no me sirve para nada salvo para mirarlo y recordar todas mis desgracias.

Con mis últimos diez pesos de ayer, me comí un sándwich de milanesa y me bebí un vaso de vino (aquí el vino corriente es más barato que el agua o la Coca-Cola). Luego esperé a que llegara el temblor.

Por fin, en la mañana, Banamex me habló para decirme que ya podía ir a retirar el adelanto de efectivo que pedí (luego de dos semanas). Eran sólo 150 dólares, que hoy ya se esfumaron pagando deudas, y por esa mugrosa cantidad me la hicieron de pedo durante cantidad de días y llamadas.

Creo que hoy estuve a punto de darle un bofetadón a alguien, desde el grosero empleado de Banco Nacional que me envió a un tal Banco Piano (¿qué clase de puñetero nombre para un banco es ese?), y luego de vuelta, con visita a otros dos bancos, sólo para informarme que por ningún motivo me dejarían retirar efectivo con esa tarjetita.

No dejo de pensar en el ladrón que me robó la cartera, con todos los 60 pesos que llevaba consigo. Sesenta estúpidos pesos que ni siquiera alcanzan para una comida decente, y en cambio yo he sido lamida por las llamas del infierno de la burocracia, he llorado de rabia y frustración, he sobrevivido a base de manzanas y estupideces de bajo costo, le he colgado a tres empleados de Banamex, y le he llorado a uno de Visa, que se hasta se conmovió por mi caso. Espero, con todo mi corazón, que esos pocos pesos le aprovechen, y que encuentre gran regocijo en mirar mis credenciales y burlarse de la pendeja distraída con acento chistoso del subte.

Es curioso cómo, antes de venir, pronostiqué que me sentiría sola y muerta de miedo a cinco mil kilómetros de distancia. Sabía que sufriría, sabía que me las vería duras, pero nunca pensé que fuera por un asunto tan burocrático como éste. Lo que es más curioso es que, en todo momento, tuve a quién llamarle. Tuve a quién llorarle mis penas. Y, finalmente, luego de comprobar que ningún puñetero banco de este mundo iba a ayudarme, resolvimos recurrir a la última opción: los ladrones de Western Union.

Y ahora que mi pequeña pesadilla burguesa está llegando a su fin, retorno a mis dolores ajenos: Machu Picchu está cerrado hasta abril, es difícil cruzar a Chile, luego del Calafate mis planes se vuelven borrosos e imprecisos.

Pero entonces, mientras arrojaba un teléfono dentro de un locutorio, pensé en las cosas que debía hacer. En las cosas que estoy obligada hacer. Mis penas pueden transformarse, porque el poder de hacerlo está en mis manos.




PD. Mañana parto al Calafate a las 6 de la mañana, cruzaré tres mil kilómetros de territorio argentino en cuatro horas, y luego seré testigo de esos raros milagros de la naturaleza. Al volver, postearé fotos de la selva argentina y de su contraparte, el glaciar. Supongo que nada malo puede ocurrir después de ver dos maravillas naturales en tan poco tiempo. Espero.



18 comentarios:

Unknown dijo...

Por lo menos ese nombre ("piano", italiano de "lento") es sincero. Me recuerda al extinto "Banco de Maracaibo" al cual le decíamos "Banco DEMORA caibo".

Y aquí termina mi comentario estúpido y sin ningún tipo de aliento para mi amiga Lilian. Quien te manda a poner todo tu empeño en CHile, que siempre defrauda.

No es cierto esto último.

La verdad es que si me parece triste lo de Machu Pichu y Chile (y entiendo la tristeza q te causa tu tristeza egoista, comparandola con la que estan viviendo los compatriotas chilenos).

Lo malo es que la plata no es infinita y la burocracia sí.

Lo bueno es que ya tienes una excusa para volver al sur.

Unknown dijo...

sé que tal vez estos consejos ya no te sirvan en este momento pero he aprendido que cuando hablas a banco o call centers del estilo es bueno ir apuntando nombre y apellido de todas las personas con las que has hablado, y cuando sientas que no te están solucionando nada pedir con su superior y decir la lista de todas las personas que no te han podido ayudar. en caso de que el supervisor tampoco te solucione puedes pedir con su jefe y así.

y para sacar dinero de la de IXE una transferencia a algún conocido de allá por paypal funciona te cobran comisión pero puedes sacarlo :P

ojalá sirva de algo, he seguido toda tu travesía y con todo y tus contratiempos te envidio BIG TIME.

