Me gusta escribir sobre los sujetos que habitan mi barrio porque son demasiado reales, y cualquiera podría comprobarlo si se dignara a hacerme una visita y tuviera un poco de consideración hacia mí y me tuviera en alta estima. No es cierto: patrañas. Ya no me visiten porque luego el piso se queda cochino por 4 días seguidos, sin que me decida a tomar una cubeta, un trapeador, mezclarlos y hacer magia.
Como iba diciendo, hace rato bajé por una torta al pastor y tuve mis consecuentes intercambios biosociales con esa fauna de la que suelo mofarme en mi bló. Después me decidí a hacer un listado de todos los sujetos con los que me he relacionado en los 8 meses que llevo viviendo acá, para después tener un registro escrito de ellos cuando me mude y entonces sólo venga por acá a escupirles o regalarles rosas teñidas de azul.
Portero don Daniel: El más conocido de todos. Su incursión en este melodrama tuvo lugar cuando saqué mi basura por primera vez, y don Daniel se acercó con la linda frase "ya me la caché". Acto seguido: me mostró dónde debo tirarla, a qué hora, y con qué cuidados. A partir de entonces, cada que cometo la barbaridad de quedarme a charlar con él, me entero de absolutamente todos los detalles de su vida. Desprendemos que don Daniel es: viudo, homofóbico, neurótico, adicto a la limpieza, platicador, trabajador y buen cocinero. ¿Lo curioso? No sabe ni cómo me llamo.
La loca del 14 y su esposo, el loco del 14: Esta señora tiene un tornillo flojo. Es una chismosa, tiene bronca declarada con la del 1, y su máximo sueño en la vida es escribir en la TvNotas (verídico). Siempre que me la encuentro me chismea algo que, desde luego, no me importa medio pepinillo asado. La otra vez la vi mesereando en un tugurio de Chapultepec, y casi me atraganto con la Coca-Cola que venía tomando, porque la loca hasta se tropezó por salir a saludarme. Cuando regreso de mi pueblo o paso muchos días encerrada a piedra y lodo diseñando un plan para exterminar a la humanidad, la loca del 14 invariablemente se aparece en las escaleras y me pregunta que pensaba que "yo ya ni vivía ahí". Desprendemos que la loca: sólo anda checando a la pinche gente.
Su esposo está menos loco, pero es su esposo, así que está loco al fin y al cabo. Su ocupación: hacer arreglos de electricista insultantemente caros y pasear perros. Hace rato nos quejamos por la nueva chapa y todo transcurrió con placidez... si no fuera porque está LOCO como su condenada esposa.
La viejita del 23: Esta señora vende flores en la esquina. Está deschavetada, tiene Alz-Heimer o de plano es una culera natural. Sólo responde mi saludo cuando se le pega la regalada gana, pone el candado de la reja del pasillo aunque me vea corriendo desesperadamente por las escaleras para alcanzarla abierta, y en general siempre está malencarada. Hace rato, mientras hablaba con mi mamá por teléfono, descubrí la posible causa de su odio: mi casero de mierda se robó una mesa suya y me la dio. Cuando me mudé, la anciana jetona se dio cuenta y ahora piensa que yo se la hurté descaradamente. Aunque se la regresé, estoy CONVENCIDA de que me guarda rencor.
O no.
El acosador del 16: Otro gran personaje de mi edificio, que siempre me dice "Lilián, Lilián, Lilián" y me grita desde el cubo para invitarme a tomar un café a las pinches 11 de la noche. Es piloto aviador, pero sólo viaje a Guadalajara y de regreso. Su papá es un personaje de caricatura: anda en calzones por la noche y con las ventanas abiertas.
La señora de la lavandería: Esta señora parece personaje de Charles Dickens... o no. Está muy arrugada, se pinta mucho, se pone collares y tiene el cabello pintado de negro azabache. Es demasido amable, odia a los coreanos tanto como yo (sí: un día que un coreano fue a recoger su ropa estuvimos de acuerdo en que son unos groseros que huelen a ajo y tienen ojos de rendija), y me decía "Silvia" hasta que supo que me llamo Lilián.
El vecino del 23: Apenas caigo en cuenta que debe ser el nieto de la viejita malencarada del 23 (no, ¿en serio?). Es muy nervioso, una vez me regaló unas cervezas por ningún motivo, y siempre me saluda con una mezcla de vergüenza y dolor.
Carlos, el del 22: No lo conocía, pero su participación en esta historia transcurre así: un día, Olga vino a visitarme. Cuando bajé a abrirle la puerta, Carlos estaba ahí paradote. ¿Qué haría una persona sensata? Darle un beso en la mejilla y decirle "Lilián, mucho gusto". ¿Qué me contestó? "Ay, perdón, no vengo con ella, pero soy tu vecino del 22: qué gusto conocerte".
Acá es cuando nos acordamos de la revista "Tú" y decimos: TRÁGAME TIERRA.
Los meseros de la fonda "Angelo's": Estos tipos son demasiado buena onda. La fonda que atienden, ya me di cuenta, está horrible... pero yo seguiría yendo nomás por el placer de que este par de sujetos me atienda diario. Uno está muy joven y de repente se pone en medio de las mesas y cuenta anécdotas para beneplácito de todos los cerdos sin vida propia que van a comer solos. Errr. El otro, ya más don, tiene un no sé qué que qué sé yo que me... hipnotiza. O no.
