29 de julio de 2007

Malos hábitos/buenos hábitos

Soy una persona de malos hábitos. Mañana empieza el séptimo y penúltimo semestre de mi carrera y, aunque sólo he tenido una semana de vacaciones reales, ya quiero tener un horario inflexible y no todas estas horas a mi disposición que puedo malgastar como se me antoje (¿o dibujar cuadrito por cuadrito no es una perdedera de tiempo fabulosa?)
Me desvelo muchísimo, indiscriminadamente, y por ninguna razón. Siempre ha sido así; no importa que tenga que estar en algún lugar a las siete de la mañana: son las cuatro a.m. y todavía no me acuesto. Supongo que mi nuevo horario vespertino hará milagros en mi organismo, porque voy a seguir viviendo de noche, pero al menos ahora dormiré más, oh sí.
[O no: porque en la mañana haré lo que antes hacía en la tardes, que es el TEMIBLE servicio social]
Soy asquerosa, irremediablemente puntual. Carajo: ni yo misma he conocido a alguien que sea la mitad de impuntual que yo. La otra vez hicimos un corto bastante tonto y decidimos grabar en mi depa y... sí, llegué tarde. ¿Cómo fue eso posible? Pregúnteme: en cuestión de impuntualidad soy capaz de lo inimaginable.
Y luego está la desidia, la maldita desidia. Entrego todo fuera de plazo, hago todo en el último momento, soy capaz de navegar durante tres punto cinco horas por internet antes de decidirme a abrir el documento de Word y luego emplear otros quince minutos en teclear la primera palabra.

Esta imagen nomás la pongo porque es bien sabido que un post sin imagen es harto aburrido y Pimpinela siempre resulta fantástico para ilustrar textos-de-lo-que-sea.

Me siento como el protagonista de la Obediencia Nocturna, al que le encargan traducir un libro intraducible y le prometen que ya mero, que ya casi va a conocer a una muerta que se llama Beatriz. Sobre todo cuando dice:
“Quiero bañarme, afeitarme, lavarme los dientes, arreglar mis libros, leer, estudiar, volver a la escuela”

Claro que yo sí me baño y me lavo los dientes, y además no necesito afeitarme, y leo muchísimo todavía, y ayer arreglé mis libros... Bueno, en realidad no me siento en lo absoluto como el tipo de la Obediencia Nocturna, pero la sensación es la misma: salir de los malos hábitos y regresar a esos tiempos mejores en que uno solía tener su tingladito en mejor estado. ESCRIBIR, por ejemplo, al menos al ritmo en que lo hacía antes y no tener la amenaza del cierre de edición y otros asuntos que me resultan muy incómodos y que me hacen desaprovechar las oportunidades que me dan y preferir escribir intrascendencias en un bló de quinta.
Todos estos hábitos, que vistos de lejos resultan ñoños e inofensivos, podrían convertirse a la larga en mi ruina profesional. Están los buenos hábitos, desde luego, pero ninguno de ellos me ayuda a vencer a esos tres malditos enemigos llamados: trasnochadas, impuntualidad y desidia.
Pero al menos no me inyecto heroína como todos ustedes creen y jamás pensaré que estoy gorda y vomitaré mis alimentos transgénicos y me miraré al espejo y a pesar de ver las costillas salientes diré que estoy bien bofa. Pero no puedo llegar temprano nunca, oh Alá: TEN PIEDAD.

Conclusiones que no concluyen nada:
  • Llevo seis meses prometiéndole al jefe un artículo sobre Jeff Buckley y es la hora que no me salen más de dos párrafos. La dificultad está en asir la esencia de algo tan inasible como la música: es lo que digo para no sentirme culpable. Pero para que vean cuántas ganas tengo de superar mis baches, me propongo firmemente terminarlo esta semana.
  • Sigo enfurecida por no haber aprobado el famoso taller del reportaje, pero supongo que ya era hora de que me pusieran en mi lugar para agarrar la onda y hacer las cosas bien, bujujujú.
  • Y éste es el primer paso de todos estos propósitos porque, como se ve, un post así de largote no me quita naaaada de tiempo ni resulta un obstáculo para seguirle a otras cosas que sí debería hacer. Pero lo haré. Algún día. No... muy... lejano.

4 comentarios:

charp dijo...

Definitivamente, empezar otro semestre siempre es caótico, y el desorden tiende a entrometerse en todo lo que hace uno. Pero bueno, desvelarse no es tan malo, ¿a quién no le gusta vivir de noche?

Jajaja lo de Pimpinela me mató.

Lilián dijo...

Disfruta tu último año de horario-escolarizado-inflexible, porque luego uno sale al mundo y se vuelve loco de tanta desvelada y hasta extrañas que el despertador suene de madrugada y no sabes que día es y la palabra "asueto" ya no te dice nada y... ah creo que me proyecté. ¬¬

Ejem, digo que espero que te vaya muy bien en este año que inicias, jeje.

Lilián dijo...

Ouch! olvidé firmar el comentario anterior como habia prometido, lo siento.

¿Ves lo que digo respecto a que las desveladas lo enloquecen a uno?

Ahora si, saludos!
Lily de Filan

Malakatonche dijo...

Confieso ante ustedes, hermanos, que he pecado de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, bohemios.

Confieso que a veces, 15 minutos antes de entregar mis pedidos y órdenes de reparación, me pongo a jugar Starcraft, o a leer un comic digital, o a bloggear.


P.D. Me gusta como lloras, es inspirador.

Zzzzzzzzzz... croac.