Aquiles Digo, antes Jordy dijo...

Lilián:

Mejor deslizo un comentario por aquí, antes de que me atragante con silencios.

Dicho así y dicho ahora sonará imbécil, pero me parece importante recalcarlo. A pesar de que seguramente te lo repetirán hasta el cansancio y te hartarás de escucharlo, algo habrá de cierto en esto:

"...y sin embargo, tu historia, esta historia, esas lágrimas, ese miedo, esa distancia, esa presencia, son la construcción de otro destino, quizá más amable, quizá más complejo. Uno que ya estás escribiendo, caminando, viviendo. Paradójicamente tú, pequeño juguete del destino, ahora eres más libre, fuerte y avisada que antes. Mucho más que los millones de personas que sólo bebemos té de guayaba y te leemos a lo lejos."

Los héroes quizá no podrán escapar al destino, pero elegirán luchar contra él. Me agrada ver que ya elegiste. Esto no debe opacar el el resto del viaje. A seguir viajando, conociendo y maravillándose. Desde acá se te acompaña (no hablo sólo de mí): porque incluso los héroes no luchan solos.

Saludos.

Un abrazo.

Given dijo...

a veces entro aqui pero nunca comento

ahora solo puedo decir... AAH SU MADRE

se lo que sentiste y no es nada grato, como me hubiera gustado poder haberte ayudado en algo

Saludos!

Rubo dijo...

Pues seguro no está padre toda esta situación con los bancois y el dinero, y tal vez lo escribes sólo en forma de catarsis, pero yo sólo puede decirte que seguro al final vale muchísimo la pena.

Al menos yo me estoy revolcando de envidia.

Suerte, échale ganas. Y si empiezas a desesperar, piensa en lo tontos que son ellos por no estar donde tú.

Disaster dijo...

Amo tu blog y siento mucho lo que te pasa, ojalá puedas solucionarlo pronto, ánimo y mucha suerte!

Xcanda dijo...

Sè que tù no me conoces. Y yo no te conocìa hasta que vi tu nombre por ahì un dìa en la red. Me llamò la atenciòn que ganaras el FOECA, y sentì algo extraño que ahora no podrìa explicarte.. Yo tambièn enviè proyecto, y obvio, no ganè. Creo que eso fue lo que hizo que empezara a leerte.. desde entonces te sigo. He leìdo desde que guardaste todo tu presente en cajas y saliste en pos de un futuro algo incierto. No puedo negarte que me emocionan mucho tus post, tus fotos. Y ahora, no puedo sentir màs que tristeza, primero, por toda la lucha contra la burocracia que has librado hasta ahora, y segundo, y màs importante, alivio al saber que estàs bien. Fueron varias las veces que vi en mi TL que preguntaran por tì, despuès de algunas horas de incertidumbre, me alegra saber que estàs bien, que continùas adelante, aùn cuando las certezas son pocas. Huelga decir que me encantarìa estar en tus zapatos, aùn con las contrariedades del viaje, sè que las cosas buenas que te dejarà esta travesìa haràs que a la distancia, todos los momentos que ahora vas recolectando, sean recuerdos inolvidables para tì, y para nosotros, que te seguimos atentamente en silencio.

Mientras tanto, ànimo y mucha fuerza.

Un abrazo a la distancia

Xcanda dijo...

El Fonca, quise decir, la emociòn, je.

Unknown dijo...

Emocionante viaje que cierra con broche de oro, calamidades que se trepan entre sí y parecen infranqueables, y sin embargo, se van reduciendo y solucionando una a una... y la vida sigue.

Hermosa lección que te servirá en el futuro para resolver las cuestiones del día a día, que créeme, son muy similares a lo que has vivido y, como veo, vencido.


Feliz viaje de regreso.

Anónimo dijo...

Hola Lilian, por aqui conociendo y reconociendo y leyendo y releyendo...

te sigo sabes? y me gusta mucho tu blog

Don Rul dijo...

En realidad uno no viaja para conocer museos o parques nacionales, sino para atisbar las galerías internas, los paisajes mentales. Así que entre más cosas te pasen, más interesantes serán las postales que traerás de regreso.
Disfruta lo que falta, que nada es peor que la lacerante monotonía de la cotidianidad.

