11 de mayo de 2007

Científicamente comprobado: la Mejor Telenovela del Mundo (en mayúsculas, porque es un título)

Abandoné por completo las telenovelas cuando Perla y Luis Roberto se separaron. No tenía ni doce años, pero fui seducida por la historia banal de la dueña de una perla negra y su destino tormentoso dentro de la industria cosmética. Era crucial y quiero decir de veras crucial estar instalada frente a la televisión (no necesariamente la mía) a las siete en punto de la noche. No me perdía Perla un solo día. Pero después, de pronto, la telenovela estúpida me cansó y aquello fue como una crisis de fe: en lugar de quedarme en mi casa y sintonizar el canal trece, todas las tardes me largaba a hacer cosas adolescentes, principalmente inyectarme heroína y vender mi cuerpo en los barrios bajos.

(las conductas deshonrosas van más conmigo)


Imposible explicar la sensación de bienestar cuando escuchaba la motito todo terreno de Roberto avalanzándose masculinamente sobre un montón de tierra. Y todo era tan acuático, tan bonito, tan saludable... En 1998, de por sí un año excelso, Perla era ¡la onda!



Antes, mucho antes, fui conquistada por la historia apasionada de Juan del Diablo. También era apenas una escuincla y no obstante juraba que iba a terminar casándome con Eduardo Palomo (aunque sería una verdadera desgracia ser viuda a tus casi veintiuno). Todas las noches veía Corazón Salvaje y la fascinación derivaba, como tantas veces lo he sostenido, de que siempre he sido una muchachita romántica. ¡Ahhh…!


(pero luego las drogas sintéticas y la prostitución y el tiempo de refugiada en Nicaragua y el tráfico de órganos y las estafas multitudinarias… )

(ahora soy una muchachita romántica y caradura)





Esa canción de Mijares era un himno espectacular:
Voy a exigirle a la vida
Que me pague contigo
Que me enseñe el sentido del dolor
Porque ya fue suficiente el castigo
De no haberte conocido
Y dejar de ser por siempre un mendigo del amooor


Lo que quiero decir, pues, es que su servilleta pensaba que ya había terminado para siempre con las telenovelas.

Pero en eso…


Chaca-Chacán...

He descubierto la Mejor Telenovela del Mundo®. Se trata de una teleserie chilena que es proyectada en nada menos que el Canal para la Mujer®¡Fox Life! (solicítelo a su proveedor de televisión por cable, aún si es hombre y ya verá luego por qué) y tiene el increibilísimo título de Los Treinta.


La entrada es fenomenal, ora verán, porque con brevísimas imágenes logran ilustrar las historias desgarrantes y dolorosas de los treintones... Nah, ni tanto.

Acá los personajes son bien reales y casi todos treintones (sí, lo sé, el título también me pareció algo paradójico: yo pensé que se trataba de treinta guerreros bien poderosos que luchaban contra peruanos que querían adueñarse de su terruño). Además, los protagonistas tienen nombres espectaculares como Adriano, Simona, Martina et al. Y lo mejor: no se andan con rodeos a la hora de insultar y soltar leperadas.

En Los Treinta he escuchado algunas de las mejores frases jamás transmitidas en televisión, tales como:

¡Tienes la mansa cagada!

¡Ese viejo güevón ha estado toda la tarde mirándome el poto!

¡Paremos esta discusión pendeja!

¡¿Pero qué cresta te está pasando?!

¡Me importa una raja lo que tú opines!



Con lo cual podemos obtener horas de diversión a expensas de los modismos chilenos y además concluimos que los personajes de Los Treinta no se la pasan tan bien como uno pudiera pensar (pues claro: son una bola de treintones neuróticos).

Además, en Los Treinta hay música ambiental de veras bonita. En cada capítulo se disfrutan The Cure, The Motels, Naked Eyes, Culture Club, Corey Hart y otros que lo hacen sentir a uno como si estuviera viendo una película de gays perdidos en Nueva York en plena década de los ochenta pero con utilería setentera y psicodélica.

Pero lo genial, y lo que en realidad ha hecho que también mi señor padre sea declarado fan de la telenovela, es el hecho de que los treintones son gente bien liberada y cachondona que no se tapa sus vergüenzas a la hora de entrarle al empierne. Algunas escenas de Los Treinta bien pudieran pasar por soft-porn cuasi-cómico de origen sudamericano y, más específicamente, santiaguino… ¿A poco no se les antoja verse algunos capítulos a la de ya?

Abra este link bajo el consentimiento de sus papitos lindos y del buenazo de Joseph Ratzinger y de la Comisión Electoral y del Yunque y de la Logia Masónica y encomiéndese a Dios Todopoderosísisisimo que su servilleta no se hace responsable...

Y descubrirán que ahí todo se hace al tiro, como cuando se va al Cine Hoyts y se pagan entradas por 1900 pesos chilenos mientras se espera al esposo que trabaja a un lado del Palacio de la Moneda y se comen porotos y a la rubia le dicen rucia y se lee El Mercurio y se canta “¡Arauco tiene una penaaa…!”.

Me estoy exaltando.

Cuando esté en Santiago, lo primero que pienso hacer es ir a buscar treintones neuróticos que parezcan pijes. Será la ostia.

2 comentarios:

Don Rul dijo...

Suena interesantísima la serie. Desafortunadamente el link que tuviste a bien incluir ya fue retirado de YouTube por ser altamente pornográfico. Pero nos damos una idea.
Eso de que haya canales exclusivos para hombres y mujeres es maravilloso. Le hace a uno dudar de su propia definición sexual.

Addendum: La viuda de Palomo es un bombón. De haber sabido tus intereses hubieramos atacado en dúo. Ai pa la otra (vida).

Anónimo dijo...

Mira que divertidas se dan los treintañeros chilenos!!

Creo que debo hacer las maletas y cambiar mi lugar de residencia =)

Nota para Don Rul: el link si funciona, sólo hay que tener cuenta de usuario en youtube para verlo...