Debo confesarte que he sentido el impulso de matarte. Es una idea nueva, me vino hace apenas unos días. A veces te releo y me das como pena ajena, pero me aguanto porque pienso: estaba joven, qué sabía de la vida, no tenía otro propósito que el de pasar el tiempo. Pero te estás atascando, permaneces en un mundo ajeno y cerrado en sí mismo. Obsoleto, para acabar pronto.
Sólo que no podría. No podría asesinarte, oh blog. La nota al pie es que permaneces como lo que siempre has sido y no serás. Eres el amigo de la secundaria del que uno se aleja progresivamente, pero al que siempre regresa movido por los recuerdos y la sensación de lo familiar. No dejaré de escribir en ti y tampoco dejaré de escribir en ti como suelo escribir en ti. Tú sabes a lo que me refiero. Eres banal e infantil, te gusta hacer metáforas absurdas y soltar frases idiotas cada dos minutos. Es decir: así soy yo cuando escribo en ti. Como ha llegado la hora de evolucionar, no perdamos la amistad. Alimentémosla.
Sinceramente:
Tu estúpida y sensual Lilián
Tu estúpida y sensual Lilián
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De pronto el Tumblr se me apareció como la forma más fácil y adecuada para escribir de manera simple, rápida, sincera. Los apuntes ahí crecen, revueltos con estupideces que encuentro en la red y otros elementos. Así que, como escribí en el post anterior, es mejor que me busquen con más frecuencia por allá de ahora en adelante:
Creo que, a pesar de la anunciada "muerte de los blogs", mi pueril necesidad por escribir en la red no cesa. Es un asunto entre exhibicionista y terapeútico, ve tú a saber.
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Naturalmente, La Isla a Mediodía no muere. ¡No morirá!