Mis cerdos vecinos del 20: Los odio a todos por ruidosos, estúpidos y anti-higiénicos. Pero al mismo tiempo no los odio, porque prefiero llevarme bien con ellos antes que sufrir sus posibles venganzas. Son como 10 y todos viven apretados en un minúsculo departamento, tienen como 7 perros, una de las tías está tarada, y uno de los hijos no está tan feo. En general, mis sentimientos hacia todos ellos son contradictorios.
Personas que no merecen inciso pero que ahí están: el mesero del café "Toledo", que es medio malencarado y burlón, pero que por alguna razón no me cae mal-mal. Los tenderos del K-Mart: uno es horrible y lento; el otro es puto. La señora medio calva del Seven-11. Los que se ponen con su carreta vendiendo nueces y frutos secos, y que son mi perdición. Una muchacha que vende sushi en una caja de plástico a pleno rayo de sol (muy inteligente su método, a ver si no me enfermo de salmonela). Todos los "don Danieles" espurios que resguardan el mismo edificio que él en su tiempo libre. El dueño de una fonda que me parece un poco rabo-verde. Una señora con ojo bizco de un puesto de revistas. Un señor que arregla relojes y es estúpidamente carero. Los dueños gordos de una tortería.
Mención honorífica: los prostitutos nocturnos, en donde he visto muchachos bien que "no creerías". Que el señor los tenga en su gloria... mínimo tres veces cada noche.
Mención Magna Cum Laude: Los cerdos coreanos. Los odio tanto que en el fondo los amo tanto que no sé qué haría sin ellos.
Los extrañaré a todos. O no. Quién sabe.
20 comentarios:
Me doblé de la risa cuando hablaste de Carlos el del 22...
jajajajajaja
y me sigo riendo.
Saludos.
Haz chocolate especial e invítalos a todos. No puede fallar la excelente convivencia que sucedería.
Y, ¿no ya cerraron el seven eleven? Me sorprendió verlo quebrado junto al Banorte quebrado de junto. Sniff sniff.
Me antojaste la torta de pastor.
Tus vecinos me causan bastante gracia; en mi caso nunca he vivido en un lugar donde tenga contacto con personas así.
Seguramente si fueramos vecinos te expresarías de mí como:
El amargado que parece muy sangron que no le habla a nadie y que en las mañanas se levanta a prender el boiler en calzones. Aunque, no sabría si dirías que estoy feo o no.
Sobre los coreanos, pues, yo no he tenido mucho contacto con ellos, pero con los que sí, son con aquellos que venden ropa de muy mala calidad y te ponen cara de perro cuando les compras una sola cosa.
Saludos.
Y yo pensé que quienes me rodeaban a mí eran seres inenarrables... se quedan cortos ante aquellos que se pasean a tu lado. Es curioso que se puede a llegar a odiar a alguien tanto que, cuando no está, se le extraña irremediablemente... o no.
Un saludo.
Vaya que son peculiares tus vecinos y anexos.
Puedo imaginarme tu cara luego de saludar de beso al vecino del 22.
¿Te mudas de departamento?
Es la primera vez que doy con este blog, me gusto mucho este post. ya tienes un seguidor mas. saludos!
¡¡??
(Don Regino y Doña Borolaya se cambiaron?)
Me acordé de Chava Flores. No ha habido bodas en tu barrio... ¿o sí?
Confusamente,
el Unicornio de la barriada...
Como para el cuarto "... o no" me estaban dando ganas de golpearte... o no. ;)
jajaja, la del 22 es buena anécdota, pero eso te pasa por ser tan amigable; yo espero a que me digan: "te presento a perefulamenganito"
"Que el señor los tenga en su gloria... mínimo tres veces cada noche" *aplausos* xD
Oye, ¿la viejita del 23 era la que el otro día, en plena vía pública, te reclamaba que tú le habías robado su papel de baño?
Personajazo.
Sería interesante que hicieras una reunión con café y galletas.
Hernández: Sí, en efecto, esa loca. Uooooh, ya no me acordaba de esa anécdota. Pinche viejilla, ¿por qué habría de robarme rollos de papel de baño? ¿Sólo porque no tengo en mi casa y acostumbro hurtar ajeno? Bah.
Amo a los coreanos. Todo es cuestión de gustos =º
Muy chido Silvia
Te falto describir a la chica que describe su entorno (NO SE OFENSA), pero parece que tambien tiene lo suyo.
Jaja qué chida la manera como cuentas las cosas.
Los vecinos son otro mundo, en mi caso, el del 41 asegura que en el edificio espantan, la del 21 cuenta cada vez que puede que curó a una desahuciada y la viejita del 32 se la pasa espiándome... ¿o yo la espío a ella?
Saludos
Esos si que son personajazos... algún día contaré de los míos, que mas o menos por esas andan.
jajaja, suena como a la película de "Nadie me quiere". La chica de la película tiene unos vecinos igual de "encantadores", lo que me hace pensar que la gente en Alemania está chiflada. Sólo falta que uno de tus vecinos sea un quiromante africano.
Haha! Apenas y pude contener la carcajada cuando leí lo de "Carlos el del 22"...
¿Olga se rió en el momento, o se esperó a llegar a tu depa? =)
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