Unicornio dijo...

Perseverante Lili"Á"n:

Seré breve.
TE aproximas hacia el Parque Nacional de Los Glaciares. Y de ahí, a una experiencia única (sólo comparable a ir al Polo Norte vía Alaska... creyendo que vas hacia la "calurosa" Canadá, juar, juar!... ejem, dije que sería breve, perdón...)

...decía, quizás ahí compensarás todas las "amargosas" experiencias de tu osado periplo (incluyendo los ANTI-servicios de "Concierge" de los #*!#&?+$ Chafamex e (Pinch)Ixe...

¡¡¿¿CÓMO sobreviviste a decirle a todo que "SÍ" a un Italiano!!?? Y más con tu atractivo mexicano-defeño... pudo haber pasado cualquie... ah, perdón, ya entendí, jejeje!

No, no es cierto. Sólo una cosa más. En aras de las tradiciones de los primeros Unicornios viajeros, si un día tienes un gran, pero GRAN problema y nadie a quién acudir... mándanos un email y presentaremos alternativas, incluso morralla de emergencia vía e-transferencia (y NO SOMOS Mam..., digo, Ban-amex, te lo puedo asegurar). No te conozco y no me conoces, pero confía en que los Caballos con Cuerno Honran su Palabra (por eso estamos casi extintos, gulp!!!).

Cuídate mucho. Disfruta Más. Olvida (por unos instantes) las "desgraciadeces" de los %*"#+&$! bancos mexicanos y goza de una de las experiencias más inolvidables de tu Vida.

Con toda mi solidaridad unicorniana, se despide

el metiche Caballito con Cuerno...

P.D. Y es que sé lo que se siente... afortunadamente, no te pasó en el Amazonas !!!

Maria() dijo...

este post me deprimió...
siento mucho lo que te está pasando, espero que todo mejore.
Abrazos desde Bogotá, que para variar, también está hecha un caos

ge zeta dijo...

Sólo disfruta todo lo que puedas ahora. Habrá tiempo de regresar. Como dijo Reindertot.

Czerjyo dijo...

Los viajes, al igual que la vida: se sabe adonde comienzan, pero no cómo seguirán. Ulises tuvo una Odisea, ya usted tiene la vuestra. Un abrazo, ¡claro, desde tu otrora ciudad, Santiago de Querétaro! (Otra ciudad Santiago). Si requiere de algo, no dude en solicitarlo.

Unicornio dijo...

Posdata: Uuyyy, sí! Muy ofrecido el Caballo con Cuerno pero... ¡¿y mis cabelleras!!??... ejem, digo, y el tan cacareado email para emergencias (grandes, grandes en serio)??

Perdón. Ya parezco político en vísperas de elecciones.

Va (y conste que es información clasificada, ¿ehhh?):

Proyecto.Unicornio@gmail.com

Por cierto: en IXE puedes reclamarles la nula calidad y me parece que te bonifican la Cuota Integrada de Servicios del mes. Sí, ya sé: como me dijo Pelé: "Po's ya para qué!!!". Pero al menos algo te desquitas (ya luego pensaremos en cómo volarles alguna sucursal y echarle la culpa a los clásicos "ajustes de cuentas del narco", o "represalias del Talibán"... como está de moda, jeje!)

Gulp! Ya comencé a desvariar (hoy tocó guardia). Sólo te dejo un saludo más y nuevamente el espíritu solidario de los trotamundos honorarios.

Desveladamente, se despide (Gracias a Dios, dirás!!),

el alucinado Unicornio (¿ya, me puedo ir a dormir?)

El Tipo dijo...

Disculpa el comentario, igual y ya no es útil. Yo ando en Buenos Aires desde el jueves pasado. Si necesitas dinero o cualquier cosa (aunque supongo ya partiste de aquí), no hay ningún problema. Estaré aquí un buen rato, así que si hay alguna inconveniencia podría ayudarte. En fin. Saludos y suerte.

Liz dijo...

Creo que ya todos lo han dicho todo, ya estoy de sobra. Eso sí, igual que ellos, comparto la envidia por recorrer tantos lugares y disfrutar de olores que uno anhela e imagina sólo a través de los libros.
En cuanto al robo: pinches bancos hijos de puta (perdón por el francés). A pesar de eso, espero que los ineptos que escucharon tu situación nunca tengan que pasar por lo mismo.